La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Miguel Muñiz
Elecciones, reflexiones, renovaciones, acciones... y Fukushima al fondo
Las elecciones del 26J han aportado clarificación y perspectiva sobre el futuro a medio plazo de la energía atómica. Desde una primera evaluación de los resultados, este artículo razona una línea de actuación potencial.
En las elecciones anteriores (20D) y ante la incertidumbre de un cambio de escenario político (para simplificar, la “crisis del bipartidismo”) se rompió puntualmente el silencio nuclear [1]. Pasadas las elecciones, las tensiones de la formación de gobierno y la gestión del “caso Garoña” por un Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que realizó una de sus exhibiciones de sumisión a los intereses de la industria, se llegó a una espiral de pronunciamientos políticos [2], aunque todo se gestionó con la discreción habitual. En algunos círculos ecologistas se difundió la falsa idea de que la mayoría de las fuerzas políticas, excepto el PP, estaban contra la energía atómica.
El 26J ha supuesto una clarificación. El 11 de junio, a pocos días del inicio de campaña, se produjo una movilización social exigiendo que no se renovasen en 2020 los permisos de funcionamiento de la nuclear de Almaraz, sólo unos pocos medios locales informaron de la protesta, la mayor cobertura se dio en Portugal [3], y las referencias en la campaña electoral a este conflicto fueron menos que nulas.
Los programas políticos del 26J muestran el peso de la consigna de “silencio nuclear” [4]. Aunque entre 2020 y 2021, seis de los siete reactores que funcionan en España deberán renovar sus permisos para 10 años más, tan sólo dos de los partidos que se han presentado a las elecciones, Unidos Podemos (y sus confluencias) y el PSOE, se posicionaban sobre el cierre de centrales; el resto, siete fuerzas políticas, optaban por un silencio calculado (la excepción: el pronunciamiento favorable del PP). Silencio que en un par de casos (CDC y ERC) se disimulaba con la “reivindicación” de un “impuesto nuclear” en clave identitaria [5].
Habiendo comprobado que la mayoría de las fuerzas políticas no está contra la energía atómica, sino todo lo contrario, analicemos las perspectivas que el resultado electoral del 26J abre para los próximos cuatro años; un resultado que implica continuismo de las políticas neoliberales, que se vienen desarrollando desde el inicio de los años ochenta, en un escenario de inestabilidad social, económica, ecológica y política.
Destaca, ante todo, el “caso Garoña”, central parada por decisión empresarial que podría ponerse de nuevo en marcha dados los beneficios ofrecidos por el gobierno PP a sus propietarios. Sería el primer ejemplo de prolongación de funcionamiento a sesenta años, algo largamente reivindicado por la industria y sus partidarios. Como la corriente principal que reivindica el cierre definitivo proviene del País Vasco, la central puede ser parte de la negociación para que un gobierno continuista en clave PP obtenga el apoyo de un nacionalismo vasco que cuenta, en este caso y sólo en este caso, con la complicidad de Iberdrola, una de las empresas propietarias. Es muy posible que discretamente se eche tierra al asunto y Garoña no vuelva a abrirse, aunque un gobierno continuista en clave PP deberá ofrecer compensaciones a la otra empresa propietaria, Endesa, partidaria de la puesta en funcionamiento [6].
Veamos la situación global. La fórmula de gobierno continuista en clave PP, tiene un horizonte objetivo en las fechas de caducidad de los permisos de los seis reactores; es decir, que las variables que analizaremos seguirían vigentes aunque se hubiese producido un resultado electoral en clave gobierno de cambio. Revisemos algunos hechos.
• Los años 2020 y 2021 marcan el final de la actual legislatura y el inicio de la siguiente, excepto en caso de elecciones anticipadas. Que la renovación de los permisos de funcionamiento coincida con uno de los mayores períodos de confusión y ruido de la vida política, favorece maniobras de distracción que apoyen la estrategia de silencio de la industria nuclear. Podemos encontrarnos con la legislatura comenzada y los permisos de las nucleares renovados sin ningún tipo de debate.
