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El Lobo Feroz

Extraños bulbos de primavera

Empresas en Panamá

¿Para qué quieren una empresa en Panamá una infanta, un Nobel, un futbolista, un golfo, un político de referencia, un cineasta de culto..? Está tan claro como el agua. Estas empresas existen para evadir impuestos. Existen incluso aunque no los evadan, pero por si acaso los pudieran evadir, diríamos.

Hay gente que presume de ideas progresistas y evade impuestos. En ese hiato está la diferencia entre el progresismo y la gente de izquierda de verdad. Hay gente que en la vida ha dado un palo al agua y evade impuestos. Que tal vez haya vivido del presupuesto público y ¡no paga impuestos! El asombro supera al asco, la verdad.

[El Lobo imagina el gusanito en el cerebro de esta gente guapa, contar y recalcular el dinerito, el ansia de evadir  (porque tú lo vales) quitando el sueño, la laboriosa indagación de cómo se hace, tomar la decisión «ganadora»… y mantener esas fachadas dignísimas con que esa gentuza aparece en las fotos del Hola.]

Lo interesante del caso es que la gente que evade impuestos es gente que tiene dinero. Mucho dinero. Y el dinero es como una droga: quien tiene mucho quiere más.

Y la fruición de evadir es como un trastorno mental. No gozan de lo que tienen porque han de tener más; o bien ven a los demás como aguafiestas que quieren beneficiarse de las prestaciones públicas.

Habría que echar imaginación para tratar a estos delincuentes enfermizos. Que probablemente es gente que no tiene remedio. Deberían estar en una prisión juntos. Aplicarles una no-tortura sutil.

Despiece en vivo

(No, no: esto no va ya de evasores fiscales)

La fotografía de un matadero catalán donde se puede ver el normalizado despiece en vivo de un ternero, tortura horripilante que por lo visto facilita la fluidez operativa de la industria cárnica, pone en primer plano de veras el maltrato animal movido por la obsesión de abaratar costes de producción: en definitiva para ganar más en dinero. El maltrato animal capitalista. Aquí las cuestiones culturales están claramente de más (no de Artur Mas, se entiende).

Los mataderos catalanes eran herméticos. Los teléfonos móviles con cámara fotográfica han roto el hermetismo. Hay que animar a utilizar los telefonillos a todo el que pueda para denunciar salvajadas que se pueden evitar.

En los mataderos se mata, tras tortura, en serie. No artesanalmente como en el toreo. Es infinitamente más grave y muchísimo más cruel. La fotografía de referencia debería volver a poner en pie de guerra a los animalistas. Y a los intelectuales animalistas. ¡Ánimo, Félix Ovejero! ¡Ánimo, Jesús Mosterín! Ahora no os arroparán los nacionalistas, pues la tortura a los terneros no puede ser vista como un signo de identidad (aunque en realidad quizá lo sea). Pero la izquierda social estará sin vacilaciones con vosotros.

Europa

Cualquiera que fuera la idea de Europa que se hicieran Maurice Schumann o Jacques Delors, sin duda la Unión Europea no corresponde a ella. Desde luego, Schumann, si viviera, no estaría por esa UE, ya que se pronunció activamente contra el tratado de Maastricht, apoyado en cambio por Delors. Ni uno ni otro, sin embargo, previeron seguramente la actual vergüenza o desvergüenza de Europa: que sus políticos, asustados por las protestas de los ciudadanos reaccionarios, temiendo perder sus escaños y el oro de sus escaños, tiraran al cubo de la basura —«pero nunca lo admitiremos», debieron de acordarel derecho de asilo ante el aluvión de refugiados de unas guerras que han impulsado los propios países europeos (los franceses en Libia, otros en Siria, con la ayuda de Turquía y Arabia Saudí), cuando hace tiempo que han aceptado sin hacer ruido que sus policías torturen al amparo de las leyes antiterroristas. Toda la prensa europea cotidianiza el horror: así parece inevitable; pero no lo expone demasiado de cerca, para facilitar que casi todo el mundo, en Europa, pueda mirar tranquilamente hacia otro lado, hacia el próximo acontecimiento deportivo que para eso está.

