¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Juan Torres López
De todas las opciones, eligen la peor y más cruel: esto es Europa
A última hora de la noche de ayer martes 24, los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea acordaron proponer al Consejo Europeo que la respuesta financiera a la catástrofe del Covid-19 sea que los países que lo necesiten recurran a un préstamo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). De todas las alternativas posibles es la peor, la más insuficiente y cruel. Explico por qué.
El MEDE es una entidad financiera creada por los 17 estados miembros de la zona euro en 2012 con el propósito general de proporcionar ayuda financiera mediante préstamos a los gobiernos que lo necesiten.
Pero esta ayuda se considera un «rescate» porque no se da en cualquier circunstancia ni para cualquier fin, sino sólo cuando lo pide un país que experimenta graves problemas de financiación y bajo condiciones muy estrictas.
El préstamo puede ser con interés por debajo de los del mercado y con un plan de amortización suave que puede variar según los casos, de modo que puede resultar, ciertamente, más barato que acudir a la banca privada en una situación apurada.
Sin embargo, esta ayuda está no es automática ni incondicional. La solicitud del país rescatado deber ser evaluada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y si es posible también por el Fondo Monetario Internacional. Y el préstamo formaliza mediante el llamado MoU (Memorandum of Understanding o Memorándum de Entendimiento) que es un documento en el que se imponen al país una serie de condiciones de obligado cumplimiento en materia de política económica y fiscal.
Las razones por las que me parece que este mecanismo es indeseable para hacer frente a los problemas económicos gravísimos que va a producir la pandemia que sufrimos son varias.
En primer lugar, porque, se quiera o no, recibir un préstamo del MEDE es un estigma. Significa que un país es rescatado y, por tanto, que de alguna manera ha fracasado en su política de estabilización macroeconómica.
Es evidente, sin embargo, que las necesidades financieras que plantea una emergencia sanitaria no son iguales que las derivadas de una mala gestión macroeconómica (suponiendo que entonces estuviera justificado aplicar un mecanismo como este que sacrifica y humilla a quien lo recibe).
Que no se engañe nadie: lo que hay detrás de esta propuesta que parte de los países de centro y norte Europa es aprovechar la ocasión para mostrarse superiores a los de la periferia, haciendo creer que las consecuencias letales de la epidemia son consecuencia de nuestra condición inferior y de nuestra incapacidad para gobernarnos con eficacia y sin despilfarro. Quieren castigarnos de nuevo para disimular que todo el entramado del euro está pensado y diseñado para que esos países absorban la mayor parte del valor y los beneficios que generamos los demás.
En segundo lugar, establecer que cada país acuda al MEDE por su cuenta para hacer frente a una emergencia sanitaria que afecta a todos los países es renunciar a principios elementales de cooperación y solidaridad, al esfuerzo común y a la complicidad que se supone que deben sostener a los estados miembros de una unión económica y política como la europea (e incluso más una unión monetaria como la Eurozona). Recurrir al MEDE no sólo es ofensivo sino que traiciona el espíritu europeo y proclama de facto que Europa se construye a partir de ahora a base del sálvese quien pueda. Si no hay esfuerzo mancomunado ni apoyo mutuo en medio de una emergencia que provoca la muerte de miles de europeos ¿cuándo los habrá?
En tercer lugar, porque el MEDE no puede proporcionar toda la financiación que sería necesaria para que una crisis sanitaria, humana, y económica como la que estamos viviendo se resuelva suficientemente bien.
Los ministros de Economía y Finanzas han propuesto utilizar unos 238.000 millones de euros para ofrecer líneas de crédito preventivas de hasta un 2% del PIB de cada país (algo menos de 25.000 millones en el caso de España).
Su insuficiencia es patente si se tiene en cuenta que sólo el plan de apoyo inmediato de Inglaterra es de 400.000 millones, que el de Dinamarca representa el 13% del PIB o que Estados Unidos acaba de aprobar una intervención de 2 billones de dólares. O si se considera que un grupo de expertos españoles valoraba ayer mismo como muy positivo que España recurriera al MEDE si la ayuda que recibiera fuese de 200.000 millones, casi todo lo que ha propuesto utilizar el Eurogrupo para todos los países.
En cuarto lugar, la alternativa del MEDE es la más cruel de todas las posibles por una razón muy sencilla. El Memorándum de Entendimiento sería sin lugar a duda la vía torticera que obligaría a España a aplicar de nuevo las políticas de recortes y desmantelamiento que son justamente las que han ocasionado que nuestros servicios públicos tengan ahora tantas dificultades para enfrentarse a la emergencia sanitaria. O digámoslo claro, las que han condenado a muerte a muchas personas y las que seguirían haciéndolo con el único objetivo de que el capital privado siga multiplicando sus beneficios.
Naturalmente, se me puede decir que los líderes europeos pueden ahora saltarse el Tratado del MEDE y dar los préstamos sin condiciones pero, si se pueden saltar los tratados, como de facto está ocurriendo cuando el Banco Central Europeo financia por la puerta de atrás a los gobiernos, ¿por qué no saltárselos entonces para que sea el BCE quien financia directamente en esta situación de emergencia?
El acuerdo del Eurogrupo es una auténtica vergüenza para Europa, un verdadero escándalo que la puede hacer saltar por los aires.
Como he explicado en otros artículos, hay otras posibles medidas que son menos costosas económicamente, más seguras, más solidarias y coherentes con el espíritu europeo y más respetuosas con la dignidad, con la soberanía y con el bienestar de las naciones europeas.
La exigencia de contar ahora con financiación extraordinaria no es el resultado de un derroche ni de un incumplimiento de normas previas sino de una emergencia que está matando a miles de personas. Actuar como están haciendo los líderes europeos, con egoísmo y sin diligencia, debería considerarse como algo peor que un simple escurrir el bulto. Su comportamiento comienza a parecerse a un crimen económico contra la humanidad. La austeridad que impusieron en la anterior crisis mató a miles de personas y parece que siguen dispuestos a que eso vuelva a ocurrir.Espero que se imponga la razón y que los Jefes de Estado y de Gobierno que se reúnen mañana jueves vayan más lejos, rompan los grilletes de la insolidaridad que está atenazando a Europa y que corrijan este acuerdo. La emisión de eurobonos en mucha mayor cantidad de la prevista por el Eurogrupo o la intervención directa sobre empresas y familias del Banco Central Europeo son las alternativas únicas y urgentes. El MEDE no lo es.
[Fuente: Público.es]
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3 /
2020