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El Lobo Feroz

Revoltillo

 

 

 

 

 

 

 

Derecha dura en la UE

Cada día peor. Entramos en una UE y estamos en otra. Aquella era neoliberal y ésta también, pero de extrema derecha. Aquella no era muy grande; ésta ha ido recogiendo a los peores regímenes políticos que quedaban en el continente.

Para este viaje no hacían falta alforjas. Cuando entramos en la UE la derecha de aquí estaba a la defensiva. Ahora tiene muchísimos aliados fuera: en la UE.

Teatro Nacional de Catalunya

El Teatro Nacional de Catalunya ha estrenado con cierto eco social la primera obra de la temporada: un monólogo del Sr. Torra, un president de la generalitat que no habla en el parlament porque allí le pueden interpelar. Interpretó, seguramente a platea vacía pero ante las cámaras, una obra experimental moderna: un abrasivo monólogo de ficción. Vean si no: “Nuestra causa es más respetada que nunca por la comunidad internacional”; “Aquí nadie ha huido de la justicia”; “Hemos sabido priorizar la unidad, porque el proyecto de la independencia es inclusivo”.

Parece que usó ‘inclusivo’ para excluir ‘incluyente’. ¿O traducía mal del catalán?

Trump tiene un soplón

Noticia interesante: un soplón anónimo afirma que un grupo de altos funcionarios del gobierno americano procura limar o echar atrás, vigilantemente, las peores decisiones de Trump.

Lo nuevo es que alguien haya desvelado eso. Por lo demás, desde hace mucho sospechábamos que algún grupo de altos funcionarios norteamericanos se encargaba de mantener viva la política armamentista del gobierno Usa fuera quien fuera quien estuviera en la Casa Blanca, tanto si era expansionista como aislacionista.  

De mi Archivo

La historia de la Universidad Rey Juan Carlos, con ese chiringuito expendedor de titulaciones (convertibles en fuegos de artificio), es una exagerada exageración de algo que ocurre en general en las universidades de este país: cosas que nos hacen sentir vergüenza ajena.

Pero no solo dan vergüenza ajena las convalidaciones. Juzgad el cuestionario que la Universidad de Barcelona hizo circular en enero de 2005, para “facilitar la colaboración entre el profesorado y los medios de masas”, o sea las televisiones. En el cuestionario, en catalán por supuesto, los profesores han de incluir sus datos y luego optar entre diversas modalidades de colaboración. Entre otras (traduzco literalmente, que en este caso es mejor): “Sólo colaboraré con un medio de comunicación si es cobrando”, “Acepto colaborar y no tengo ningún inconveniente en que me llamen directamente”, etc. Luego esta universidad tan adaptada al mundo globalizado  solicita los datos bancarios para el pago: “Datos para el pago (Datos de uso interno que nunca se harán públicos)”.

Párrocos, alcaldes y altavoces

En los años sesenta, coincidiendo con los veinticinco años de paz —o sea, de fusilamientos, prisiones, torturas, saqueos, prohibiciones— del franquismo, no era nada excepcional que el párroco pusiera unos altavoces en el campanario para transmitir, con la misa de doce de los domingos, su sermón a quienes no iban a la iglesia. Nadie podía evitar aquella peste que ninguna autoridad civil, si se le hubiera ocurrido, se habría atrevido a parar.

(Creo que aquello acabó con Juan XXIII y el Concilio Vaticano.)

Ahora los alcaldes secesionistas catalanes, empezando por el de Vic, que por algo es la ciutat dels sants, hacen lo mismo: altavoces instalados en el ayuntamiento recuerdan a todos el objetivo de la secesión. Y nadie les para el tararí.

La verdad de los masters

Con la crisis el estado recortó substancialmente la financiación de las universidades y les dijo que espabilaran. Aparte de suprimir becas, elevar las tasas de las matrículas, congelar el sueldo de los profesores, las universidades inventaron los masters.

Llamaron así a lo que en las unversidades hispanoamericanas llaman, propiamente, cursos de maestría —el título de maestro, superior al de licenciado pero inferior al de doctor, es muy apreciado por ejemplo en México— por estimar, seguramente, que con el nombre en inglés la maestría vendería más. Porque el master, lectores, la agrupación temática de los que antes eran unos “cursos de doctorado”, es un título que se compra. O sea, que se vende. Un medio de las universidades para recaudar dinero. La prueba de lo que se afirma la da que nadie, o casi nadie, suspenda en un curso de master. Basta asistir más o menos clase y presentar un “trabajo”. Sabido es que en internet hay más de una bolsa de “trabajos”. Si se paga el costoso precio del master se obtiene un título en diferido. Las cosas son más bien laxas con los masters, como la opinión pública ha empezado a ver.

Los masters españoles eran muy apreciados en América porque en realidad resultaban baratos para quien tuviera una beca para subsistir uno o dos años en España. Las becas eran generosas en América Latina antes de la crisis. Ahora han desaparecido, y con ello el número de aspirantes a una maestría ha disminuido considerablemente. Resultado: ahora hay menos masters.

En la sociedad española la maestría carece de arraigo. En realidad los títulos académicos se han degradado escandalosamente, junto con buena parte de la enseñanza.

Eso no tiene ninguna gracia.

Item más: parece que ahora las comisiones de evaluación del profesorado universitario tendrán que leerse lo que los evaluandos les sometan. El indexado, abierto a tanta, tanta trampa, ya no contará tanto, tanto, como indecentemente ha contado. ¿Para cuándo unos catálogos detallados y fijos de criterios de evaluación? Sin eso, los catedráticos inmorales y los curricula hinchados seguirán apareciendo. ¿Por qué no dejarse de historias y abrir concursos abiertos para contratar profesores no funcionarios mediando tribunales o jurados que examinaran en concreto, con publicaciones a mano y no con listados de ellas, y en público, la capacidad de los solicitantes?

Pacem in Terris

Los trabajadores de Navantia quieren mantener sus puestos de trabajo aunque sea fabricando armas de guerra. Y las mujeres feministas se quejan de desigualdades de género en el ejército. Si bien se piensa, una cosa va con la otra.

Claro, con tanta consola de juegos de matar, ¿han pasado los tiempos en que la gente estaba En pie de Paz?

El Lobo que suscribe está en contra de la existencia del ejército. Pero si lo hay, lo prefiere de leva, y no me pregunten por qué: mejor lo piensan.

28 /

9 /

2018

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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