Competiciones adulteradas

El Lobo no tiene objeción de principio al adulterio en una de las acepciones de la palabra. Pero sí las tiene para ‘adulterar’, que viene a ser la forma remilgada, periodísticamente pijota, de las palabras ‘falsear’ o ‘falsificar’, alusiva a las artes del engaño. El engaño está bien instalado en las competiciones deportivas. No sólo en la pequeña trampa para las apuestas o en los amaños de la última jornada de competición. También a lo grande. ¿Recuerdan cómo fue eliminada España en el futbolístico mundial de Corea, justamente a manos de Corea? La autoridad no se podía permitir que los anfitriones quedaran eliminados a las primeras de cambio. Bueno: pues ahora —quiero decir en los últimos años— el feroz Lobo que suscribe ve una curiosa correlación entre los arbitrajes que padecen determinados equipos, así como entre los resultados inesperados obtenidos por determinados equipos, y las conveniencias —medidas en términos de audiencias potenciales— de las televisiones, que pagan cuantiosos derechos por la retransmisión de esos fabulosos soportes de mensajes publicitarios que son los partidos de fútbol. No sé sabe por qué, los emparejamientos que más audiencia pueden generar acaban formándose siempre, y gana el que tiene que ganar (menos en las finales, que tanto da).

Eso viene a sumarse a las numerosas sospechas que envuelven a organismos deportivos tan preclaros (uso este adjetivo por su capacidad de adherencia a lo que sigue: es como ‘Magnífico’ antes de Rector, u ‘Honorable’ antes de President, y pasa lo que pasa) como el Comité Olímpico Internacional, la FIFA, la UEFA y vaya usted a saber qué cosita institucional más. Se inician, no se sabe dónde ni por quién, investigaciones oscuras, con idas y venidas, pero todo queda en agua de borrajas, o sea, en algunas dimisiones en el mejor de los casos. Por dónde fluye la pasta ni el lago (probablemente suizo o panameño, paradisíaco en todo caso) en que desemboca la pasta es asunto que no se ve.

Ante estas cosas los sufridos aficionados se refugian en el concepto que expresaba una canción de la Piquer: Yo no me quiero enterar. Y, efectivamente, no se enteran. Ni siquiera ante los fraudes fiscales de sus ídolos. No me lo cuente. Estos pobres que llenan los estadios, que ni siquiera saben fabricarse ellos solitos sus propios sueños y han de recurrir a los que se venden por cuotas, están condenados a que los desvalijen. Y ni se enteran ni se quieren enterar.

Voces sobre imágenes

Es muy fácil y da un resultado goebbelsiano excelente: sobre imágenes documentales históricas (mezcladas a menudo sin decirlo con filmaciones de ficción cinematográfica histórica) se recita un texto que parece avalado por las imágenes, sobre todo cuando son documentales. Pero la serie de imágenes no es documental, sino documental montado. Lo tenemos repetidamente comprobado en numerosos «pseudodocumentales históricos» retransmitidos  por la televisión oficial y por otras emisoras de televisión: los textos reescriben la historia: son tan poco respetuosos con ésta como, por decirlo así, la Enciclopedia soviética. Ya suele ser falsario el montaje documental, sobreponiendo acontecimientos distantes, reordenando la sucesión histórica y otras muchas lindezas; pero el texto, la voz, lo acaba de arreglar: lo que se busca es la indignación del espectador ante lo que oye y lo que ve, para que así se indigne con una historia que no ocurrió tal como se la cuentan. En el texto las cifras se dan prácticamente al azar: multiplicadas por cien o por mil, parcialmente, tanto da, etc. Con una ventaja para la tergiversación que no tiene la escritura: en un libro de historia hay que citar las fuentes, todo se puede comprobar y criticar. En el pseudocumental histórico —material ideológico en la lucha de clases— nada de eso es posible. Todo está adulterado

Se ha puesto en marcha pues una reconstrucción de la historia de nuestros padres, abuelos y bisabuelos, y de sus contemporáneos, favorable a los intereses y necesidades de la contrarrevolución conservadora. Un falseamiento neoliberal de la historia. El temor es que la producción de pseudodocumentales pronto anegará internet. Vale la pena advertir a los niños de la necesidad de ser prudentes. Tanto al visitar internet como al cruzar la calle. Para sus cabezas es más peligroso lo primero.

Académicos catalanes

Autotitulados académicos catalanes alquilaron (se supone) el Paraninfo de la Universidad de Barcelona para lanzar desde allí su manifiesto: que el catalán debe ser la única lengua oficial de Cataluña. Que si no estará en peligro.

