¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Josep Torrell
25 años sin Octavi Pellissa (1935-1992)
Octavi Pellissa Safont murió el 31 de julio de 1992. En el discurso de despedida de los Juegos Olímpicos, Pasqual Maragall, el alcalde de Barcelona, le rindió homenaje como «un ciudadano ejemplar». Pero pasados 25 años de su muerte, la estela de este ciudadano ejemplar parece haberse sepultado en el olvido. Es vergonzoso que un país pierda la memoria de su mejor gente.
Octavi privado
En el momento de hacer el Memorial Octavi Pellissa (1935-1992) –con una retrospectiva de su filmografía—, Pere Portabella escribió en el Programa de la filmoteca:
Mi relación con él iba más allá del hecho de ir concretando algunas ideas en un guión. Era una relación mucho más amplia y que venía de lejos. En los momentos más difíciles de la dictadura como después, hasta que murió, tener a Octavi al lado ha sido una suerte.
Era inteligente, culto, lector infatigable y conversador irónico. Su sarcasmo era demoledor. Tan irreductible ideológicamente como coherente con su compromiso político. Detestaba los dogmas y los sectarismos; escapaba de cualquier forma de alienación aunque fuese en la política. Supo compaginar la crítica rigurosa con la sensibilidad creadora, condiciones éstas excelentes para guionistas. Cocinero de mucho y dado a la pura contemplación de la naturaleza, era de las personas que he conocido con mayor capacidad para administrar y gozar del ocio. Hasta tal punto que daba la impresión de que nunca perdía el tempo, cuando no hacía nada.
El dinero y el éxito le resbalaban. Infatigable a la hora de movilizarse por cualquiera de las muchas causas en las cuales participó de forma destacada. Dejo la piel en ellas, pero siempre con una cierta elegancia y sin perder el sentido del humor.
La travesía del desierto que nos ha tocado vivir, con Octavi acababa por convertirse casi en un paseo entretenido y enriquecedor, aunque fuese el fruto de una derrota. La coherencia y la dignidad eran la base de su fortaleza moral y ética, hasta límites incompatibles con muchas de las servidumbres del sistema. En este sentido, fue un perdedor; y aunque parezca una paradoja, un perdedor ejemplar y un referente imprescindible para mucha gente de este país. [1]
Pellissa público
Octavi Pellissa era alguien que observó la segunda mitad del siglo XX como protagonista pero, a la vez, en un plano distante: le gustaba más sugerir que mandar.
La trayectoria pública de Octavi Pellissa puede resumirse en cinco grandes hitos. El primer hito fue el ser el primer estudiante militante del partido comunista en la Universidad de Barcelona. En realidad, Pellissa había decidido ya crear una célula comunista al empezar el curso 1955-1956, con un grupo de amigos íntimos como eran Joaquín Jordá, Salvador Giner y Luis Goytisolo.
En 1956, el PSUC aprobó la política de «pacto por la libertad», y decidió crear un sector de intelectuales dentro del partido, fundamentalmente universitarios (a cargo de Manuel Sacristán) y profesionales (a cargo de Francesc Vicens). Miquel Núñez se encontró con Pellissa y, tras una conversación, le pasa el contacto con Manuel Sacristán. A finales de agosto de 1956, Sacristán dijo a Vicens, muy elogiosamente, que éste es nuestro estudiante (donde el singular ahorra mayores explicaciones).
Ser del PSUC en aquellos años consistía en hacer proselitismo entre los compañeros de universidad o bien mecanografiar con papel carbón algunos artículos de Mundo Obrero para repartirlos luego por algunos buzones. Pellissa facilitó la incorporación de nuevos estudiantes comunistas, como Feliu Formosa, Jordi Solé Tura, Joaquim Vilar, Marcel Plans, Joaquín Marco, Álvaro del Rosal, Josep Mª Gil Matamala, Ricardo Bofill y Jacinto Esteva.
