¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
El Lobo Feroz
Políticamente incorrecto
Parole
Para no hablar de ancianos, o de viejos, los medios oficiales han extendido a los no oficiales una aberración de la lengua. Se habla de «mayores». ‘Mayor’ es un adjetivo comparativo, igual que ‘menor’. ‘Niños menores de x años’ es una expresión correcta, pues ‘menores’, por las buenas, ha acabado implantándose en la economía de la lengua. Ahora bien: con ‘mayores’ todavía no ha ocurrido lo mismo; está ahí por el terror a usar palabras como viejos o ancianos. Habría que decir, por lo menos, ‘personas mayores’. ¡Está tan claro que se quiere ocultar la vejez y la muerte! ¡Está tan claro que los ancianos no son consumistas! Si se tuviera cuidado con el uso de la lengua se tendría cuidado con muchísimas cosas más, y lo que ha ocurrido en tantísimas residencias públicas y privadas de personas mayores, o residencias de ancianos, es una prueba de ello, además de una vergüenza, y probablemente un crimen; más de uno, en verdad.
Esperemos que la Administración de Justicia analice y castigue los delitos de omisión con resultado de muerte cometidos en muchas residencias de ancianos en el curso de la pandemia.
Hay Presidentes de República que roban
Ahí están Giscard y Sarkozy, en la santa República vecina. Y alguno más en Alemania. Ser jefe del Estado y meterse dinero en el bolsillo no es algo reservado a los reyes. El caso de Juan Carlos, sin embargo, sería más bien patético si las cifras no fueran tan altas y el proceder tan escandalosamente retorcido. Los viejos del lugar recuerdan la carta que le dirigió al Sah de Persia pidiéndole dinero para el partido de Suárez, el partido de la monarquía. Parece que también sableó al rey de Marruecos. Pedir prestado sin la menor intención de devolver está en la mejor tradición burguesa. Y Juan Carlos tuvo, durante su inmune reinado, algunas oscuridades conocidas además de las de ahora: una colección de pintura heredada, muy importante, que el heredero natural del testador llevó a los tribunales sin éxito. Algunas de aquellas pinturas salieron de España de tapadillo y ahora están en museos norteamericanos, probablemente con doña Sofía y Urdargarín de mediadores en los tratos. El segundo realizó su aprendizaje en la real casa. De lo que ha pasado después de la abdicación no hablaré aquí, porque quienes tienen que hacerlo son los tribunales.
Constitucionalmente hablando, el «rey emérito» no existe; eso es solo un título de cortesía. Juan Carlos de Borbón ya no es rey, y por lo tanto debe ser tratado por los tribunales como cualquier otro ciudadano por actos suyos posteriores a su reinado incluso si se han originado antes. Otra cosa es que se deba perfilar jurídicamente mejor la figura de la inmunidad del jefe del Estado, que no debe incluir sus actividades privadas.
Esto, sin embargo, es secundario: si algo hay que modificar en el estatuto real es que sea jefe supremo de las fuerzas armadas, cargo que debe recaer en la presidencia del gobierno. Por lo demás, al Lobo republicano firmante no le duele reconocer que el rey don Felipe no es, desde luego, el peor que ha tenido España desde Carlos III. También hay que modificar esa broma de que la Constitución se fundamenta en la unidad de España, cuando en realidad se fundamenta en la voluntad de libertad y democracia de los españoles.
(La redacción actual de la ley permite un teorema peligroso: el ejército es el custodio de la constitución; el Rey es el jefe supremo del ejército; y si la Constitución se fundamenta en la unidad de España, entonces si la unidad está amenazada también está amenazada la Constitución. Eso no se debe mantener de ninguna manera.)
Sería hasta cierto punto deseable que la ciudadanía pudiera expresar sus preferencias en torno a la monarquía o la república. Hasta cierto punto: seguro que eso dividiría a los ciudadanos un poquito más, y cualquiera que fuera el resultado tampoco garantizaría que desde la Jefatura del Estado no se delinquiera. ¿Es eso oportuno cuando estamos ante males mayores?
¡Ah, grandes fortunas! ¿Es que nadie va a preguntar cómo ha hecho la suya Felipe González? Lo que ganó oficialmente no da, desde luego, para propiedades en Madrid, fincas en España, propiedades en México o en Marruecos y váyase a saber qué más. Felipe nunca ha gozado de inmunidad legal, pero parece que quien debería atreverse no se atreve. Atento, lector: hay inmunidades legales e inmunidades reales (que no afectan precisamente a la realeza). ¿Justicia igual para todos? —es un chiste.
