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Cantaclaro

Consignas asesinas: patriotas o hinchas

El fútbol modela nuestras vidas. Especialmente las del género masculino. Los hinchas de fútbol suelen vivir en un mundo bicolor. O eres blaugrana o eres merengue, merengue o rojiblanco… Los del otro equipo son simplemente el enemigo. Por esto proliferan los insultos en los campos de fútbol (mayormente de corte machista y racista). Y por esto no es raro que entre los seguidores más entregados se encuentren los componentes de formaciones ultras, los que a veces pasan de la guerra verbal a la paliza. (En Barcelona el 10-O, al final de la manifestación en defensa de la unidad de España, se produjo una pelea entre, sorprendente, hinchas del Valencia y del Athletic.)

Ya se sabe que el deporte en general y el fútbol en particular han contaminado nuestras vidas y han convertido en una competición muchas actividades que más bien deberían propiciar la cooperación (como la producción científica). Y que propenden a favorecer una actitud de desprecio al rival en numerosos ámbitos de la vida social (con el refuerzo de estos debates televisivos en que lo importante es evitar que el rival pueda expresar un discurso mínimamente racional).

No podía faltar esta contaminación en el conflicto catalán. Hay dos “consignas” que han tenido éxito en cada uno de los campos.

Una, por obvia, el “A POR ELLOS” dedicado a la policía enviada a Catalunya a reprimir el referéndum. Directamente sacada de la movida futbolística. Y que parece que fuera la música de fondo que animó a muchos policías a aporrear a ciudadanos pacíficos y a “trinchar” unos cuantos colegios y otros equipamientos.

Pero la respuesta independentista no es menor. En las manifestaciones posteriores se ha oído insistentemente “ELS CARRERS SERAN SEMPRE NOSTRES” (“Las calles siempre serán nuestras”). Un verdadero canto a la defensa del territorio propio y a la exclusión de los demás. Totalmente opuesta a las viejas consignas de “La calle es de todos”, de la defensa del espacio público como un lugar de mezcla y libertad.

Y es que ya se sabe: a los hinchas no les gusta el fútbol. Solo que gane su equipo, aunque sea por fallos del árbitro.

30 /

10 /

2017

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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