¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Agustín Moreno
La esperanza es siempre una victoria
Lo peor que le puede pasar a una fuerza política que se reclame transformadora es anidar en las instituciones y someterse a un funcionamiento burocrático y acartonado. Como la situación política es insostenible, alguien tiene que decir ¡Basta Ya! a la mafia política y empresarial que corrompe el sistema democrático. Y hay que hacerlo en la institución en la que reside la soberanía del pueblo: el Parlamento. Esa es la esencia de la moción de censura planteada por Unidos Podemos como una cuestión de dignidad democrática. Que cada cual se retrate con su posición, que opte por la indignación coherente o por la complicidad.
Veamos los problemas principales que tiene este país y que no dejan de crecer. Por un lado, la situación socioeconómica no da cuartel. El paro sigue siendo muy elevado y aumenta la desprotección de los parados; la precariedad ha venido para quedarse y crea una legión de trabajadores pobres a los que un trabajo no les llega para vivir; los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo y los beneficios empresariales se disparan; prosiguen los recortes a un Estado de Bienestar cada vez más raquítico y no cesan los desahucios. Las Marchas de la Dignidad tuvieron que salir a la calle el 27 de mayo a manifestarse de nuevo de forma multitudinaria contra el saqueo a los derechos de la clase trabajadora y la ciudadanía.
Por otro lado, cada vez hay una conciencia más clara de que nuestros recortes son sus latrocinios. La corrupción política y empresarial es galopante. Salpica a cientos de imputados cada semana, alcanza a los más altos cargos y a todas las instituciones, como se puede ver en la web “Casos aislados de una corrupción sistémica”. El gobierno degrada la magistratura, especialmente, al copar los altos tribunales de justicia para ponerlos a su servicio. Un ministro de Justicia reprobado y nombres como Pérez de los Cobos (TC), Espejel, Enrique López, Maza o Moix son algunos ejemplos del intento de apropiarse de las instituciones. ¿Dónde queda la división de poderes con una estrategia para controlar las instancias judiciales superiores, anular los buenos trabajos de jueces y fiscales y asegurar la impunidad de los corruptos?
Quizá lo peor que le pasa a un país no es la corrupción existente, sino la desmoralización ciudadana que provoca. Pensar que no se puede hace nada, que hay impunidad, que nadie dimite, conduce a tolerar las injusticias con resignación y, por tanto, a la pasividad social.
El partido del Gobierno, y especialmente su presidente, hacen un ejercicio permanente de cinismo al negar lo evidente. Solo esperan capear el temporal y que se vayan olvidando las cosas, prescriban los delitos o actúen sus amistades en la judicatura.
El PP respira solamente porque, más allá de la retórica, siguen contando con el apoyo de Ciudadanos que juega con eficacia su misión de frenar el cambio. Es patético su papel: cada vez que dicen “Ni uno más” aparecen docenas de imputados a los pocos días. Les pasará factura la “doctrina Rivera” de seguir apoyando al PP mientras propongan a un candidato “limpio”, como es el caso de Murcia, y lo anunciado para Madrid si Cifuentes resultase imputada.
Ante esta situación, es coherente la moción de censura presentada por Unidos Podemos. Para denunciar la escandalosa situación, para llevar la voz de la calle al Parlamento, para que se visualice que existe la opción de la honestidad política, para dejar en evidencia las complicidades dolosas. Es verdad que al PSOE le ha cogido en campaña de primarias y congreso, pero la vida política no se detiene por sus debates internos. Es correcto que UP haya ofrecido al PSOE retirar la moción para presentarla de forma conjunta y encabezada por los socialistas. Pero es un error que los socialistas la rechacen, porque esta moción de censura conecta mejor con el “No-Es-No” de las bases y el electorado socialista que otra nueva abstención impulsada esta vez por Pedro Sánchez.
Las mociones de censura no se ganan o pierden por la simple aplicación de la aritmética parlamentaria. La perderá Rajoy si, llevado por su frivolidad y cobardía, desprecia a más de cinco millones de ciudadanos y no da la cara. Quedarán tocados los que por activa o por pasiva le apoyen. La ganará quien demuestre que la situación es insostenible y que degrada profundamente al sistema democrático, que hay alternativa y que podemos estar cerca de ella.
No es una moción de censura perdida, aunque no tenga los votos suficientes. Menos aún si va acompañada de movilización en la calle como la que está prevista para el 24 de junio. Los hechos hablan más alto que las palabras y esta iniciativa política sirve para desenmascarar y para demostrar que se debe abandonar el pesimismo. Muchos ciudadanos se darán cuenta de que mientras haya quien pelee por la dignidad de la democracia aún queda un destello de esperanza. Y la esperanza es siempre una victoria.
[Fuente: Cuarto Poder]
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2017