¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Lolo Semwá
Nobleza obliga
Ando oyendo estos días comentarios diversos y valoraciones varias sobre el “polémico” apoyo de Bildu a los presupuestos que ha presentado el gobierno. Y como eran pocas las tonterías que había que escuchar de tanto “demócrata” profundo, los gritos llegan al cielo ahora que también ERC ha dicho que los apoya: si no había bastante con Satán, se une a la fiesta Belcebú. Gracias a Dios y a todos los santos, no hay un partido feminista en el arco parlamentario lleno de brujas con el que puedan acabar de montar el aquelarre. Ojo, diputado de Teruel Existe, que como no depongas tu actitud de apoyo, en breve te encuentras a un exorcista en tu despacho del Congreso. De verdad que no salgo de mi estupor. Me parece todo tan rancio que me recuerda a una versión actualizada del guion de Nobleza baturra y su historia de esa joven sobre la que un pretendiente despechado vierte calumnias respecto de relaciones sexuales inadmisibles para la sociedad de la época. Quitas el sexo y algunas jotas, cambias a María Pilar por Pedro Sánchez, y ya lo tenemos.
Al hilo de esto, sin que venga demasiado a cuento (o sí), se me ha ocurrido contribuir a ampliar los conocimientos en materia nobiliaria del público de esta revista. Porque, sí, aquí mucho saber de economía, sociología, cultura e intelectualidades de esas, pero me da a mí que quienes nos leéis mucho interés no tenéis por la aristocracia y las cosas de príncipes y princesas, y eso que para acabar con algo hay que conocerlo a fondo, como a los coronavirus. Que a lo mejor me equivoco, y la mayoría tenéis el mientras tanto en el ordenador y el ¡Hola! en el baño, pero sospecho que si así fuera nos llegarían quejas a la redacción por las fotos que ponemos en portada. Así que, sin más dilación, procedo a ilustraros sobre la jerarquía de los títulos nobiliarios en España, pero, para no perder la esencia de la revista y evitar acusaciones de excesiva frivolidad, lo haremos introduciendo su traducción política y ejemplos. Empecemos.
1. Duque: Pedro.
Nota: También fingió serlo Adolfo Suárez Illana a la muerte de su padre, tras haber intentado años antes convencer al rey de que él era el más adecuado para heredar el título, sin lograrlo, porque le tocó a su sobrina. Primero pierde las elecciones en Castilla-La Mancha, luego se queda sin ducado(s). Como vaya a por tabaco, le quitan la secretaría cuarta de la mesa del congreso…
2. Marqués con Grandeza: Si alguien pensaba que aquí va Cayetana Álvarez de Toledo, se equivoca. Marquesa, sí. Grandeza, ninguna. Salte a la casilla 8.
3. Conde con Grandeza: Esperanza Aguirre, condesa consorte de Bornos, que conlleva Grandeza de España (con permiso de Rocío Jurado). También fue condesa consorte de Murillos. Resulta que los títulos nobiliarios, como la presidencia de la Comunidad de Madrid, también se pierden.
4. Vizconde con Grandeza: Solo hay dos vizcondados con grandeza en España, por lo que las opciones de mezclar este título y la política se reducen exponencialmente. Pero qué curioso que uno de ellos, el del Castillo de Almansa (el otro es el de la Alborada, por si alguien se lo preguntaba), lo ostente José Fernando de Almansa, ex jefe de la Casa Real (1993-2002), de quien dice Wikipedia que actualmente es consejero personal de Juan Carlos de Borbón. Como no tenemos fuentes directas en Zarzuela (de lo contrario no usaríamos Wikipedia), vamos a pensar que la entrada está desactualizada, aunque al final de la misma diga: “Esta página se editó por última vez el 6 nov 2020 a las 00:53”…
5. Barón con [exceso de] Grandeza: El de Münchhausen, conocido por inventar aventuras fabulosas que nunca le sucedieron y que da nombre al síndrome que sufre quien crea dolencias para asumir el papel de enfermo. Igual que la derecha.
6. Señor con Grandeza: Con el percal que hay en el Congreso, mejor dejar esta categoría en reserva, a ver si hay suerte y por lo menos sale un buen vino.
7. Grandeza Personal: Ídem. A no ser que por “grandeza” entendamos “grandeza patrimonial”, en cuyo caso se lleva la palma el diputado de C’s Marcos de Quinto, que el año pasado declaró tener 48,3 millones de euros entre derechos de cobro de Coca-Cola (23,8 millones), acciones (12,6 millones), planes de pensiones (8,6 millones) y cuentas (3,3 millones).
8. Marqués sin Grandeza: Cayetana Álvarez de Toledo, Marquesa de Casa Fuerte y fortines en general. Otro que también empuja fuerte es el aspirante a marqués de Valtierra y a miura Iván Espinosa de los Monteros.
Nota: Hay marquesados que dan mucho juego político. Por ejemplo, el inventado por Juan Carlos de Borbón para honrar a Josep Tarradellas, primer marqués de Tarradellas.
9. Conde sin Grandeza: Pío García Escudero, conde de Badarán. Como es sin grandeza, se tuvo que conformar con presidir el senado.
10. Vizconde sin Grandeza: El que más se acerca es Pedro Morenés, pero se quedó sin el vizcondado de Alesón por nacer segundo (por lo mismo se quedó sin el marquesado de Grigny, el condado del Asalto -grande de España-, el condado de la Peña del Moro y la baronía de las Cuatro Torres). Aunque casi mejor así porque, vistos sus negocios, bien podría haber terminado demediado por una bala de cañón.
11. Barón sin Grandeza: Además de Íñigo Méndez de Vigo, barón de Claret, los del PSOE, aunque estos últimos lo son cada vez más con “v”. Mucho.
12. Señor sin Grandeza: Especímenes abundantes en el hemiciclo. Innecesario alargar esta lista con nombres.
13. Caballero: Ponche.
De los títulos reales en España mejor nos ocupamos otro día, que, tal y como están las aguas, a lo mejor perdemos la compostura. Y frivolidad, la que haga falta, pero sin desmelenarse, que no me da el presupuesto para pagarme un buen exilio, y menos aún para fugarme.
27 /
11 /
2020