La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
El Lobo Feroz
Las vuvuzelas de la decadencia
Un patoso Donald
Ellos han dicho siempre que cualquiera puede llegar a presidente de los Estados Unidos, y Trump parece confirmar esa burrada. Ocupa ya la presidencia un tipejo que no tiene la menor idea de la política, que cree que se puede gobernar como se dirige una empresa, negociar como lo hace un matón y calcular como puede hacerlo el jugador de póker más rico de la mesa. El pensamiento, por llamarle algo, de Trump esta compuesto por elementos contradictorios: por una parte el apogeo del neoliberalismo: la sustitución de la política por el mercado (el gobierno a las claras del mercado sobre la política), querida por los grupos sociales más retrógrados de los Estados Unidos. Conjugado, si pudiera ser así, con hiperpoliticismo proteccionista. La incoherencia elevada a principio. Y por otra parte represión pura y dura contra los no white people que habitan el territorio Usa.
Casi todo apunta a que Trump tendrá problemas para terminar su mandato; creará a los estadounidenses y a sus instituciones más líos de los aceptables. Pero sólo casi todo: el vicepresidente que tendría que reemplazarle es un republicano de modos menos extravagantes pero incluso más derechista que el propio Trump.
La trompeta de la decadencia del imperio americano ha sonado, al final, como una vuvuzela.
Y otro que se va sin pena ni gloria
A Obama le hará parecer bueno su sucesor. Pero no ha cerrado Guantánamo ni abrogado la Patriot Act, con la que se ha encontrado muy a gusto. Con ella se permitía los asesinatos selectivos de personas —algunas de ellas connacionales suyos— mediante drones. A eso le llamaban en la Casa Blanca «los viernes negros», porque se solía matar en viernes. Su mejor hazaña bélica ha sido el asesinato de Bin Laden —desarmado, lo hubieran podido tomar preso—; pero como no había pruebas de que tuviera responsabilidad en lo de las Torres Gemelas, su juicio podía haber sido contraproducente para la presidencia. Además sabía demasiado. La orden era matarle, y echar su cadáver al mar en lugar desconocido, y santas pascuas. Hay una foto de Obama y Mrs. Clinton, entre generales, siguiendo cuidadosamente la operación, que pasará a la historia. Y nadie se ha atrevido a protestar por el procedimiento…
Por lo demás, sabemos gracias a Snowden a qué se dedicaban los funcionarios al mando del señor Obama.
Regia metedura de pata
Hasta ahora Felipe VI daba muestras de tener más sensatez que su predecesor en la jefatura del estado. Claro es que sus discursos institucionales eran eso, institucionales. Institucionales de unas instituciones españolas actuales que, si navegan, lo hacen igual que ese submarino que la armada se está construyendo a costa nuestra. Sin embargo no se le conocen al sucesor cacerías de elefantes ni cartas a monarcas extranjeros pidiéndoles pasta. Ahora, sin embargo, ha metido la pata o ha dejado que le hicieran meter la pata.
Porque la visita a la Arabia Saudita como embajador —más que de España— de la empresa pública Navantia, una entidad constructora de armamento, para venderles a los saudíes varias corbetas, un puerto militar y otras exquisiteces se da de narices con el compromiso de España con la paz, o, por emplear palabras más ciertas y menos altisonantes, con los deseos de paz de la mayoría de los conciudadanos, que quieren siempre que su Estado se aparte de las guerras.
Los saudíes han armado y animado políticamente la guerra en Siria e intervienen con fuerza en Yemen. Por otra parte el régimen saudí no respeta los derechos humanos sino que los desprecia. En Arabia saudí se sigue cortando manos, torturando en las cárceles, azotando a mujeres «adúlteras» (en realidad, y a menudo, violadas); con pena de muerte mediante decapitación por brujería o hechicería, e igualmente, claro por delitos menos fantasiosos. Los latigazos forman parte de la penalidad habitual por delitos menores. Entre ellos la apostasía. Como la fustigación puede acarrear la muerte, eso se practica por tandas quincenales de 50 azotes, hasta completar penas de 1000, por ejemplo, si el supliciado, como es natural, no muere antes.
Felipe VI ha ido a vender armamento a esos bárbaros impresentables. Se supone que el viaje encontrará también una «justificación» social, porque en Ferrol y en Cádiz podría haber trabajo para bastante gente durante varios años en los astilleros y en las empresas de armamento..
La intangibilidad jurídica actual de la jefatura del estado vuelve inviable la exigencia de responsabilidad política. Pero esa responsabilidad es también del gobierno y ésa sí es exigible
En cualquier caso, una Presidencia de la República no habría podido ir a vender armas a Arabia saudí.
Las meteduras de pata siempre tienen costes. Si no, que se lo pregunten a Juan Carlos de Borbón. En España la monarquía no consigue desenredarse del ejército.
A propósito del submarino
Se trata, naturalmente, del S-81, el ultramoderno submarino de la armada, que no flota. Las eminencias de la armada creen que podría flotar —la teoría es tan simple como el principio de Arquímedes— aligerando el peso o alargando la nave. La última solución supondrá siete millones de euros por metro alargado. Los cuatro submarinos previstos para la Armada costarían, antes de estos problemas, 2.200 millones de euros. A lo que hay que añadir el coste de mantener operativos los submarinos de la serie S-70 hasta que se solucione el desaguisado y, claro, lo que acaben costando los S-81 en realidad.
La pregunta que se hace el Lobo es doble: quién o quiénes son los zotes responsables de que el submarino no flote, y por qué nadie les pide responsabilidades. Si esto fuera una democracia alguien tendría que responder, creo yo, y alguien debería atreverse a preguntar por el debido cauce parlamentario.
