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El Lobo Feroz

Una decepción más que un fracaso

Más que un fracaso, el resultado de las elecciones constituye una decepción. Una decepción para las grandes y excesivas expectativas creadas en torno a Unidos Podemos (UP en lo sucesivo).

Vistas las cosas en perspectiva se podría decir lo siguiente: si hace dos años nos hubieran dicho que en el parlamento de las Españas iba a haber pronto más de 70 diputados a la izquierda del Psoe nos habríamos dado con un canto en los dientes. Y eso, hoy, es realidad.

La prensa y los medios de masas han desempeñado un papel importante en estas elecciones: son esos medios, y las encuestas, las que habían creado la expectativa del sorpasso. Y para cualquiera con dos dedos de frente eso habría arrojado dudas acerca de la solidez de UP, acerca de sus perspectivas programáticas examinadas con realismo, acerca de la escasez de sus cuadros políticos. El sorpasso es prematuro cuando todavía no hay nitidez programática, ni esta nueva formación en formación ha pasado siquiera por el alambique sus diferencias internas; el sorpasso era ayer prematuro, pero sin duda llegará muy pronto si se hacen las cosas bien.

Si hubiera habido posibilidades reales, no imaginarias, de sorpasso, ¿se habrían abstenido tantos que en los comicios anteriores votaron a Podemos? ¿No habrían corrido a las urnas para materializar la expectativa?

¡Ah, las encuestas! Han fallado todas. Las encuestas son estimaciones: sobre la base de unos miles de entrevistas alguien estima lo que votarán millones de personas. Pero ¡ay! los entrevistadores son personas jóvenes, como es natural muy mal pagadas, que muy bien pueden pensar que si sus jefes hacen estimaciones ellos también las pueden hacer y ahorrarse el pesado trabajo de entrevistar. Así, de estimación en estimación, hasta el disparate final.

Los medios tenían un doble interés en UP: de una parte esta alianza ayudaba a vender, a vender diarios y publicidad televisiva; de otra parte, UP era la formación a batir. Creo que ningún diario se ha dedicado con tanto empeño a eso como El País. El País había apostado por Ciudadanos (Ciudadanos y El País son los grandes perdedores de las elecciones junto con el Psoe), y Ciudadanos le ha devuelto al Partido Popular los votantes que le había quitado. Pero el ensañamiento con Unidos Podemos ha sido inusitado en una competición electoral. Hasta se han fabricado documentos falsos para descalificar a esta formación. Se han inventado más falsedades sobre su financiación, se han tergiversado sus propuestas, esto es, se ha tratado de presentar a UP como un grupo de insensatos. Y al día siguiente de las elecciones, todos los comentaristas políticos que odian a UP —en especial los «intelectuales» de Ciudadanos— se han lanzado a aconsejar acerca de lo que UP tendría que hacer, se han obstinado en hurgar en diferencias para tratar de convertirlas en grietas.

El Lobo que suscribe cree que esa campaña infame ha tenido éxito. Y que en cambio no ha sido buena la estrategia electoral de UP. Es de suponer que lo que ha ocurrido en cuanto a votos ha sido, en parte, lo siguiente: los descontentos con el Psoe que en los comicios anteriores votaron a Podemos no le han votado esta vez: se han abstenido, pero tampoco han vuelto al Psoe, lo que no es mala señal. Que se abstuvieran revela una mala estrategia electoral, muy norteamericana, del sector Podemos de UP, que ni ha abordado para los ciudadanos los problemas que aguardan en el futuro inmediato, ni ha señalado que algunas decisiones serían en todo caso problemáticas, y tampoco ha facilitado sacudirse de encima la calificación de populista, impropia  de un grupo que es en realidad socialdemócrata, que defiende soluciones políticas propias de una socialdemocracia bien temperada en vez de la falsa socialdemocracia neoliberal representada por ese malhadado Psoe moldeado por Felipe González: El Partido Neoliberal «Obrero» Español (¡si el otro Pablo Iglesias, el fundador del Psoe, levantara la cabeza!).

Por decirlo todo:  dos sectores de Izquierda Unida parecen haber puesto palos en las ruedas al proyecto unitarista, sensato, de Garzón: el sector agrupado en torno a Cayo Lara, conservador de unas supuestas esencias de IU con las que no hay nada que hacer, y el sector de Llamazares, la derechísima de IU, que siempre ha buscado entenderse con el Psoe. Ambas han obrado como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. El proyecto de Garzón debe seguir adelante, fundamentalmente porque es necesario, porque Unidos Podemos, En comú podem, etc., representan una orientación substancialmente correcta.

Lo peor de estas elecciones es el triunfo del partido choricero, el PP. Que un partido envuelto en escándalos innumerables, de corrupción tan rampante que hasta la ven los tribunales (los cuales suelen ser miopes o mirar para otro lado) no encuentre votantes que le pongan reparos y límites es un indicio de la pésima calidad del sistema representativo surgido de la Transición. El PP muestra que los chorizos abundan en la sociedad española y no sólo en los partidos políticos: que la pequeña corrupción hace de base de la grande, que no existe un concepto afianzado de lo público, de los bienes públicos, porque Franco los secuestró y los que han venido después han actuado demasiado pro domo sua. Un país en el que abundan los corruptos entre los ciudadanos es casi lo único que explica el triunfo electoral del PP. Casi: también el miedo, la inquietud en estos tiempos de sucesivas crisis económicas y de cambio cultural acelerado empujan hacia la derecha a los ciudadanos más timoratos y quizá a algunos de los más expuestos.

En cuanto a Unidos Podemos, tiempo habrá para definir el proyecto como un proyecto de clase, como el proyecto de los de abajo, donde están las clases trabajadoras, los parados, los malpagados, todos los golpeados por la crisis.

30 /

6 /

2016

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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