La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
La mano invisible. La película
El trabajo alienado y explotador hecho película a través de un proyecto colectivo y liberador
Vidal Aragonés
En La mano invisible encontramos un grupo de trabajadores en una nave industrial abandonada, cada uno haciendo su trabajo, todos en el mismo espacio pero separados y sin inicialmente relacionarse entre ellos. El trabajo que realizan tiene mucho de representación y parece no ser productivo: un albañil que levanta una pared, la tira y vuelve a construirla; un mecánico que desmonta un coche; una costurera que cose sin parar… Están en una nave en la que hay, además, una grada con público que les ve trabajar. No sabemos por qué están allí, a qué se debe aquello, si es una representación o una obra de arte, si es una forma de protesta, un reality show… y esas son las preguntas que conducen el libro: ¿Por qué están ahí? ¿Quién los ha hecho trabajar? ¿Quién está detrás de aquel montaje y quien es la mano invisible que mueve los hilos de los trabajadores? ¿Quién los ha colocado allí?
Estas son las palabras con las que Isaac Rosa nos presenta La mano invisible. La película en un vídeo explicativo sobre el proyecto. El texto que da origen, una prosa moderna de altísima calidad y apartada de la literatura comercial, huye de ese tratamiento casi siempre subalterno, maniqueo o frívolo que recibe la clase trabajadora. En la cinematografía, salvo honrosas excepciones, la clase obrera es analizada sin profundidad, jugando un papel secundario, como el bufón que acompaña a los protagonistas. Lejos de esta visión, el escritor asentado durante algunos años en Madrid (sevillano de nacimiento) nos regala un análisis no tanto de la clase obrera sino del trabajo a través de una profunda interiorización psicológica de cómo pensamos en el desarrollo laboral. Aunque la obra se basa en capítulos que se centran en diferentes profesiones analizadas detenidamente, el autor no pretende obviar ni lo personal ni lo general. La limpiadora, la costurera, el peón de la cadena de montaje… podrían ser cualquiera de nosotros. Sin duda podrían ser nuestra madre o nuestro padre, nuestras abuelas; serán nuestros hijos. El cine y la literatura los ha censurado, pero en un análisis real es evidente que el mundo funcionaría sin empresarios pero no sin ellos y ellas. Esta es la segunda grandeza del proyecto: lanzar una película no desde las grandes mercantiles y sus consejos de administración sino a través del trabajo cooperativo. La mano invisible está siendo adaptada, en el sentido más real del término, por el director David Macián y el guionista Daniel Cortázar, como obra cinematográfica. El proyecto lo forman el conjunto de técnicos y profesionales que nos regalan esa magia que es el cine y que tantas veces son invisibilizados por la industria mercantil audiovisual. Por supuesto, no faltan un buen número de actores y actrices que, más allá de su dilatada experiencia en la profesión, han querido participar de un proyecto que ante todo es colectivo.
La producción es cooperativa y todo el equipo, desde el staff técnico hasta el elenco actoral, financia el coste de la película y opta a los beneficios futuros de la misma. Más allá de que la figura jurídica del filme, por motivos operativos, sea finalmente una sociedad limitada, internamente funciona como una cooperativa: hacen asambleas periódicas en las que participan la producción asociada, los colaboradores y el equipo técnico y artístico, y en la que todos los votos valen igual, tomando las decisiones relevantes para la película en colectividad. Finalizadas las asambleas, la responsable de producción redacta un acta, que es enviada a todo el equipo y los productores asociados con el fin de que quienes no hayan podido asistir a la asamblea conozcan la situación en la que se encuentran el proyecto y las decisiones que se han tomado conjuntamente. La financiación de la película proviene de las aportaciones que se realizaron a través de la plataforma online de financiación colectiva Verkami. Los sueldos del equipo artístico y técnico son capitalizados, es decir, contabilizando lo que debería ser el salario de cada uno y optando a un porcentaje de los ingresos de la película, que se repartirá proporcionalmente en función de esos porcentajes. Por otro lado, hay quien participa con colaboraciones “en especies”. En patrocinio, existe también un importante número de empresas y profesionales afines a la ideología del proyecto, tanto en su forma como en su fondo, por ser una historia que habla de la dignidad del trabajo y reflexiona sobre la precariedad laboral actual. La mano invisible. La película es expresión de la nueva etapa en la que estamos, se critica el momento en que vivimos a través de nuevos métodos, se pasa así de la cultura de la resistencia a la de la alternativa. Este no es un filme más; es una película que trata del trabajo alienado y explotador y se crea a través de un trabajo colectivo y liberador.
La recepción que ha tenido en festivales ha permitido que el 28 de abril se estrene en algunas salas comerciales de 17 provincias del Estado español. Esta es una película que como el propio Isaac Rosa plantea traslada preguntas sin que ello signifique que se encuentren en la misma las respuestas. ¿Estamos ante la economía especulativa que se superpone a la productiva? ¿Pensamos mientras trabajamos? ¿O quizá no trabajamos lo que pensamos?
25 /
4 /
2017