Skip to content

Alfons Duràn-Pich

Grecia en el olvido

 

Una de las más acusadas características de nuestra sociedad –globalizada y frivolizada– es su capacidad para dejar sin resolver la mayoría de los contenciosos públicos. Y lo hace a través de un proceso automático por el que sustituye un contencioso por otro, en base a la más reciente actualidad noticiable. Este mecanismo de sustitución cuenta con la inestimable ayuda de los grandes medios de información, que han perdido su sentido crítico y se dedican a la manipulación y al entretenimiento.

Un buen ejemplo lo tenemos en el caso griego, al que prensa, radio y televisión dedicaron mucho tiempo hace apenas un par de años, y al que ahora no prestan la mínima atención. Y es que ya no “interesa”, no mejora el “share”.

Por desgracia, el periodismo que se practica hoy en el mundo es de muy bajo nivel, con contadas, contadísimas excepciones.

Pues Grecia sigue ahí, aunque poco importe.

Grecia, un país en quiebra que los portavoces oficiales de la Troika consideran que “está haciendo los deberes” y cumpliendo con sus obligaciones financieras, que le permitirá equilibrar sus cuentas y pagar sus deudas. Para ello se basan en el incremento del PIB (el Estado Español ha puesto de moda utilizar este macroindicador como coartada) y en las proyecciones a medio plazo.

Hace ya tiempo dejé escrito al respecto mi posición sobre esta forma de vendernos la moto: “La macroeconomía (inflación, crecimiento del PIB, déficit público, deuda, paridad monetaria) es como un cuadro impresionista. De lejos resulta bello, pero cuanto más te acercas más ves el brochazo en su descarnada desnudez”.

Grecia va bien, con un desempleo del 23% y de un 44% entre los más jóvenes. Grecia va bien, con un Estado en bancarrota, que debe 320.000 millones de euros, cuando su PIB sólo suma 181.000 millones. Grecia va bien, con un 15% de la población considerada de“extrema pobreza”. Grecia va bien, cuando las pensiones han sufrido un recorte del 40%. Grecia va bien, con un IVA disparado (el 24% en alimentación, que es la base de las rentas bajas). Grecia va bien, con un impuesto sobre la propiedad – que tenía que ser transitorio – y que se ha oficializado para quedarse, impuesto que supone una media de 650 euros para los cuatro millones de propietarios (cualquiera que sea la propiedad).

Y como va bien, se sigue privatizando entre “amigos y conocidos”. Ahora se ha cerrado el caso Fraport, la empresa alemana con sede en Frankfurt que se ha quedado la explotación de los 14 aeropuertos más rentables de Grecia. Por ello pagará 1.234 millones de euros y una cuota anual de 22,9 millones. La concesión es de cuarenta años. Fraport espera obtener un retorno por su inversión de 180 millones de euros anuales, aunque lo más importante es que tiene absoluta libertad para gestionar los “contenidos” de cada aeropuerto (que es donde está el negocio), lo que significa contratación de restaurantes, cafeterías, tiendas, publicidad, etc. Los actuales (incluidos los empleados) no tendrán derecho a ninguna reclamación, en el caso de que pierdan su posición actual. Si hay pasivos de cualquier naturaleza, serán asumidos por el Estado. Fraport estará exento del pago de impuestos municipales.

Para ver la dureza de los procedimientos, hay que tener en cuenta que el plan original de la autoridad griega responsable de las privatizaciones era hacer un paquete con aeropuertos rentables y no rentables, plan que fue desestimado. Los más rentables se los queda Fraport y el resto (23), la mayoría con pérdidas de explotación, se los queda el Estado. Hay que tener en cuenta que la geografía griega obliga a disponer de aeropuertos en islas remotas.

Fraport no ha hecho esto solo, sino en colaboración con el grupo Copelouzos, conglomerado griego propiedad del oligarca Dimitris Copelouzos, con quien también comparte la explotación del aeropuerto de San Petersburgo.

Si tenemos en cuenta que el único sector económico que funciona en el país es el turismo y que dos tercios de los turistas llegan por avión, comprenderemos mejor la importancia de esta operación.

Y cuando lleguen a Atenas y se dirijan a sus hoteles de lujo o paseen por sus calles, tendrán que sortear a los diez mil ciudadanos sin techo que acampan por la ciudad, el 70% de los cuales  –según el Ayuntamiento–  se han abocado a la mendicidad en los últimos cinco años. Ni que decir que los servicios de droga y prostitución han aumentado paralelamente.

Grecia existe. Como recogía el Financial Times en unas recientes declaraciones de un pequeño empresario: “La democracia se basaba en algunos hombres trabajando y otros pensando. En la Antigua Grecia, por cada 1000 pensadores había 4000 que trabajaban. Hoy, muchos trabajan pero hay demasiados que simplemente están sentados y piensan”.

[Fuente: La Lamentable]

26 /

3 /

2017

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

+