Además, señalar que esos submarinos los exige la Otan, no la gente ni la defensa de los que vivimos aquí. Quienes aprobaron los créditos para construirlos son palanganeros de la Otan. Que actúan a espaldas de la gente, amparándose en los renglones torcidos del presupuesto. Y la prensa le pone sordina a todo eso.
Cuestiones de lenguaje: «arrestos»
Las cuestiones de lenguaje siempre tienen su importancia, porque a veces se tarda en entender el cambio en la terminología. Así, «director de recursos humanos» sustituyó a «jefe de personal», «flexibilidad en el empleo» a «despidos», «emprendedores» a «trabajadores autónomos», etc.
De un tiempo a esta parte las emisoras de radio (sobre todo, muy acusadamente, la radio pública), arrastrando a parte de la prensa, han sustituido la palabra «detención» por «arresto». Las personas han dejado de ser detenidas y empezado a ser arrestadas. Eso merece un poco de análisis.
Los arrestos, hasta ahora, podían ser o bien lo que les caía a soldados sancionados a unos días de calabozo por faltas menores, o bien, y hasta las últimas reformas del código penal, una forma de pena: arresto mayor, para delitos menores, y arresto menor para lo que se conocía como falta (más o menos; el Lobo que suscribe sólo tiene vagos conocimientos jurídicos). Quienes padecían estas sanciones contaban sólo con los derechos y garantías de los sancionados.
Los detenidos, en cambio, no son personas sancionadas. Su inocencia se presume (habrá que probar su culpabilidad, cosa que muchísimas veces no se conseguirá) y pueden acabar no procesados y libres. Tienen derechos y garantías de las que carecen los arrestados en cualquiera de sus acepciones.
La pregunta maliciosa es: llamar arrestados a los detenidos, ¿es mero analfabetismo de los periodistas? ¿Es simple moda, influencia de las deleznables películas norteamericanas de bandidos? ¿Es voluntad de contribuir a dejar sin derechos a los detenidos? ¿Tiene eso algo que ver con la ley mordaza? Todas las hipótesis son lícitas, pero a pesar de que la primera parezca muy probable en una época en que la ortografía y la sintaxis han dejado de ser norma hasta en los titulares periodísticos, la experiencia indica que parece más probable la tercera hipótesis, o sea, el designio de crear confusión acerca de los derechos de las personas corrientes, en coherencia con las últimas tendencias institucionales.
(‘Arrestos’ es también palabra con otro significado, como se expresa en ‘tener arrestos’; los golfos y los militares dicen lo mismo de otra manera.)
Otro chiste: refundación del Psoe
Después de que Felipe González y otros santos barones se pusieran de los nervios ante la posibilidad de que Pedro Sánchez pactara con la izquierda, y no dudaran en dividir el partido para impedirlo como matones; y después de que la autoritaria gestora del Psoe resultante materializara una gran coalición en la sombra, y también después de poner por otra parte todo tipo de trabas a la intervención política de sus militantes de base en efectiva minoría de poder, toda esa gente —desde la derechista Susana Díaz a los barones varones que le van a la zaga— ha puesto de moda hablar de refundación del partido.
Pero ese partido no tiene hoy por hoy nada que refundar. Si quisiera hacerlo tendría que abandonar su neoliberalismo económico, contraponerse de veras al PP y moderar radicalmente su entusiasmo europeista. Por supuesto, no lo harán. No tienen nada de nada para refundar nada. Aspiran solamente a que su pacto de facto con el PP lo sea también de iure y cobrarse así algunos cargos públicos bien remunerados. Hoy muchos cuadros del Psoe están preocupados por saber, sobre todo, de dónde sacarán un sueldecillo después de las próximas elecciones.
Apéndice: curiosamente Iceta, rara avis, está resultando ser al mismo tiempo el político profesional que mejor sabe posicionarse en Cataluña. ¡Quién lo iba a decir!
Desobediencia civil
La desobediencia civil consiste en no obedecer las leyes por motivos político-morales. Sus requisitos son que la desobediencia sea pública y que el desobediente esté dispuesto a soportar las consecuencias de sus actos. De otro modo se comportaría como un simple delincuente.
La idea subyacente a la desobediencia civil es mostrar públicamente que la posición moral del desobediente es superior a la de las leyes que se desobeden.
Lo que no vale en ningún caso es pretender desobedecer a la ley y escapar a las consecuencias: ahí se está por debajo de la moral, de la política y del derecho. Una posición sorprendente la de los cargos públicos catalanes desobedientes de las normas, al pretender impunidad. ¿Cómo gobernarían ellos con sus propias normas? ¿Como El Padrino?
Corolario: una perlita, la noticia de ese mosso d’esquadra sancionado por no traducir al catalán a un declarante castellanohablante. En el ambiguo mundo del secesionismo siempre se puede encontrar una consigna que vaya más allá de las leyes; consignas sacadas de la manga de cualquier jefecillo, y de ahí para arriba, todos. El patriotismo —alguien lo dijo— es el último refugio de los canallas.
Culto al estómago
El culto al estómago, cuando tanta gente pasa literalmente hambre, retrata a la sociedad oficial y a sus figurantes oficiosos. Empezó hace ya mucho tiempo. Prensa y radio no paran de hablar de estrellas Michelin, los cocineros aparecen en la tele y hasta alguna universidad oportunista les echa el honoris causa. Quizá no podía ser de otro modo en un país que ha sustituido el boom inmobiliario por el boom turístico (que también puede hacer un ¡bum! muy repartido). Lo último han sido cocineros en la tele que visitan restaurantes cochambrosos y concursos de chefs. Lo peor, los concursos en que los cocineros son niños. Por lo visto la audiencia babea ante el televisor al ver guisar a las precoces y encantadoras criaturitas. Vomitivo.
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2017