Pero esta lengua jamás ha estado tan estudiada, normalizada, academizada, televisada y hablada como en estos últimos cuarenta años. Jamás ¡jamás! ha tenido tantos hablantes como ahora. Hay un sistema sencillo para realizar una estimación cualitativa, a través de internet: se busca la Hemeroteca de La Vanguardia (o se recurre al Brusi, al Diario de Barcelona) y se localizan, por ejemplo, los ejemplares de un mismo día de 1900, 1920, 1930, etc., para ver cuántos artículos, cuántos anuncios, cuántas esquelas, cuántos rótulos comerciales aparecen en catalán. O lo mismo con fotos antiguas de la ciudad. Ninguno. El castellano ha sido lengua usual de la capital catalana desde hace más de dos siglos, y el catalán ha sido lengua principalmente, del mundo rural en casi todo el período. Ahora eso ha cambiado. La lengua catalana no está en peligro. Si ha sobrevivido al franquismo nunca lo estará, y menos ahora, con el apoyo de las instituciones (con el unilateral apoyo de los instituciones).

 

 

 

 

Lo que está en peligro son los derechos lingüísticos de los hablantes y la paz social. Pues obviamente los académicos del Paraninfo tendrían que ser muy burros si creyeran que los partidos nacionalistas y secesionistas pueden aceptar el dislate que proponen, cuando la mitad de la población catalana tiene al castellano como lengua materna, y cuando más de la mitad de la población catalana es mestiza, tiene sus apellidos mezclados. No. Lo que pretendían los autodenominados académicos es lanzar un grito de guerra socio-lingüístico a los suyos: «¡Hablad solamente en catalán!» «¡No uséis jamás el castellano!». Lo que pretendían es un fin político, no lingüístico: acabar con la paz civil —y civilizada— que en torno a los usos lingüísticos hay en Cataluña, donde las personas suelen tratarse con la mayor cortesía lingüística, lo que los académicos quieren eliminar.

A esa miseria ha llevado el secesionismo al «archivo de cortesía» barcelonés. Que el diablo se lleve a esos académicos al infierno de una pintura de El Bosco. Aún así, alguno acabará andando el tiempo en algún partido de extrema derecha. Con toda probabilidad. Cuando se llega a cierta edad el destino es inexorable.

Cambio climático y calcetines     

La Primavera ha venido. Este año el Lobo no ha necesitado ponerse mitones de invierno. Los que aún dudan del cambio climático deben hacérselo mirar.

Duro de entendederas    

El Lobo no entiende qué interés podía tener Podemos en formar un frágil e inestable gobierno con el Psoe, que ya sabemos lo que es. Ir de secundario, con el PP dominando el Senado para maniatar al gobierno, con el gobierno de Bruselas presionando con el déficit… y con los poderes fácticos apoyando a Ciudadanos… Ese gobierno lo tendría todo en contra. Ni siquiera entusiasmo popular, pues ser el socio menor de una coalición con el Psoe no es para entusiasmarse. Todo eso, ¿sólo para que no se diga que la culpa de la no formación de gobierno no es suya? ¿O lo dirigentes de Podemos se habían hecho ilusiones absurdas?

Sabemos ahora que el estratego de Podemos funciona más con libros que con análisis de la realidad. Si no se ha enterado todavía de que su base social quiere una opción política unitaria, apaga y vámonos con los manuales a otra parte. El estratego intenta hacer negocio con los desencantados del Psoe. Pero ese camino lleva… a ser un nuevo Psoe.

En las próximas elecciones hay que conseguir ampliar la fuerza parlamentaria de la izquierda a toda costa. Porque lo que al final se nos vendrá encima será un gobierno de gran coalición. Una gran coalición de los de arriba con el Psoe, aunque tenga que pasar sobre el cadáver de Rajoy o el de Pedro Sánchez. Ante eso, necesitamos de verdad una práctica unitaria de las gentes de abajo; de todas las gentes.

¿Izquierda y derecha o arriba y abajo? La división entre izquierda y derecha es institucional, se originó en la colocación parlamentaria de los elegidos en el parlamento francés. La división entre arriba y abajo es social, brota de la naturaleza de las cosas en el capitalismo. El Lobo que suscribe prefiere «arriba y abajo». Y exige la unidad de los de abajo, porque la unidad de los de arriba casi se construye sola. Tal vez si se olvidan de la derecha y la izquierda y piensan en los de arriba y los de abajo los estrategas de Podemos tengan más claro dónde se han de situar.

Que Garzón se sobreponga a los cuervos y que se camine hacia otra cosa, por fin. Eso o que este Lobo Feroz ha perdido completamente el oremus.

4 /

2016

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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