La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Estúpidos hombres blancos
Ediciones B,
Barcelona,
288 págs.
María Rosa Borrás
Este periodista y cineasta famoso acaba de presentar su nueva película Fahrenheit 9/11 y según ha informado la prensa el contenido de esta película pone en imágenes buena parte de temas de los que trata el libro aquí comentado. Será cuestión de no perderse la película cuando podamos verla.
Se trata de un libro-documento, de un peculiar «informe» sobre los «males estadounidenses» que narra los asuntos con total desenvoltura, sin eufemismos ni retóricas literarias, con un estilo muy ágil y que, a su vez, aporta una muy amplia y detallada documentación exacta sobre todo cuanto dice. Es, pues, un libro frontera en el sentido de que ni es propiamente un estudio teórico ni se sitúa en el campo de la ficción: sencillamente explica, comenta e informa del tipo de sociedad americana, con un espíritu crítico radical que frecuentemente recurre a la sátira a fin de destacar con toda crudeza el totalitarismo como versión doméstica del imperialismo de Estados Unidos.
Es terrible lo que explica, pero el enfoque paradójico del análisis consigue que la lectura resulte divertidísima. Inicia su «relato» con el fraude de las elecciones que facilitaron la toma del poder de Bush y su equipo de neoconservadores, con todo lujo de detalles sobre la trama que preparó y realizó ese fraude electoral (véase la parte titulada «Quién es quién en el golpe») y las extensas y profundas complicidades: por ejemplo, los vínculos entre el clan Bush y el imperio mediático de Rupert Murdoch. En realidad, buena parte de cuanto dice es conocido (aunque por supuesto no con la gran profusión de datos que este libro proporciona) o debería serlo, ya que se ha publicado en la prensa ordinaria.
Ahora bien, creo que no por conocido es sabido, pues pocas veces lo recordamos y sobre todo casi nunca sabemos articular en un conjunto coherente esas dispersas y muy poco destacadas informaciones al respecto. De ahí que el libro denuncie con toda energía la corresponsabilidad de todos, por acción u omisión, en un mundo que hay que cambiar.
De entre la gran cantidad de aspectos de los que se ocupa, quisiera destacar, por su especial importancia, la descripción de los estragos de la insidiosa intervención del comercialismo en la educación: es un proceso silencioso de transformación de las escuelas en centros de adiestramiento social en la línea del mercantilismo servil. Toda la exposición está salpicada de pertinentes preguntas, como por ejemplo: ¿sabía usted que el responsable de información de la cadena de televisión Fox News es el cuñado de George Bush? Se adivina también que ésta es una obra resultado de lo que se llama periodismo de investigación (por ejemplo, sorprende la profusión de datos sobre los lazos entre las familias Bush y Bin Laden). De ahí que el libro contenga gran cantidad de encuadres en forma de «fichas coleccionables».
Finalmente, cabe destacar también las listas de consejos para poder contribuir a cambiar la situación, aunque ahí sí que resulta muy evidente la mentalidad de la gente hacia la cual el libro está orientado: los norteamericanos. Al igual que su última película, esta obra parece dirigida a despertar del profundo letargo a la sociedad de la capital del imperio.
6 /
2004