La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Contra la igualdad de oportunidades
Seix Barral,
Barcelona,
363 págs.
A.R.A
Libro necesario para volver a repensar la igualdad. El propio nombre del libro es ya una manifestación de intenciones. El autor argumenta rigurosamente la necesidad de repensar las ideas de la izquierda sobre el tema, y pasa revista a las diferentes ideas y experiencias que tratan de avanzar sobre la cuestión. Lo hace desde un punto de vista optimista, subrayando cómo, a pesar de todo, las ansias igualitarias están presentes en nuestra sociedad. Merece ser leído, pensado y discutido. Totalmente necesario para romper dogmatismos simplificadores que entorpecen más que ayudan a pensar procesos transformadores en clave igualitaria.
30 /
12 /
2020