El 14 de enero de 1957 empezó la segunda huelga de tranvías, que duró catorce días. La Brigada Político Social desplegó una oleada de detenciones para intentar acabar con la huelga. Uno de los detenidos tenía en su casa una libreta comprometedora. Pellissa huyó a Ginestar, donde fue arrestado. Pasó 18 días en la Jefatura Superior de Policía de Vía Layetana, siendo torturado. Pero no habló, protegiendo a sus compañeros de universidad: no cayó ninguno más. Esto fue puesto como un ejemplo heroico para los estudiantes comunistas. Manolo Vázquez Montalbán recordó como el ejemplo de Pallissa era citado con respeto, tiempo después. [2]
Pellissa estuvo seis meses en la cárcel Modelo, de dónde salió con libertad provisional. Al enterarse que el Tribunal Militar pedía para él seis años de prisión, planteó ante el partido la posibilidad de exiliarse y el partido accede a la petición. Octavi contaba veintidós años.
El segundo hito fue el encuentro en París con Benigno Rodriguez, el encargado de mantener contacto con los que venían del interior. Benigno Rodríguez —tipógrafo, autodidacta y voraz lector de poesía— había sido el encargado del diario Milicia Popular del Quinto Regimiento (1936-1937) y responsable de los cursos de bachillerato abreviado que se impartieron a los soldados del frente. Posteriormente fue uno de los secretarios personales del presidente Juan Negrín. Pellissa quedó impresionado por su inteligencia; en su estancia en la Alemania Democrática a menudo hablaba de él con respeto y admiración. Cuando leyó Coto vedado de Juan Goytisolo se molestó mucho por el trato displicente que daba Goytisolo a Rodríguez, incluso cambiándole el nombre.
Benigno Rodríguez y Pellissa fueron los impulsores del encuentro, en 20 de febrero de 1959 en Colliure, entre la intelectualidad del interior y la del exilio con motivo del aniversario de la muerte de Antonio Machado. El encuentro fue un éxito y así ha pasado a la historia. En la memoria de Pellissa quedaron grabadas las repercusiones políticas de un acto esencialmente cultural.
El tercer hito fue su exilio en la República Democrática de Alemania como becario. El período 1960-1966 lo pasó allí. Al llegar a Leipzig se matriculó en la carrera de Economía Política, pero en la RDA esta carrera no implicaba estudiar economía sino la peculiar ideología que denominaban marxismo científico. El primer año lo dedicó a aprender alemán, y tiempo después sería su excelente dominio del alemán el que le permitiría vivir de las traducciones.
La experiencia de vivir en la RDA marcó profundamente a Pellissa. Por de pronto, porque las nociones de verdad y mentira no permitían entender nada de lo que allí ocurría. En una obra teatral apenas empezada, ¡Alemania, Alemania!, quizá fechable hacia comienzos de 1991, ponía en boca de un personaje, alter ego de Pellissa, lo siguiente:
Las palabras apenas tenían interés, en cambio los silencios parecían verdaderos. El aislamiento y la reclusión obligaban todavía más a aquellos alemanes a interiorizarse. […] El estado era antifascista por definición y los ciudadanos no, pero estos donde debían repetían imperturbables los eslóganes que los nuevos tiempos imponían. Nunca vi con tanta claridad que las nociones de verdad y mentira eran superfluas. Hasta que lo vi, no se me había ocurrido que se podía ser cínico con naturalidad. Antes creía que para ser cínico se requería un esfuerzo o por lo menos una sobrecarga de intencionalidad. Pensaba que había personas cínicas; no se me había ocurrido que podía haber comunidades enteras cínicas. […] Uno pensaba que la capacidad de alentar un doble pensamiento tenía sus límites. Pero en cambio, para esa gente, la doblez era tan espontánea que parecía natural. [3]
Esta percepción le llevó a ser cada vez más irónico y, a la vez, a pensar en qué era lo que movía a los demás. De la ironía, dio pruebas ya en la RDA. Citado por la policía por una cuestión de trámite, acudió a comisaría con dos profesores. El capitán miró su pasaporte y observó que era miembro de PSUC, y le interrogó porque no era miembro del verdader0 partido comunista. Pellissa, en vez de responder contando la especificidad catalana, le contesto algo así:
¡Hombre! Me sorprende que usted me diga esto, porque yo creía, en mi ingenuidad, que el Partit Socialista Unificat de Catalunya venía a ser lo mismo que el Partido Socialista Unificado de Alemania; es decir, que usted y yo estábamos luchando por lo mismo. Pero…
El capitán se levantó hecho una furia ante aquel tono y se disponía a romperle la cara al insolente, pero al ver a las autoridades académicas se contuvo y se contentó con llenar a Pellissa de insultos y ordenarle que se fuera.
