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Agustín Moreno

Sacrificar al PSOE para salvar a Rajoy

Ese va a ser el resultado de la grave crisis abierta en el PSOE por un sector del partido manejado por Felipe González y jaleado por el PP y la prensa, especialmente El País, para defender los intereses de la oligarquía financiera y del régimen bipartidista del 78. Veamos algunas claves.

  • El linchamiento de Pedro Sánchez. Nada justifica la saña con la que se ha tratado al actual secretario general de los socialistas españoles. Salvando las distancias, recuerda el acoso y derribo del presidente Adolfo Suárez por las mismas fuerzas del régimen, desde la derecha más montaraz al mismo Felipe González. Que el PSOE está en descenso electoral permanente es cierto, pero la racha no empezó con Pedro Sánchez. Viene pasando desde hace tiempo, desde el mismo momento en que Zapatero se sentó en la mesa con los caníbales de la troika, en afortunada figura de Rafael Chirbes, negó la crisis, impuso duros recortes y una reforma laboral nefasta y salió corriendo, cediéndole el poder al PP en 2011. Con Rubalcaba se produjo una gran inflexión y caída electoral: pierde votos por abandonar la izquierda. Sólo hay que repasar los viscerales editoriales de El País y la lista de insultos  que ha recibido Sánchez para apreciar la magnitud del ataque y los nervios de la oligarquía. Incluso durante la campaña electoral del 25S no han parado las intrigas de barones y baronesa y la proyección de una imagen de conflicto interno. Todo por negarse a facilitar la investidura de Rajoy y -según sus propias palabras- pretender situar al PSOE en una posición de izquierda y de autonomía y contar con las bases.
  • Felipe González, un político corrupto como gran puntillero de Sánchez. La peor corrupción es la de las ideas. No sé si se ha llevado dinero o no, pero políticamente es un corrupto en el sentido profundo de decir una cosa y hacer la contraria, incumpliendo reiteradamente programas electorales. Presentándose como de izquierda y aplicando políticas neoliberales a favor de las élites financieras. Que se lo pregunten al pueblo con la entrada de España de la OTAN después de jugar a los engaños, y a UGT y CCOO con motivo de la jornada de 40 horas, la reconversión industrial, las pensiones, los contratos basura, etc. También se ha beneficiado de una de las puertas giratorias más vergonzosas tras haber privatizado él mismo Gas Natural. Partidario de la gran coalición (PP-PSOE) y ahora de la abstención para dejar gobernar a Rajoy, ha reaparecido como muñidor del golpe de mano en el PSOE.
  • Guerra civil en el PSOE de resultados negativos en cualquier caso porque, como bien dice Juan Carlos Escudier, los golpistas ya han ganado. El PP tiene más posibilidades de ser investido, se arruina la posibilidad de gobierno de cambio y el PSOE quedaría muy mermado en el caso de nuevas elecciones. Es difícil saber cómo evolucionarán los acontecimientos en una organización con poca participación de las bases y donde los ejercicios de fidelidad a los aparatos suelen ser de pura supervivencia laboral desde que Guerra dijo aquello de que “quién se mueva no sale en la foto”. La división está servida entre los militantes y votantes, como pude apreciar este verano en una familia amiga y votante socialista, donde los padres rechazaban la abstención y la hija la veía como una solución. Los 85 diputados de ahora pueden ser añorados en el futuro tras la inmensa bronca desencadenada. Pero lo que más les dolerá a los militantes socialistas es que toda esta guerra civil sea para que siga Rajoy y/o el PP en el poder y para que Susana Díaz sea la nueva líder.
  • Los tres bloqueos de la política española. ¿Por qué se ha producido este asalto antidemocrático contra el primer secretario general elegido por la militancia en el PSOE? Porque existen unos bloqueos políticos que no parecen tener solución a corto plazo. Por un lado, la existencia de una derecha muy reaccionaria que pensaba que el país era su cortijo y que ha roto muchos de los consensos mínimos de convivencia durante el mandato de Rajoy: recortando servicios públicos esenciales (educación y sanidad), degradando el mercado laboral, reduciendo derechos y libertades, manipulando el poder judicial, etc. No puede pactar con ella nadie que no sea Ciudadanos, esa operación impulsada por los poderes financieros para recuperar los votos que perdiera el PP. Por otro, el pacto de hierro de la oligarquía para que la izquierda no participe en el gobierno: la actual operación de acoso y derribo se pone en marcha justo cuando Sánchez anuncia que exploraría un gobierno de cambio; para estos sectores sería inconcebible un acuerdo con Unidos Podemos. El tercer bloqueo es el no reconocimiento del derecho democrático a decidir de los pueblos de Estado español.

Ante la crisis de régimen que se está viviendo, la oligarquía está dispuesta a sacrificar a quien se deje antes que correr ningún riesgo. Y en este caso la víctima va a ser al PSOE, como ha sucedido cuando la socialdemocracia actúa de doméstica del capital. Es lo que ha pasado con el PASOK griego y lo que seguramente sucederá con el Partido Socialista Francés con su reforma laboral, que regalará el poder a la derecha. Además de las élites locales está el Club Bilderberg detrás de estas operaciones.

Siento lo que está pasando en el PSOE, creo que desde posiciones progresistas y autónomas es un partido necesario para el cambio y no se debería romper. Veremos cómo evolucionan las cosas en el interior del partido, los líos estatutarios y judiciales o el movimiento de militantes en la calle. Pero si la crisis se cierra con la imposición de las tesis de los llamados “críticos” quedará un enorme espacio a la izquierda. Espacio que habrá que rellenar evitando los conflictos gratuitos en las otras fuerzas de la izquierda, fortaleciendo la unidad y abriendo las puertas a todas aquellas personas que se quieran incorporar al proyecto de profunda transformación que este país necesita.

 

[Fuente: Cuarto Poder]

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2016

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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