• El CSN es la pieza clave en la renovación de los permisos. Un gobierno de continuidad anula la posibilidad de realizar cambios en la cúpula del CSN, como se reivindicó en el breve período que medió entre el 20D y el 26J. De todas maneras, dada la cohesión y fortaleza de la industria nuclear y sus partidarios, hubiese sido muy improbable que un gobierno de cambio hubiese ido más allá de cambios cosméticos.
• El procedimiento de renovación suele ponerse en marcha un año antes de que el gobierno de turno otorgue el permiso. El informe del CSN sobre la renovación (que es preceptivo y vinculante, cuestiones que merecen un análisis detallado que no podemos realizar aquí) suele estar finalizado con una antelación de entre uno y tres meses a la fecha límite de renovación del permiso; eso implicaría que entre 2019 y 2020 se iniciaría el procedimiento, pero dado que las órdenes establecen un período mínimo de tres años no sería de extrañar que, si se siguen detectando procesos de cambio político, los procedimientos se inicien entre 2017 y 2018, lo que podría dar lugar a una agilización del trámite por parte del CSN y a una autorización “exprés” del gobierno. El resultado podría ser que, en el final de la legislatura, un mínimo de tres, de las seis centrales afectadas, ya tuviesen concedidos los permisos hasta el 2030.
• El informe preceptivo y vinculante del CSN nunca ha aconsejado el cierre de un reactor nuclear, lo que suele hacer (independientemente del estado precario de la mayoría de los reactores) es señalar una serie de mejoras o actuaciones para reforzar la seguridad a las que se les fija una fecha indicativa de ejecución, y la entrega de un informe en una fecha determinada. En ningún caso ello significa que el reactor deba parar hasta que las mejoras o actuaciones hayan sido realizadas. En la práctica este procedimiento deja a criterio del propietario el tiempo para realizarlas. Por otra parte, el informe preceptivo y vinculante del CSN constituye una formidable herramienta de presión en manos de la industria nuclear y sus seguidores, permite desarrollar campañas mediáticas que bloqueen decisiones de cierre, o sacar provecho económico en caso de que se opte por esta opción.
Estos cuatro hechos refuerzan la necesidad de una campaña social de reivindicación del cierre de las centrales atómicas una vez que caduque la actual licencia de explotación. El cierre de las centrales nucleares sólo puede ser el resultado de una voluntad política, como lo fue su creación. Pero sin un respaldo social transversal, dicha voluntad política poco puede hacer ante el poder de presión de la industria nuclear y sus seguidores.
Es importante recordar las razones de fondo por las que es necesario cerrar las centrales atómicas, razones que no tienen nada que ver con la economía ni con el suministro de electricidad, y que sí tienen todo que ver con el funcionamiento de los reactores como una fuente continuada e incontrolada de contaminación radioactiva (las emisiones aparecen reflejadas en los informes del CSN), lo que produce graves impactos ambientales y de salud; una central es también una amenaza continuada de catástrofe irreversible (tipo Chernóbil y Fukushima), y una fuente de materias primas para fabricar munición radioactiva. Todo ello sin olvidar la generación de residuos que supondrán una amenaza durante decenas de miles de años, y la contribución de la energía nuclear al cambio climático…, y podríamos seguir.
Pero más allá de las razones de fondo, el programa de cierre nuclear tiene evidentes ventajas [7], y es parte integral de una política alternativa. En el caso de un gobierno de continuidad en clave PP, una campaña reivindicando el final de la energía nuclear implica incidir sobre cuatro aspectos.
• Rompe el silencio impuesto por la industria nuclear y sus seguidores, obliga a pronunciarse a los partidos que han optado por la consigna de silencio, rompe el aislamiento de los partidos que se han manifestado en contra, y denuncia la falacia de la reivindicación de un impuesto nuclear, que no es sino una maniobra de lavado de cara a la energía atómica.
