¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
El Lobo Feroz
Cosas de la lengua
Vino a verme mi tío, ya anciano: rojo perdido; a pesar de que aquel día era el asniversario de la toma del Palacio de Invierno mi tío no dijo una sola palabra sobre el destino de aquella Revolución. Tampoco yo estaba de humor para hablar de una nueva orientación política, de la necesidad de conservar el planeta y sus vivientes y desmigajar desigualdades
Lo que quería mi tío era hablar de palabras:
—Mira lo que trae el papelín oficioso del régimen: un tipo habla de desertificación. Titula así su bienintencionado artículo, en vez de usar desertización. ‘Desertización’ es castellano; ‘desertificación’ es pura influencia del inglés. ¡Como todo el mundo está fascinado por los norteamericanos! Lo que vale es lo extranjero.
Fíjate: en todas partes se usa la palabra tsunami. Supongo que el uso empezó en alguna agencia de noticias. Pero en castellano tenemos para eso una palabra estupenda: maremoto. ¡Y un buen maremoto les daba yo a los corruptores del lenguje!
Le dije que se cabreaba por nada, que en general la gente habla y se entiende.
— Se entiende ¡pero no se entiende! —contestó—. Fíjate: la gente usa casi siempre la expresión montar un pollo. Como si los pollos fueran montables o desmontables. ¡Y se quedan tan anchos! El disparate viene de la semejanza fonética con la expresión popular montar un bollo. ¡Claro que los bollos se pueden montar! De hecho, son bollos porque la masa ha montado. Y si dices que vas a montar un buen bollo significas que var a armar una que crecerá como crece la masa. Eso se entiende, tiene sentido; montar un pollo, no. Es puro analfabetismo.
¿Te has dado cuenta, de paso, de que los del opus en vez de decir «hacer un pan como unas tortas» dicen «hacer un pan como unas hostias». Eso es lo contrario de analfabetismo: así aparecen como gente abierta y mundana.
Además, en el congreso de los disputados han empezado a hablar de la España vaciada. ¿No te suena raro? Vacía, desierta o desértica tendría sentido. ¿Qué se quiere decir con vaciada? ¿Que la gente se ha ido? Vacía es resultado de la acción de vaciar. El participio rechina aquí. ¿No se les ocurre usar España despoblada? Otra cosa serían participios como los de la España desconsolada, la España oprimida, la España explotada. Aquí la cosa también tendría sentido. Además, la España despoblada es una España que ha sido explotada.
Le dejé hablar un rato sin hacerle demasiado caso: al buen anciano le desesperaba que una locutora de radio se empeñara en referirse a sus oyentes como escuchantes, en vez de radioyentes o radioescuchas. Escuchantes —decía— era puro darse tono, dar a entender que todas las majaderías que suelta son escuchadas, o cosa así. Al final decidí cortarle el rollo, a pesar de que en la preocupación de fondo, el desprecio cultural por el idioma, la plaga de asnicismos o anglicismos, llevaba razón.
—¿Has oído que según Aznar los comunistas van a entrar en el gobierno?
—Que santa Lucía le conserve la vista.
—Pues el Casado también lo dice.
—El Casado casa quiere. Si lo dice es para asustar al sector analfabeto de sus votantes.
Nos despedimos preguntándonos cuántos nuevos y viejos políticos se harán chalets esta legislatura. Será la prueba del algodón.
30 /
11 /
2019