La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
José Manuel Barreal San Martín
Educación, instrucción y adoctrinamiento
Ayer, fueron las escuelas vascas a las que se acusó de adoctrinamiento; ahora, con la actualidad del «Procés» catalán, se dice y se afirma lo mismo respecto a las escuelas catalanas. En ambos casos se opone educación a adoctrinamiento. Las diferencias entre ambas concepciones, que las hay, y también parecidos, están en función de cómo se entienda la educación y el adoctrinamiento, solapándose las dos en muchos casos.
Entre ambas concepciones hay, como digo, parecidos y diferencias. Así, tomando como referencia a Carlos Lerena, sociólogo español ( 1940/ 1988) muy leído y citado en los años setenta y ochenta por la izquierda del momento, y hoy indebidamente olvidado, sostenía que educar es, a la vez, «amaestrar y adoctrinar, producir personas, pero también, desde la perspectiva de la mayéutica socrática, educar es dirigir, guiar o extraer». Se plantea, en tal definición, dos aspectos; uno, el amaestramiento y adoctrinamiento, la producción de personas; otro, que el alumno/alumna descubra, por sí mismo la verdad, es el que está presente en la «mayéutica socrática».
Tales diferencias deberían de ser tenidas en cuenta a la hora de manifestar juicios sobre la enseñanza o la educación, en este caso en las escuelas catalanas, a las que se acusa de adoctrinar, tema por otra parte desmentido desde el Ministerio de Educación del PP. Al menos, se deberían de tener como contraste ya que tal vez puedan arrojar alguna luz sobre la pareja de conceptos «educación y adoctrinamiento». Así, nos podríamos preguntar si en las escuelas del resto del país se adoctrina o no; si en las familias se adoctrina, bajo el señuelo de educar, a los hijos e hijas, argumentado además, «a mi hijo lo educo como da la gana, para eso es mío». Si el adoctrinamiento se da o no en los medios de comunicación, o si son transmisores neutrales y objetivos de información, de y para la opinión pública; tal y como Noam Chomsky ha argumentado suministrando una amplia colección de ejemplos sobre la existencia de sesgos sistemáticos en los medios a favor de ciertos intereses de las élites dominantes.
La enseñanza de la lectura y escritura en el contexto de la educación pública fue una conquista de las clases populares; fue, en aquel momento histórico, un objetivo revolucionario. Los hijos e hijas de los obreros dejaban la calle para adentrarse en el mundo del conocimiento. Fue un glorioso momento. Pero pronto las élites gobernantes vieron, en «ese momento», un instrumento poderoso que iba a servir para extender el ideario liberal-burgués. La conformación de las conciencias, en la mente de las niñas y los niños para definir los comportamientos del futuro ciudadano, estaba servida. Las nuevas élites sociales tenían el campo abonado para que «sus valores» fueran los dirigentes en el futuro. La escuela democrática y liberadora que los ilustrados definieron para la educación de las clases menos favorecidas enseguida se convirtió en un lugar en el que disciplinar y adoctrinar, definiendo sus valores como válidos para el «buen orden y el buen ciudadano». Fue la escuela, y es, un campo en el que se confronta una oposición entre aquellos a quienes se les disputaba y disputa el poder de las conciencias, como las iglesias y otras instituciones, y quienes aspiraban y aspiran a construir un mundo nuevo desde bases muy diferentes; antes los movimientos obreros; ahora desde posiciones ampliamente ciudadanas y sociales aspirando a que el sistema educativo sirva a los intereses de la persona autónoma y crítica.
Si admitimos, como decía Lerena, y muchas personas compartimos, que la educación es o debería ser una «creación» de personas autónomas y libres, entendiendo por ello estar liberadas de prejuicios y poder discernir lo que es información y conocimiento de lo que es manipulación y adoctrinamiento parece evidente que, tal y como está planteada hoy día la educación. media un abismo; de tal manera que blandir el demonio del «adoctrinamiento», en Cataluña, como se hizo en su momento en el País Vasco (¿ahora, ya no?) confrontándolo con la educación objetiva e inmaculada de ideología del Estado es, cuando menos, parecido a lo que se intenta combatir: adoctrinamiento.
Los que, voz en grito, tildan de adoctrinar en las escuelas se olvidan o no saben que el Estado, que se dice neutro , también adoctrina en «su nacionalismo» y que no es neutral. La educación no escapa de emanar de una autoridad que puede juzgar y aplicar las leyes de poder en los sistemas de control elaborados por el Estado. Por lo que la concepción de la idea de educación como propósito comprometido con el desarrollo personal, intelectual y profesional de las personas, entra en franca contradicción con la idea «institucional» que de la misma se tiene, una confrontación que forma parte de la historia de la educación desde su principio estando, así, en antagonismo dialéctico permanente. Luego, el hecho educativo, carece de esa pureza y objetividad que se le quiere atribuir, está contaminado, siempre, por la posibilidad de adoctrinar, unas veces explícitamente y otras solapándose.
Tal vez haya que señalar la discusión y debate que sobre «educación e instrucción», aún hoy, se mantiene en la pedagogía y que en su día Ferlosio debatió con Savater, acusando el primero de la poca importancia que Savater daba a los contenidos en beneficio de la «educación», lo que induce a pensar que » los contenidos», instrucción, pueden ser incompatibles con «educación»; para quien esto escribe la educación es un proceso concienciador de la persona que se educa y la instrucción es un aprendizaje que capacita para hacer algo y para algo; ambas, a mi juicio, no son excluyentes. Sin embargo, la instrucción, siendo un aprendizaje a ejercer operativamente, entiendo que también es susceptible de «adoctrinamiento», ya que ella puede ser manipuladora si se conceptúa como mero instrumento de alienación del individuo en función de la explotación para beneficio del capital.
En fin, es un debate abierto que no es nuevo y que en España, se remonta a la Institución Libre de Enseñanza, allá por los años de 1876 a 1936. Y que seguirá en discusión.
Es verdad que «adoctrinar» tiene una clara connotación negativa, ya que si en la escuela, en la familia… se adoctrina se está negando a la persona el » ser ella misma»; así, si se analizan las «heroicidades» de los españoles en la América del siglo XV y no se tienen en cuenta la masacre indígena que las mismas provocaron, es obvio que el adoctrinamiento domina sobre la educación dando explícitamente un sesgo de conformación al tema tratado.
Es el adoctrinamiento el arma a combatir por quienes pensamos en una «educación crítica» y en una «instrucción» que pueda cambiar el actual estado de cosas. El adoctrinamiento, está en función de que perdure el interés de las élites y de las burocracias, sean de partido, sean de gobiernos.
25 /
11 /
2017