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Ana Almirón Mengíbar

4 de diciembre de 2019: Andalucía por sus derechos. ¡Ni un paso atrás!

Hoy se cumplen 42 años del 4D de 1977 en el que más de dos millones de andaluces salimos a la calle en todo nuestro territorio y fuera de Andalucía. Seguimos recordando a M. García Caparrós muerto en aquella manifestación en Málaga. Fue un gran acto de afirmación como aquel otro 4D de 1868, cuando Cádiz se alzó reivindicando la República Federal. Luego nos negaron ser comunidad “histórica” y el 28 de febrero de 1980 conseguimos en referéndum el acceso a nuestra autonomía en pie de igualdad con otras comunidades. Y lo conseguimos, tuvimos autogobierno, la Junta de Andalucía, gobernada desde el principio por el PSOE, gracias a una mayoría social de izquierdas, con R. Escuredo como primer Presidente. Después vendrían M. Chaves, durante 18 años, luego J. A. Griñán y finalmente S. Díaz, quien sin mayoría suficiente gobernó primero con IU, luego optó por CS y convocó unas terceras elecciones en diciembre de 2018 en las que PP y CS, con el apoyo de Vox, consiguieron arrebatarle el Gobierno al PSOE, por primera vez desde la transición democrática. Tremendo. ¿Qué puede haber pasado?

Tal vez lo explique en parte la Sentencia de los ERE, condenando a M. Chaves, J. A. Griñán y hasta un total de 21 altos cargos socialistas a penas de cárcel e inhabilitación. Un diario calificaba la Sentencia de hundimiento del socialismo andaluz con dos muertes políticas en un año, el 2 de diciembre de 2018 perdiendo el Gobierno tras cuatro décadas en el poder y el 19 de noviembre de 2019 perdiendo la legitimidad moral sobre 20 años de gobiernos socialistas, impugnados por la condena del “gran fraude” de los ERE. Dice el PSOE de Andalucía en su defensa que, a diferencia del PP, ellos no se llevaron nada a sus bolsillos, pero aunque así fuera el caso de los ERE muestra una descarnada fotografía de soberbia política, clientelismo y caciquismo electoral sostenido a lo largo de casi 40 años, difícil de soportar, que no podemos dejar de criticar con toda su dureza.

Soberbia de la que S. Díaz continuó haciendo gala pese a las pérdidas electorales, dentro y fuera de su partido. Lamentable su batalla contra P. Sánchez, quien le pareció que “no valía, pero sí servía” hasta estar ella misma preparada, que perdió estrepitosamente llevando a la abstención a una buena parte del electorado socialista. Soberbia con IU rompiendo unilateralmente el acuerdo de Gobierno, luego con Podemos y Adelante Andalucía, optando por un pacto con CS a quienes encumbró hasta 21 diputados. Finalmente, en lo que más ha destacado la ex Presidenta ha sido en su discurso andalucista que, partiendo del “agravio comparativo” con vascos y catalanes, le ha llevado hasta el más rancio españolismo en defensa de la unidad de España, de peineta, toros y rojigualda, sumándose a las críticas de la derecha, defendiendo con la misma vehemencia la aplicación del 155 en Catalunya, que no el más mínimo diálogo político, compitiendo con M. Rajoy e I. Arrimades en la carrera por sacar votos del conflicto catalán, debilitando al mismo tiempo el andalucismo autonomista de aquel 4D del 77, abonando la senda de Vox, especialmente entre las nuevas generaciones que no han tenido la oportunidad de escuchar un discurso distinto que contrarrestara el de la derecha más hostil.

Con estos mimbres llegamos al 4D de 2019, con Gobierno PP, Cs, apoyado por Vox. Y dado que los tres caballos de batalla de Vox son su ataque a la llamada “ideología de género”, a migrantes y refugiados, y la defensa de la “unidad de España” frente a la multinacionalidad, volviendo a planteamientos franquistas anteriores, las 19 medidas que Vox presentó a PP y CS como condición para apoyar el nuevo Gobierno iban todas en esa línea, empezando por la creación de una Consejería de Familia y Natalidad para reducir abortos, derogación de la Ley de Igualdad, Violencia de Género y LGTBI; continuando con la persecución y expulsión (52.000) de la “inmigración ilegal” y, respecto a nuestra Comunidad, devolución al Estado de las competencias en sanidad y educación, proclamando día de Andalucía el 2 de enero de la Reconquista, y la derogación de la Ley de Memoria Histórica. Más claro agua: ¡aquí estamos los de siempre!

