¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Lorena Palao Martínez
Ser mujer o cómo la pandemia ha aumentado la desigualdad de género
En una sociedad movida por el dinero y el trabajo, haber parado las actividades no esenciales y disminuido la producción ha supuesto una coyuntura nunca vista hasta la fecha. El confinamiento y el distanciamiento social han colocado el ámbito doméstico en un primer plano. Ese escenario, casi siempre venido a menos y dominado tradicionalmente por mujeres, ha cobrado un nuevo grado de importancia. Y ha dejado patente aquello que muchos ya sabían: la desigualdad de género sigue siendo una realidad que impregna nuestra cotidianeidad.
Las mujeres se encargan de la mayor parte del trabajo doméstico y del cuidado de personas dependientes. La crisis provocada por el coronavirus ha demostrado que el tradicional rol de cuidadoras sigue estando presente en gran parte de los núcleos familiares. Además, muchas se han visto obligadas a abandonar sus puestos de trabajo debido al cierre de los centros escolares y la excesiva carga de las tareas del hogar. Para aquellas que continúan trabajando de manera formal, la modalidad de teletrabajo ha supuesto una falta de conciliación entre la vida laboral y la familiar y un aumento del estrés.
A pesar de que las consecuencias económicas y sociales están siendo devastadoras en todos los ámbitos, observamos una “feminización” de esas consecuencias, pues su magnitud aumenta cuando hablamos de mujeres. De acuerdo con un informe sobre el Impacto de Género de la covid-19 publicado por el Instituto de la Mujer, las mujeres representan el 70% del personal sanitario a nivel mundial, el sector más golpeado por la pandemia, debido principalmente a la falta de personal, el incremento de la carga laboral y horaria, la sobreexposición al virus y la escasez de material. El Instituto de la Mujer indica que «la crisis generada por el coronavirus ha situado a los cuidados en el centro y a las mujeres en la primera respuesta a la enfermedad».
La OIT señala que el comercio, el turismo y la hostelería, que cuentan con una importante presencia de mujeres, serán los sectores que más sufrirán la crisis económica a medio y largo plazo. Esto supondrá un aumento de las cifras del paro, mayor precariedad y pobreza laboral. Otro de los colectivos más afectados ha sido el de trabajadoras del hogar, compuesto principalmente por mujeres, ya que no son beneficiarias de la prestación por desempleo y no terminan de estar insertadas en el régimen general de la Seguridad Social. Muchas de ellas se encuentran dentro de la economía informal, todavía más precarizada.
A nivel global, las cifras son mucho peores. La Unesco estimó que 11 millones de niñas dejarían la escuela en 2020 debido a la pandemia. Además de suponer un incremento del trabajo infantil y una disminución de la alfabetización, esto repercute en el riesgo que corren las niñas de contraer matrimonios forzados a temprana edad y embarazos no deseados. ONU Mujeres señala que una de cada tres mujeres en el mundo sufre violencia sexual o física, en su mayoría por parte de su pareja. Estos datos, ya de por sí alarmantes, han aumentado considerablemente a raíz de los confinamientos domiciliarios en gran parte del mundo. Desde que comenzó la pandemia, se han disparado las llamadas a las líneas de atención de violencia en el hogar. En España en concreto, se incrementaron las llamadas al 016 un 48%. En algunos países, el dinero destinado a combatir la violencia de género se ha empleado en dar una respuesta urgente a la pandemia, dejando a las mujeres atrás.
La covid-19 ha supuesto consecuencias en ámbitos muy diversos. Se trata de una crisis sanitaria, pero también económica y social. Así, resulta fundamental abordar las respuestas desde diferentes enfoques, incluyendo la perspectiva de género.
En un estudio elaborado por Luba Kassova a petición de la Fundación Bill y Melinda Gates, se analiza la falta de perspectiva femenina en las noticias e información ofrecida sobre la covid-19. De acuerdo con este estudio, las mujeres representan solo el 19% de expertos consultados, cifra que descendía al 13% cuando esos expertos eran políticos. Ignorar la voz de las mujeres en esta crisis, así como ignorar el impacto de género, agravará las desigualdades existentes, creando una brecha insalvable. Las medidas de recuperación y respuesta a la covid-19 deben incluir esfuerzos para reconstruir la economía de forma más equitativa, situando los cuidados en el centro y dando al trabajo doméstico la importancia que merece. Es necesario, además, establecer mecanismos de corresponsabilidad y aumentar los esfuerzos en la lucha contra la violencia de género.
[Fuente: cuartopoder]
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2021