La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
El Lobo Feroz
Paisanaje
Mejor, imposible
Hay una «escuela» de pseudohistoriadores catalanes empeñados en provocar: dos de ellos, Víctor Cucurull y Lluis Mandado, se llevan la palma en eso de desfacer entuertos castellanos. Según ellos, el Quijote se escribió en catalán, el Poema del Cid también, Teresa de Ávila no era de Ávila sino catalana, como Erasmo de Rotterdam; Colón no partió de Palos de Moguer en su primer viaje a América sino de Pals, en el Ampurdán; Carlos V no se retiró a Yuste sino al monasterio de La Murtra, en Badalona; la «reconquista» no empezó en Covadonga sino en Llívia, etc. No tienen desperdicio: el Lobo recomienda encarecidamente su lectura y su divulgación. Es fácil dar con ellos tecleando sus apellidos en internet. Cucurull es un destacado cuadro de la llamada Assemblea Nacional Catalana.
En esos mismos ámbitos digamos intelectuales del secesionismo ha sido inventado un catalanizador de apellidos, pues se ha descubierto que los más frecuentes en Cataluña son García, Fernández, Martínez, etc. Pues bien: la campaña «Salvem els nostres llinatges» llama a cambiar el orden de los apellidos para que pervivan los catalanes, y a catalanizar los apellidos castellanos si no se es portador de algun apellido catalán. También se puede encontrar la campaña en internet, pues los catalanizadores de apellidos están muy puestos al día en eso de la comunicación horizontal. (Tan horizontal como el encefalograma plano.)
Chisgarabís
Cuentan que al economista catalán Joan Sardà Dexeus le desconcertaba el uso que hacían en Madrid de la palabra ‘gilipollas’. Preguntaba por su significado pero nadie le daba una explicación satisfactoria. Hasta que un día, refiriéndose a López Ródó, alguien dijo: «Ése es un gilipollas». A Sardà se le aclararon las dudas inmediatamente.
Al Lobo que suscribe le ocurre algo parecido con la palabra ‘chisgarabís’. ¿Qué es un chisgarabís? El diccionario lo define como ‘chiquilicuatro’ (lo que viene a ser más de lo mismo), y al chiquilicuatro como «persona, frecuentemente joven, algo arrogante y de escasa formalidad o sensatez». El diccionario lo tiene crudo, porque en realidad, para este tipo de palabras, lo que funciona es la definición ostensiva. Y también el Lobo que suscribe ha tenido suerte, porque alguien, al comentar que según el señor Puigdemont hay que echar de Cataluña «a los invasores», añadió: «ése es un chisgarabís». De modo que ahora el Lobo, mestizo, tiene claro lo del chiquilicuatre y el chisgarabís.
Colau, la Stassi y otras miserias
Como vecino del ensanche barcelonés he recibido una comunicación del Ayuntamiento de Barcelona en la que se me facilita un teléfono y una dirección electrónica para que denuncie la existencia de algún piso turístico en mi escalera, si lo hay.
La alcaldesa de Barcelona fomenta la soplonería y la delación de los ciudadanos. Como la Stassi, vaya.
Es cierto que los negocios que no pagan impuestos municipales u otros están en la ilegalidad y deben ser reconducidos a ella. Pero para eso el Ayuntamiento barcelonés dispone de los numerosísimos efectivos de la guardia urbana y de servicios de inspección; no necesita recurrir a somatenes ni a soplones como no sea que también él, como los empresarios de pisos turísticos ilegales, trate de evitar gastos.
Una vez más, Colau se ha equivocado: sabemos desde niños lo que es un soplón. La alcaldesa Colau se ha equivocado también al participar como tal cargo institucional —y no, eventualmente, como un particular más— en las procesiones del 11 de septiembre; de paso, ponía en evidencia el oportunismo que la indujo a no participar en ellas el año anterior.
Resulta curioso que la experiencia social de la alcaldesa no la haya permitido ver que alquilar habitaciones a turistas puede ser un intento de remediar las estrecheces de algunos vecinos.
Hasta ahora la alcaldesa ha dado muestras de un considerable vacío de cultura política (y de sentido común); con la inducción a la delación —que al parecer ha tenido éxito, con mil soplones barceloneses—, también ha mostrado un monstruoso vacío de cultura moral. Yo la voté, pero no será fácil que vuelva a hacerlo. Nunca me ha gustado votar tapándome la nariz.
La muerte de Víctor Barrio
El torero Víctor Barrio murió a causa de una cornada en el pecho cuando toreaba en Teruel.
Los antitaurinos llenaron internet de mensajes congratulándose por esa desgracia, con insultos al torero muerto y a su familia. La palma se la llevó nada menos que una persona titulada por el estado para educar a los niños. Esa persona se llama Vicente Beleguer, y escribió lo siguiente: «Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel (en su casa lo conocerán a la hora de la siesta), yo que soy un ciudadano muy ‘educado’ hasta el punto de ser maestro, me alegro mucho de su muerte, lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de (…) que lo engendraron y toda su parentela, esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. Hoy es un día alegre para la Humanidad. Bailaremos sobre su tumba».
Las palabras de ese «maestro» son sólo una muestra de lo que en el mismo sentido circuló por internet. Antitaurinos que usan la cabeza para embestir. Con lo que se demuestra que ese espacio democrático y horizontal de internet puede ser todo lo contrario de la democraticidad y sobre todo de la decencia.
Convivimos con ciudadanos cuyo voto vale tanto como el nuestro, pero cuyo pensamiento es enteramente despreciable y censurable, pensamiento basura, conciencia de gran simio y nada más.
El tiempo en que se podía ser optimista respecto de la ciudadanía no parece ser ya un tiempo presente.
Los que cortan el bacalao
Los que cortan el bacalao no han sido capaces de explicar que si hubiera unas próximas terceras elecciones sería por culpa del PP y en particular de Mariano Rajoy. Rajoy, don Sinprincipios, prefiere esas elecciones, que seguramente le darían la posibilidad de gobernar cuatro años más, para mayor miseria nuestra. Es obvio que ahora el Psoe dejaría gobernar al PP e incluso estaría dispuesto a una gran coalición con el PP y Ciudadanos si Rajoy no fuera el candidato del Partido Popular a presidente del gobierno. Porque sería suicida para el Psoe y también para Ciudadanos caucionar al responsable político de la volcánica corrupción materializada por políticos del Partido Popular y encubierta por Rajoy a cambio de apoyos en el interior de su partido.
Con otro candidato del PP (llámese Feijoo, Margallo o incluso Sáez de Santamaría) no faltarían partidos políticos con los que pactar una investidura. Pero no hay otro candidato gracias a que Rajoy es una oferta en el interior del PP que nadie de ese partido cleptómano puede rechazar.
La habilidad de Rajoy para traspasar las responsabilidades a otros sin que nadie se dé cuenta evoca la de esos trileros de bolita y cubiletes, capaces de hacer pasar la bolita de un cubilete a otro sin que nadie perciba la trampa.
Trump
La razón me dice que no será elegido: sería la muestra más visible de la decadencia de los Estados Unidos. Pero la Ley de Murphy dice que si algo puede ir mal, irá mal. Y no sé qué entusiasmo puede suscitar la señora Clinton salvo entre los empapuzados de telefilmes norteamericanos y cremas faciales.
Wallace, Stevenson, McGovern, y ahora Sanders. Candidatos demócratas perdedores que hubieran sido mejores presidentes que quienes les derrotaron.
26 /
9 /
2016