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El tiempo pervertido

Akal,

Madrid,

256 págs.

A.R.A

Compré el libro por el subtítulo. Quizás lo más engañoso, puesto que no he sabido encontrar en él una reflexión profunda de hacia dónde debería avanzar la izquierda. Estamos tan necesitados de buenas propuestas que buscamos encontrarlas con demasiada facilidad. Lo que sí encontré es un magnífico texto que analiza los procesos estructurales, culturales y sociales que han facilitado la hegemonía del capital y la neutralización de la izquierda. Muchas de las cosas que explica son conocidas pero están explicadas de forma sistemática, con rigor y buena documentación. Particularmente sugerente es la idea que la idea de progreso, de futuro, ha pasado de ser una idea dominada por la utopía a ser un “diktat” tecnocrático que nos impone aceptar los cambios impuestos desde arriba como inapelables. Para encontrar salidas a la situación actual, un trabajo como este es útil en tanto nos orienta sobre dónde están los problemas, y dónde las estructuras que condicionan nuestra praxis cotidiana.

3 /

2019

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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