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El Lobo Feroz

Opción choque de trenes

 

 

 

 

 

 

El otro día me lo explicó Tom, un pastor alemán que estuvo al servicio de la CIA durante más de dos años, hasta que logró fugarse. Para ello enamoró, a base de mover el rabo y otras monerías, a una viuda rica empeñada en viajar a Europa en trasatlántico, y naturalmente, llevarle con ella. «Me sentí como un gigolo —decía Tom— al seducir a aquella buena señora; pero si me hubieran pillado los de la CIA me habrían convertido literalmente en hot dogs. Tenía que poner tierra por medio a toda costa». No hace falta decir que desembarcado en España mi amigo dejó plantada a la buena señora: le trataba muy bien, pero a fin de cuentas ella volvería a los Estados Unidos, país cuyo sistema penal horroriza a Tom. Tom se conoce ahora media docena de residencias caninas (lo dice así, «residencias caninas»; su dignidad le impide llamarlas ‘perreras’), de las que se fugó una tras otra hasta ser adoptado en Barcelona por un caballero completamente entregado a la causa secesionista, lo que le deja a Tom, que se las sabe todas, muchas e incontroladas horas de libertad.

Tom vino a verme a mi tugurio completamente abatido. «Han optado por el choque de trenes», dijo.

¿Quiénes? ¿Qué trenes? quise saber. Me miró como si yo fuera idiota. «Los secesionistas», dijo tras un largo suspiro.

Le pedí que se explicara. Su servicio en la CIA le permitió no sólo enterarse de muchas cosas sino que también le enseñó análisis político, realización de cochinadas políticas y culturales varias y, en suma, le dotó de un olfato político fino que nunca he dejado de apreciar. Si le vierais, un perrazo grande y gordo, señorial y un poco lento de andares, no diríais nunca que su cabezota alberga una máquina de análisis político de extraordinaria lucidez.

«Oigo hablar a mi humano por teléfono —me cuenta—, e infiero cosas» ¿Qué cosas? —le pregunto. «Están asustados. Empiezan a detectar reacciones entre la masa de los no secesionistas. Por ejemplo: parece que los Mossos han descubierto —no me preguntes por qué medio— la existencia de un grupo de trabajo en Cornellà que prepara un Plan B para el caso de que ganaran los secesionistas.» «Eso es muy improbable», le objeto. «Claro, pero de todos modos ese grupo proyecta exigir el derecho a decidir para convertir el Barcelonés, el área metropolitana, en comunidad autónoma federada a España». Me echo a reir: «¿No te creerás esas tonterías?». «No son tonterías —me dice—; tienen el modelo escocés contra el Brexit, y podrían constituir un movimiento político poderoso, sobre todo si, a diferencia de los secesionistas, ponen en el primer plano la lucha de clases. ¿No te has enterado de lo que pasa con el empleo, los salarios, la sanidad, la vivienda, la educación? ¿Crees que siempre será posible torear con la estelada a los jóvenes parados del Barcelonés?. Además está la Vall d’Aran, con su lengua occitana, que también». Me deja pensativo; vale que a los araneses no les hagan gracia las fronteras, pero no me acabo de creer que el Barcelonés pudiera reclamar la independencia, y menos reclamársela a éstos; no obstante, Tom tiene el olfato político que tiene.

Tom aprovecha mi silencio para remachar: «Se han dado cuenta de que no tienen salida, y no saben cómo dar marcha atrás. De modo que su única esperanza la ponen en provocar el choque de trenes y en procurar que parezca que ese choque es culpa del Estado central. De paso tratan de poner en un brete a su enemigo de clase, al mundo del Unidos Podemos catalán». Pienso yo que eso es razonable: los de Unidos Podemos a veces se hacen la picha un lío. Y por otra parte la idea de martirio está bien arraigada en el transcerebro histórico catalán: a 1714 me remito, o a Companys. Puigdemont y Junqueras serían los nuevos mártires.

«Pero ¿has pensado en serio que Junqueras podría aguantar con el rancho de la cárcel?».

Ambos nos echamos a reir.

«No, en serio —insiste Tom—. Si gana Susana Díaz en el Psoe, se aliará con el PP y ya puedes olvidarte de una reforma constitucional. Rajoy juega a eso y el Ibex también.

«Han empezado una campaña de imagen para culpar al Estado de lo que les pase a ellos. Hablan de judicialización de la política, y el hecho de andar todo el día transgrediendo la ley y que tengan que atenerse a las consecuencias parece darles la razón. Y no solamente eso: dan conferencias, lloran, viajan, escriben en la prensa». O sea, pensé yo, que tratan de eternizar la división social para el día de mañana. «Pero roban —dije.  Hacen de todo con el dinero del contribuyente». «Como el PP —cierra Tom—. Ya verás como eso, entre el emocionalismo independentista y el nacionalismo de la España Negra, no le pasa factura a nadie».

«Todo eso lo has aprendido en la CIA» —le pregunto tras unos momentos de silencio. «¡Qué va! —responde—; ¡lo he aprendido aquí!».

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3 /

2017

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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