El peaje que PP y CS pagaron a Vox queda reflejado en las 34 medidas del Acuerdo de Gobierno firmado por los tres. Contra la “ideología de género”, cambiando “Transversalidad de Género” por “Principio de Igualdad de Trato y Oportunidades” y negando así el sesgo de género; así como la “Violencia de Género” por “Violencia Intrafamiliar”, negando el sesgo machista; o el “control” de subvenciones a grupos feministas, por la libertad y la diversidad sexual. Una claudicación que se constata añadiendo Familia a la Consejería de Salud, encauzando ahí las políticas de promoción de “la familia” y trasladando competencias y recursos de Igualdad. Un peaje que pagamos las andaluzas, por lo que recibimos al nuevo Gobierno al grito de “Con nuestros derechos no se negocia”. Recortes que se trasladaron a los Presupuestos desapareciendo ayudas específicas por violencia de género a vivienda e inserción laboral o reduciendo recursos al asociacionismo y promoción de la igualdad, intentando retrotraer el papel de las mujeres en la sociedad, retrocediendo en lo que habíamos ido consiguiendo. El 8 de Marzo hicimos huelga general y el 25N salimos a la calle contra todas las violencias de género, violencias que ellos niegan.

Un peaje que pagan las personas migrantes en Andalucía, sufriendo los discursos del odio, como la campaña en La Macarena de Sevilla contra un Centro de Menores Migrantes, a la que respondieron la Plataforma “Macarena para Todas”, asociaciones de inmigrantes, pro migrantes y pro derechos humanos, como la APDHA. La situación se complica en la Frontera Sur, con menores recursos para atender a las personas que llegan heridas y desfallecidas a las costas andaluzas. Y lo mismo podríamos decir de los centros para refugiados cuya “acogida”, reducida casi al “almacenamiento” en inadecuados edificios, cubriendo escasamente alojamiento, transporte y manutención, se ha trasladado a las ONG, constatándose claros síntomas de abandono y pésimas condiciones al respecto. Sin olvidar a quienes intentan trabajar en Huelva y Almería, alojados en tiendas de plástico o cartones que, como ocurrió en Lepe, a veces salen ardiendo con grave peligro para sus vidas; o las pésimas condiciones de vivienda y sanidad de quienes vienen a trabajar a los invernaderos en los cupos acordados, muchas de ellas mujeres seleccionadas por sus responsabilidades familiares asegurando así su regreso, sufriendo además abusos sexuales cuya denuncia fue puesta en Huelva.

No queremos una Andalucía más machista, con más violencia de género; menos acogedora con migrantes y refugiados siendo como somos un pueblo de migrantes y refugiados; no aceptaremos recortes de competencias a nuestro autogobierno por el que nos movilizamos aquel 4D del 77, ni más bandera ni más himno que el que nos unió y empoderó, ni celebrar la Reconquista rechazando nuestras raíces árabes y africanas hoy más cercanas con las nuevas llegadas, y nunca renunciaremos a nuestra memoria antifranquista hasta rescatar de las cunetas y enterrar con dignidad a nuestros muertos. Pero también queremos una Andalucía más social que la que nos han dejado de legado las cuatro décadas de gobiernos anteriores, con los peores índices del Estado en exclusión de nuestros barrios, pobreza y desempleo, sin rentas básicas que las palíe, deficientes accesos a vivienda, educación y salud, que tan grandes mareas verdes y blancas han levantado. No nos gusta esa forma de gobernar en las instituciones políticas, jurídicas ni académicas, a base de Ley Mordaza, prohibiciones y multas, negando derechos elementales como la libertad de expresión a quienes reivindicamos o tenemos otros puntos de vista. Hay que erradicar ese viejo caciquismo de las instituciones y de la sociedad andaluza en general.

Transmitamos a las nuevas generaciones lo mejor de lo que fuimos y de lo que somos: la humanidad del eterno mestizaje fronterizo, reflejado en la belleza de nuestros paisajes naturales y urbanos, la voz de nuestros poetas o el cante que sale del alma. ¡Espantemos juntos a los cuervos!

Por una Andalucía más social e igualitaria, más acogedora y humana, más diversa y plural, democrática y soberana. Por nuestros derechos, ¡ni un paso atrás!

Sevilla, 4 de diciembre de 2019

 

[Ana Almirón Mengíbar pertenece a la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). Publicado en El Salto, 3 de diciembre de 2019]

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La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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