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Anónimo

Del amor, la pérdida y el movimiento

Vinimos al parque a expresar nuestro duelo.

Era mucho lo que habíamos perdido. Pero

convertimos el duelo

en militancia y nos sentimos revivir.

Descubrimos que no todo era pasado, que

había también un presente en el que se podría vivir.

Quebramos el cascarón de la historia

y el tiempo se hizo pleno.

Todo estaba sucediendo en el Presente.

Luego vino la orden de expulsión y fuimos

dispersados. Tras la expulsión lamentamos

lo que habíamos perdido. Sabemos que nunca

podremos separarnos completamente de todo ello. Está

dentro de nosotros, nos encandila, nos habla.

Nos une. Pero no nos ata al pasado.

El amado suspira: “Debes aprender

a vivir. Ahora.”

Eso significa soltar ese futuro

perfecto en el que estará derecho lo ahora torcido.

Ese futuro será siempre pospuesto,

todavía no está abierto,

No está listo. Y así es a priori objeto

de melancólica tristeza.

Ni esperamos ni lamentamos.

Las tormentas de Wall Street persisten.

Es lo que ellos llaman progreso. No hay

refugio, no hay parque en el que podamos

cabalgar para ir más allá. Tenemos que

aprender a vivir al raso.

Llega un momento en el que se sabe

que no se puede seguir. Pero seguimos.

Es fácil quemarse. Seguir con amor es duro.

No hay que asustarse. No miréis atrás.

Traducción de J. A. Tapia

Nota del traductor:

Este poema anónimo fue publicado en Tidal 4 (Occupy Theory Occupy Strategy), p. 15 (www.yumpu.com/en/document/read/10898359/tidal4-block-by-block). Es citado por Yates McKee, en “Aging in the afterlife: The many deaths of art” (Platypus Review, No. 58, 2013, platypus1917.org/2013/07/01/the-many-deaths-of-art/). Ese artículo es la transcripción editada de una mesa redonda de Anton Vidokle, Gregg Horowitz, Paul Mattick y Yates McKee que tuvo lugar en la New School de Nueva York el 23 de febrero de 2013 (media.platypus1917.org/aging-in-the-afterlife-the-many-deaths-of-art/).

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2020

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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