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Joan M.ª Girona

Otoño caliente

Sobre la oportunidad de incorporar la perspectiva ecológica en la enseñanza

Hace unos cuantos años, al acabar las vacaciones de verano se hablaba de otoño caliente, de posibles luchas de los trabajadores para mejorar sus condiciones laborales… Hoy, quizás hay menos luchas obreras generalizadas; hay luchas puntuales porque las condiciones no sólo no han mejorado sino que están empeorando día a día.

Este año hablamos de otoño caliente con un doble significado.

Por un lado, seguramente se llevarán a cabo acciones importantes para hacer frente o, mejor dicho, para concienciar de la grave situación mundial a que ha llevado el calentamiento del planeta, lo que cada día que pasa se hace más evidente. En Islandia han celebrado una ceremonia de duelo por un glaciar que ha desaparecido, un fenómeno ya generalizado en todo el planeta y que pone en cuestión el suministro de agua a parte de la población de la única Tierra que tenemos.

Y también podemos hablar de un otoño caliente en términos de temperaturas, más calurosas que el año pasado. 2019 está siendo un año especialmente caluroso y desgraciadamente no será el último que superará las cifras anteriores. Las acciones programadas intentarán aumentar la consciencia de las personas que vivimos y sufrimos los cambios climáticos, de quines notamos el incremento de la temperatura. Las que sufren carencia de agua o deben abandonar su territorio ya son bastante conscientes: porque en los países del Sur sufren las consecuencias de lo que se hace en el Norte.

El calentamiento ha disminuido las tierras útiles para cultivar, la subida del nivel del mar ha inundado algunos territorios… y el proceso continuará si no lo impedimos. Aumenta el número de personas que deben abandonar sus tierras y paralelamente aumenta la represión de los poderosos contra aquellas que les quieren hacer frente, contra las que quieren revertir el proceso.

Las acciones previstas intentarán explicar y dar a conocer, por ejemplo, que los gastos militares contaminan más que la producción, también contaminante, de carne. Que viajar en avión contamina mucho más que cualquier otro medio de transporte… Tenemos que conseguir darnos cuenta que estamos amenazando de muerte la Pachamama, el nombre que dan a la naturaleza los autóctonos de los países americanos. Tenemos que recordar que la naturaleza no necesita a la especie humana, pero que en cambio nosotros sí necesitamos a la naturaleza para sobrevivir. Es irracional no cuidarla.

Porque…

Si hoy mil millones de personas pasan hambre y 2.000 millones están sin agua;

3.000 millones pasarán hambre en 2025 y 4.000 millones no tendrán agua.

Y, si seguimos sin cambiar,

5.000 millones tendrán hambre en 2035 y 6.000 millones carecerán de agua.

Quizás llegarán a 7 mil millones los muertos en 2045.

¿Y… seguiremos? ¿Qué haremos ante este futuro previsible? ¿Cambiaremos? ¿Pondremos en peligro las condiciones de vida de nuestros descendientes?

Las luchas deben ser globales, puesto que sólo tenemos un planeta Tierra y es necesario defenderlo frente a los que lo intentan destruir consciente o inconscientemente. Hay incendios inmensos en Siberia, en la Amazonia y, de otro cariz, en África subsahariana que no se pueden o no se quieren controlar. Hemos tenido uno bien cerca, en Canarias, difícil de controlar y apagar… Quizás los próximos años habrá incendios que no se podrán apagar, nos dicen algunos estudiosos del tema.

Algunas personas se preguntan a quién son útiles estos territorios una vez quemados. ¿Qué pasaba, o todavía pasa, con los bosques que se queman en nuestro país? Los grandes incendios que comentamos pueden aumentar las superficies cultivables para alimentar el ganado utilizado por la industria de la carne. Que se venderá (y compraremos) en Europa y en EEUU. También pueden facilitar la extracción de minerales escasos, que son necesarios para la fabricación de los aparatos tecnológicos que gran parte de la población occidental utiliza. Los que tienen el poder económico y condicionan el poder político están invirtiendo en políticas de marketing «ecológico», pero el presupuesto en medio ambiente se ha reducido a menos de la mitad en los últimos años.

La lista de activistas del Sur asesinados por su activismo social y ambiental, como Ken Saro Wiwa o Berta Cáceres, es inmensa. El movimiento ecologista tiene que ser internacionalista, debemos aprender de las personas que saben respetar la vida. Debemos conocer que con el sistema capitalista actual no hay futuro para la mayoría. Greta Thunberg ha iniciado unas luchas que siguen miles de jóvenes y adolescentes; los Fridays For Future están aumentando su incidencia en institutos y universidades. Seguramente no es casualidad la presencia creciente de las mujeres: feminizar las luchas y las acciones aumenta su incidencia.

Será importante que en las escuelas e institutos, a lo largo de este curso, se hablen y trabajen estos temas [1]. Con nuevas energías, con ilusiones renovadas para ayudar a cambiar el mundo. Las criaturas y los adolescentes aprenden mejor si constatan que pueden cambiar aquello que les rodea. Las prácticas de Aprendizaje Servicio pueden ayudar a interactuar con la realidad, a concretar con acciones aquello que aprenden con la discusión y la investigación…

Estudiar el sistema de alimentación humana de todo el planeta o investigar el porqué de la obsolescencia de los aparatos tecnológicos actuales nos puede conducir a conocer por qué quema la Amazonia o por qué van apareciendo en el mercado, muy a menudo, nuevas aplicaciones que nos animan a comprar. Después de hablar, después de percibir pena y disgusto por la situación, podemos intentar buscar alguna alternativa práctica a nuestro alcance. Podemos hacer algo, aunque sea pequeño, por ejemplo:

Elegir aquello que ponemos en nuestros platos. Incluso las Naciones Unidas recomiendan un cambio de dieta, recomiendan introducir más cereales, legumbres, frutas y verduras. Será bueno para los animales, para nuestra salud y para el futuro del planeta. Podemos comprar alimentos de proximidad.

Hacer durar más años nuestros móviles, frenando las ganas de adquirir inmediatamente la nueva aplicación que aparece en el mercado.

Sin perder de vista que nuestro poder es limitado. Nuestras pequeñas acciones son muy importantes, pero se enfrentan al poder de quienes promueven un tipo de alimentación en base a la carne, que sólo podemos seguir los privilegiados, de quienes aumentan exponencialmente sus beneficios fabricando aparatos y máquinas que hay que cambiar cada vez más a menudo, o de quienes aumentan la oferta de viajes en avión, el tamaño de los cruceros y los transportes innecesarios de mercancías de un extremo al otro del mundo. Por eso, apelar solamente a la responsabilidad individual, cambiando nuestros hábitos de consumo no es suficiente. Se necesita también salir a la calle y denunciar en público la situación, presionar por un cambio de políticas, por un cambio del sistema económico que nos aplasta y destruye la Tierra.

En los centros escolares habrá que llevar a cabo unos currículos que abracen las crisis ecosociales, los límites del crecimiento y las alternativas justas para todas las personas, no sólo para las que se lo pueden pagar. No basta con una asignatura o un proyecto, hace falta que toda la enseñanza apunte en la misma dirección.

 

Nota:

[1] http://diarieducacio.cat/sense-futur-per-al-nostre-alumnat-el-canvi-climatic-lescalfament-global/

[Joan M.ª Girona, maestro y psicopedagogo]

10 /

9 /

2019

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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