Dividendos
Bancos y grandes compañías recurren al sistema de «dividendo elección»: el titular de títulos (valga la redundancia) puede elegir entre cobrar en efectivo los dividendos que le correspondan o recibir títulos de la compañía. Para ello ésta suele recurrir a una emisión de nuevos títulos que no tiene por objeto financiar su negocio, sino simplemente endeudarse para retribuir a los accionistas. Al hacerlo, además, selecciona por defecto —para los accionistas que no muestren una preferencia— la opción títulos: así evita en parte aflojar la mosca.
Con todo ello se defrauda a Hacienda, si puede decirse así, en sentido no jurídico sino usual, pues los títulos nuevos tendrán cuando se vendan, casi con toda seguridad, un valor inferior al que se les atribuía en su adquisición; y se defrauda, en el mismo sentido, a los accionistas, porque el valor de la acción se diluye cada vez que la empresa recurre a este procedimiento. Hacienda acaba cobrando mucho menos que lo que tenía que cobrar, y Hacienda somos todos. Hay diluciones de campeonato. El valor de un título del Banco de Santander, por poner un ejemplo, no llega a dos euros, de ocho que tenía en la crisis pasada y doce o más antes. El Santander alardea de ser el mejor banco de España; ¡cómo serán los otros! Claro que durante todos esos años «diluyentes» ha gobernado el Partido Popular, pero el sistema sigue estando estúpidamente permitido.
Castellano: Palabras que no hay que usar
‘entrañable’. Significa meter en las entrañas. Una amistad entrañable no sería precisamente ejemplar.
‘tesina’, en vez de tesis de grado o tesis de licenciatura. ‘Tesina’ es palabra monjil, y degrada ya en su concepto la seriedad del trabajo de investigación que se supone realizado.
Castellano: la sintaxis
Habría que solicitar a la Dra. Bataner, de la RAE, que diera un curso acelerado de sintaxis castellana a presentadores de televisión, locutores de radio, redactores de tele-printers y correctores de los diarios. De asistencia obligatoria para quienes trabajan en entes públicos. El Lobo que suscribe está hasta los cataplines (con perdón) de sus desafueros. Sospecha el Lobo, además, que casi todo el país anda igual.
Fútbol, fútbol, botellones y rebrotes
Cuando acabó el confinamiento estricto, en una paz sin fútbol, de repente todo rebrotó: los que cantan «goooooooool» como si les estuvieran degollando; y todas las emisoras importantes hablando de fútbol al mismo tiempo, etc. El fútbol es política y negocio; deporte, sólo muy secundariamente. Reanudación absurda de la liga de fútbol con dos partidos por semana. Veo algunos del Real Madrid: en la grada, todos los jugadores de reserva separados a la distancia debida y con mascarilla; en el campo, todos los jugadores, salvo alguno, se besan y abrazan tras los goles. Adiós al ejemplo dado en la grada: estos memos lo desmienten. ¿Qué pueden pensar los ignorantes? ¿Que las precauciones son innecesarias?
De paso veo que festejan hasta los goles de penalty. Cuando este Lobo iba al fútbol a ningún lanzador se le ocurría celebrarlo, pues nadie ignoraba que todas las facilidades están de su parte. Se aplaudía en cambio al portero que detenía un penalty, fuera local o visitante, pues eso tiene su mérito. Hoy no. Un gol de penalty es un gol, vergonzoso pero gol. Antes, si se pitaba un penalty claramente injusto el lanzador lo tiraba fuera. Era una cuestión de honor. ¿Imaginan una conducta así en estos futbolistas de mercado, que están pensando en sus Ferraris? No es casual que los directivos, las Ligas, las Federaciones, etc., hayan querido proseguir los partidos hasta terminar las competiciones: lo que les importa es el dinero. Y nadie les critica porque Movistar es un anunciante importante en toda la prensa. (De paso: veo que los locutores de la tele ya no saben lo que es blocar una pelota. Llaman ‘blocar’ a cualquier cosa.)
Hay sectores de la población que no les van a la zaga a los futbolistas y sus corifeos. Mucha gente ha querido ante todo volver a las discotecas, volver al botellón, como si no fuera peligroso, como si no supiera hacer otra cosa para divertirse (probablemente no conocen más ocio que el consumista). No han pensado que el coronavirus es un producto avanzado de la crisis ecológica, y que esa crisis civilizatoria ha empezado ya. Vándalos estúpidos. Ponen en peligro a los demás, y así vamos.
27 /
8 /
2020