La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
El Lobo Feroz
¡Lo que hay que desasnar!
En todas partes cuecen habas
Que un teniente coronel de la guardia civil como Pérez de los Cobos enviara a agentes a un super para que se conservaran unas grabaciones en las que hipotéticamente se podría ver al Vicepresidente del gobierno sin mascarilla es una noticia que dice demasiadas cosas. Dice, en primer lugar, que en todas partes cueces habas, y sugiere que por una manzana podrida no hay que tirar todas las del cesto. Pero dice también que una policía militarizada es quizás demasiado. El Lobo abajo firmante es partidario de que los generales y jefes de la guardia civil pasen al ejército de tierra, de que la agrupación de tráfico de la Guardia Civil pase a ser la Guardia Civil, y de que, de capitanes para abajo de la Guardia Civil actual, se pase a constituir un cuerpo de policía judicial orgánica y funcionalmente dependiente de los jueces, que buena falta hace. Este Lobo no tiene claro si determinados gabinetes de la actual Guardia Civil —ficheros, dactiloscopia, etc.— han de ir a parar a la policía judicial o a la policía estatal de orden público. Opino que a la policía judicial, pero doctores tendrá la iglesia para eso.
Oportunidad
Ante un problema inédito, y a pesar de todas las críticas zancadilleras que se quiera, el gobierno ha actuado más que correctamente. E incorrectamente los de las zancadillas. En mi opinión, lo que acabo de describir es un modo de ver generalizado. Supongo que al gobierno, al que llegar a ser un gobierno votado por mayoría en el parlamento le ha costado mucho, no se le ocurrirá convocar nuevas elecciones a breve plazo. Pero creo que debería hacerlo, para aclarar de veras la situación política y obtener la amplia mayoría coaligada que se merece. Tras la emergencia surgirán muchos problemas que inevitablemente le desgastarán. Todo el mundo quiere ser subvencionado y pocos pero muy influyentes aceptarán un cambio fiscal necesario y arrastrarán a gente tras de sí. El problema se parece a la cuadratura del círculo.
Los imbéciles
Quizá para ser políticamente correcto, esto es, para no adulterar la verdad, haya que emplear un lenguaje que no parecerá correcto a muchos. Sobre todo para hablar de nuestros conciudadanos imbéciles. En seguida se verá lo que quiero decir.
Están, en primer lugar, los terraplanistas, los que creen que la Tierra es plana. Haberlos, haylos, aunque no se dejen ver.
Están en segundo lugar los antidarwinistas: los que consideran inadmisible la idea de que el hombre procede del mono. Son muchos. Además en los Estados Unidos está prohibido enseñar las teorías de Darwin en la enseñanza secundaria de muchos estados. Dicho de otro modo: hay allí una prohibición legal que impide enseñar la verdad. ¡Censura democrática!
Están también los que creen en apariciones de la Virgen María o entidades similares. La iglesia católica —de lo que hacen las iglesias mejor no hablar— suele desautorizar esas fingidas o imaginadas «apariciones»: lo hizo en Garabandal, y más recientemente en Cerdanyola, pero da por buenas las de Lourdes y Fátima. El número de personas que cree en cosas así es muy elevado (del resto, mejor callar).
Son imbéciles también los que recurren a curanderos. Este Lobo, dada su capacidad para parecer persona humana —los Lobos Feroces casi parecemos personas, y además aprovecho la ocasión para decir que, a diferencia de los humanos no mahometanos, jamás nos hemos comido un cerdito—, pudo ver en cierta ocasión la sala de espera de un curandero en la modernísima ciudad de Barcelona: la sala era grande y estaba atestada, veintitantas personas e iban llegando más, con las paredes decoradas con las multas, enmarcadas, impuestas por el Colegio de Médicos por las prácticas curanderas del «doctor».
Otra imbecilidad es recurrir a «videntes», invocar los espíritus de los muertos (que no existen, precisamente porque los muertos están muertos, esto es, no tienen ánima), y leerse el horóscopo, que sin embargo figura en no pocos periódicos que se las dan de respetables.
Está también el ejemplar hispano de «Jarrón Chino» que, tal vez asustado porque se investigue otra vez lo de los GAL, tira contra el gobierno de su propio partido, cuando si éste cae la alternativa es PP + Vox.
Y para completar el cuadro están los que se creen las «teorías» homeopáticas, entre los que hay no pocos médicos. Contra los remedios de hierbas se puede ser o no escépticos, pero esas «teorías» son directamente disparatadas.
Entre los imbéciles están también los que se niegan a tomar cualquier medicamento, los que se oponen a las transfusiones y los peligrosísimos que impiden las vacunaciones de los hijos a su cuidado. Éstos son muy peligrosos: vacunar no solo te protege a ti: también a otros.
La lista revela que la imbecilidad está bastante difundida entre la gente. Que el miedo atonta muchísimo. El sufragio universal concede a esos imbéciles el derecho al voto. ¿Es incorrecto sugerir que el sufragio universal tiene un problema con eso? Algo habría que hacer, digo yo. Al menos retirar temporalmente la patria potestad y tal vez el derecho al voto a quienes se oponen a vacunaciones y transfusiones. Eso, al menos, haría visible para todos que la categoría «imbecilidad» es relevante políticamente.
¡Lo que hay que desasnar!
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6 /
2020