• Introduce elementos de transversalidad social, ya que está más que demostrado que la oposición a la energía atómica está socialmente extendida entre las diferentes clases sociales.
• Prepara el terreno para que un gobierno de cambio pueda llegar al poder político en 2020, e inicie una política de no renovación de permisos con una base social de respaldo.
• Es un factor de cohesión nada despreciable. Existe una opinión bastante extendida de que las fuerzas políticas que se opongan al gobierno de continuidad deberán afrontar un proceso de maduración, cohesión interna y organización en el período 2016-2020. Una campaña social permite vertebrar un objetivo transversal y común beneficioso para estos tres aspectos, y para el establecimiento de vínculos que superan el nivel político.
No está de más dedicar un apunte final a la situación de Fukushima [8], porque una vez pasado el aniversario oficial el tema ha desaparecido, hasta que al año próximo se repita el aniversario, y se repitan las mismas informaciones.
Lo que sucede en Fukushima no se detiene: continúan el vertido de 300 toneladas de agua radioactiva diaria al océano, el mismo que se produce desde hace cinco años, tres meses y catorce días, y en aumento, como escribe el compañero que lleva el blog Resúmenes de Fukushima, una fuente de información internacional y nacional totalmente fiable y de la que se obtienen estas informaciones; continúan los encubrimientos de catástrofes que se producen dentro de la catástrofe (como la “pérdida” de 600 toneladas de uranio derretido), el incendio inacabable, el envenenamiento radioactivo de la población de Japón, la censura en los medios de comunicación, y el gran negocio de las empresas que, con sus mentiras y sus negligencias, provocaron la catástrofe.
Sobre todo esto es necesario reflexionar aprovechando la pausa del verano, las y los que la tengan; los demás, sobre la marcha, pues nos puede ir algo más que la vida en ello.
Notas
[1] Véase http://politica.elpais.com/politica/2015/11/04/actualidad/1446638208_150290.html
[2] Véase http://www.congreso.es/public_oficiales/L11/CONG/DS/CO/DSCD-11-CO-70.PDF y http://www.astecsn.es/app/download/9845292/Propuesta+por+la+que+se+insta+del+Gobierno+el+cese+del+Presidente+del+Consejo+de+Seguridad+Nuclear.pdf
[3] Véase http://www.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/Espana-Portugal-Caceres-Cerrar-Almaraz_0_525647859.html. Una búsqueda permite obtener una lista de los medios que se hicieron eco de la movilización.
[4] Información: http://sirenovablesnuclearno.org/zportada/eleccionseleciones2016.html, otra muestra en lo acontecido en la Comisión de Empresa y Conocimiento del Parlament de Catalunya el pasado 14 de abril, véase el artículo “Escenificaciones nucleares en el Parlamento de Cataluña”, publicado originariamente en el boletín Ecodiario (11 de mayo de 2016), http://sirenovablesnuclearno.org/nuclear/nuclearcatalunya/articles/escenificacionnuclearenParlament.pdf
[5] Véase http://sirenovablesnuclearno.org/zportada/eleccionseleciones2016.html#ERCCAST y http://sirenovablesnuclearno.org/zportada/eleccionseleciones2016.html#CDCCAST
[6] Véase “Garoña en el mapa de conflictos”, en http://www.mientrastanto.org/boletin-147/notas/garona-en-el-mapa-de-conflictos
[7] Véase http://sirenovablesnuclearno.org/nuclear/2020SN/sn2020iniciinicio.html
[8] http://resumenesdesdefukushima.blogspot.com.es/, de periodicidad semanal y mensual.
[Miguel Muñiz es miembro Tanquem les Nuclears-100% EER, y mantiene la página de divulgación energética http://www.sirenovablesnuclearno.org]
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2016