La policía española hizo llegar que estaba dispuesta a que volvieran todos los estudiantes sin tomar represalias y olvidando todos los procesos pendientes. Pellissa volvió del exilio a finales de 1966, con un pasaporte válido por nueve días (6-14 de diciembre), pero sólo con posibilidad de entrar en España. El 13 de diciembre, cruzó la frontera española y se fue a vivir a casa de sus padres, en el barrio de Sants. Tenía treinta y un años.
En Barcelona, reanudó de inmediato la relación con Manuel Sacristán, que se mantuvo viva hasta la muerte de Sacristán. Para éste fue importantísimo el testimonio de Pellissa de cómo era la RDA, que corroboraba que ese tipo de sociedad era totalmente ajena al socialismo.
El cuarto hito fue su colaboración en el PSUC clandestino de 1967 a 1975. Pellisa era —con Xavier Folch— el encargado de recoger firmas para los documentos de protesta y el encargado de solicitar obra gráfica para recabar fondos. Pellissa no quiso nunca tener un cargo ni responsabilidad alguna en el partido.
Cuando el Proceso de Burgos, Pellissa fue el más firme defensor de que había que unir la izquierda tradicional con la gauche divine, que también rechazaba las penas de muerte del juicio militar de Burgos, y que habia que buscar un lugar dónde encerrarse fuera de Barcelona (donde la acción no hubiera durado nada). El triunfo de esta opción y la decisión de ir a Montserrat permitió el éxito del encierro de 287 intelectuales del 12 al 14 de diciembre de 1970. El encierro de Montserrat fue la portada de la prensa de todo el mundo y preparó el camino unitario hacia la Assemblea de Catalunya.
La represión y las multas por el encierro de Montserrat tuvieron como consecuencia la constitución de la Assemblea de Intel.lectuals y Artistes; Pellissa estaba en la comisión coordinadora —con Jordi Carbonell, Xavier Folch, Josep Maria López-Llaví y Pere Portabella—, de dónde salió el lema de libertad, amnistía, Estatuto de Autonomía, así como la coordinación con las otras fuerzas del resto del estado. Cuando, más tarde, en 1971, se creó la Assemblea de Catalunya, asumieron como definitorios estos cuatro puntos.
Una noche de 1973, a finales de febrero, conoce en Boccacio a Lídia García-Cairo, una activa militante de enseñanza. A los pocos días se fue a vivir al piso de Lídia en la Meridiana. Cuatro meses más tarde alquilaron un piso en Pinar del Río nº 59, en el barrio de Congreso. Aquél se convirtió en un piso franco para la dirección del PSUC y la edición de Treball. En 1980 cambiaron de ciudad yendo a Badalona, a una vivienda de la Rambla Prat de la Riba numero 41, el último traslado que hará.
Pellissa cae el 28 de octubre con los 113 de la comisión permanente de la Assemblea de Catalunya en la iglesia Maria Mitjancera, en la calle Entença, cerca de la cárcel Modelo. Pellissa estuvo más de dos meses en la prisión, y fue el último en salir.
Después del III congreso del PSUC, en 1973, le encargan a Pellissa montar una agrupación de gente de cine, que se compondrá de Carles Durán, Marina Curia, Pepa Arenós, Maruja Torres y Carles Santos.
El quinto hito fue ya la creación del Centre de Treball i Documentació (CTD). El 1975, ante los primeros síntomas de la crisis del PSUC, el historiador Ramon Garrabou y Pellissa se plantearon la creación de un lugar donde poder reunirse y discutir libremente quienes se consideraban comunistas. Tenía 41 años.
