Skip to content

Marcos Ana

Autobiografía

Mi pecado es terrible;

quise llenar de estrellas

el corazón del hombre.

Por eso aquí entre rejas,

en diecinueve inviernos

perdí mis primaveras.

Preso desde mi infancia

ya muerte mi condena,

mis ojos van secando

su luz contra las piedras.

Mas no hay sombra de arcángel

vengador en mis venas:

España es sólo el grito

de mi dolor que sueña.

24 /

11 /

2016

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

+