La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Tuits para el Siglo de la Gran Prueba
Plaza y Valdés,
Pozuelo de Alarcón,
144 págs.
A. R. A.
Una nueva y sugerente publicación de Jorge Riechmann. Basada en los tuits que ha ido escribiendo en los últimos años sobre el peligro sistémico de la crisis ecológica generada por el capitalismo. Sobre valores y actitudes de resistencia. Dando cuenta de pensadores valiosos y de reflexiones necesarias. Es un buen compendio de los trabajos más extensos que ha ido publicando Jorge en los últimos años. Tiene la frescura del texto corto, del fogonazo que ayuda a pensar. Y permite constatar la densidad cultural y el compromiso de su obra. Una obra que sigue la estela del pesimismo optimista que inauguró Gramsci. Una magnífica oportunidad para acercarse o volver a un pensador imprescindible para una izquierda necesaria.
30 /
6 /
2017