En los primeros meses de 1977 abrió sus puertas el Centro de Treball i Documentació, en la calle Gran de Gracia números 128-130, principal 1ª, donde estará 25 años. El Centro organizará charlas y seminarios con fuerte repercusión social. La dirección será colegiada, con Pellissa, Ramon Garrabou, Jordi Amat y Josep Maria Fradera. Desde entonces hasta el momento de su muerte, Pellissa es inseparable del Centre.
En 1984 el Centre co-organiza las Jornades per la Pau i el Desarmament en el Palacio de Congresos de Montjuic con ocho mesas redondas y la participación de Dorothy Thompson y Edward P. Thompson en torno al Desarme Unilateral Europeo (END). El eco mediático es importantísimo y la asistencia llenó las ocho sesiones. El Centre no volverá a alcanzar este nivel de asistencia hasta el final de la guerra del Golfo.
El desmontaje por piezas del PSUC y el éxito de las Jornades per la Pau i el Desarmament orientan el trabajo del Centre a ser el portavoz de los motivos políticos más urgentes. Cada da vez más, será un centro de agitación y reunión de lo que queda de la izquierda barcelonesa. Así, se crea una Associació per les llibertats i contra els abusos de poder que en 15 de febrero de 1988, coincidiendo con los bailes de Carnaval, organiza un acto en Zeleste en el que participaron Manuel Vázquez Montalbán y Cristina Almeida. Con motivo de la convocatoria de la huelga general del 14 de diciembre el Centre consiguió una lista de firmantes a favor de la huelga muy respetable (tan respetable que salió en casi toda la prensa).
Parecía que el CTD estaba en el camino correcto. Cuando la guerra del Golfo se convocó una asamblea multitudinaria en el paraninfo de la Universidad Central, el 2 de marzo de 1991, y se acordó convocar un mitin en el Palacio de Congresos Per què ha servit aquesta guerra? La convocatoria fue un éxito: asistieron más de mil quinientas personas, pero no salió en ningun periodico. Simplemente, a nivel oficial, no existió: la estrategia del centro era justa y acertada, pero por eso mismo se convirtió en peligrosa.
Sin embargo, el CTD siguió adelante. Cuando más agresiva era la propaganda anticomunista, se organizó el 3 de octubre de 1991 en el Auditori Sant Jaume el acto multitudinario La democràcia de mercat, únic mon possible?, en el que participaron Alfons Barceló, Paco Fernández Buey y Manolo Vázquez Montalbán. [4]
Octavi Pellissa no ha tenido suerte con los biógrafos, pero sí con los retratos novelados. En 1973 (en España, 1975), Luis Goytisolo publicó la novela Recuento, donde rememora los tiempos de su antigua militancia comunista. Éste es el primer relato novelado de Pellissa (Leo). En 1977, Manuel Vázquez Montalbán hace un homenaje a quienes formaron parte de la primera célula del PSUC, convirtiéndolos en la trama de La soledad del manager: Pellissa es Marcos Núñez. Juan Goytisolo le cita En los reinos de Taifas (1986) y Luis Goytisolo le recuerda de nuevo en Estatua con palomas (1992) y en Cosas que pasan (2009).
En 2008 salió el volumen Apunts sobre la clandestinitat. Diaris 1975-1992 (El Viejo Topo, Mataró), unos diarios que se ignoraba que existiesen.
El balance de estos 25 años sin su presencia es francamente pobre. Quizá empiece a ser hora de que el consistorio de Ada Colau haga el gesto mínimo de ponerle nombre a una calle o a una biblioteca pública. Algo por donde empezar.
Notas
[1] Pere Portabella: Memorial Octavi Pellissa, Programa nº 28, 12-18 abril 1993, Filmoteca, Barcelona.
[2] Manuel Vazquez Montalbán, Juan Goytisolo: «Recordando a Octavi Pellissa», en mientras tanto nº 55, 1993, págs. 49-58.
[3] Octavi Pellissa: «Alemania, Alemania», en mientras tanto nº 97, invierno 1995, págs. 127-132.
[4] El 18 de junio de 1992 participa en las jornadas sobre Llibertats i seguretat ciutadana, organizada por la Associació Catalana de Juristes Demòcrates (y publicada póstumamente en mientras tanto nº 52, 1992, págs. 33-36).
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2017