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Paris-Austerlitz

Anagrama,

Barcelona,

160 págs.

A.R.A

No es, posiblemente, su mejor obra. Pero merece ser leída. El que ha sido el mejor analista literario de nuestra historia reciente parece despedirse con una obra que cierra el círculo que inició con Mimoun. Como aquélla, es curiosamente la novela donde la vivencia personal domina sobre la reflexión histórica. Y donde se pone de manifiesto la calidad de su obra, en la que las tramas personales tienen su autonomía pero el contexto está presente. Este es el caso de Paris-Austerlitz, una historia de amor entre dos hombres de distinta posición social ‒un obrero metalúrgico francés adulto y un joven artista español de clase alta, de paso por París‒. Amor, clase social, sida y diferencias generacionales construyen un relato corto pero intenso. Con ello se cierra la obra de un autor de lectura obligada para construir una memoria crítica de nuestro país y, a la vez, gozar con una buena escritura.

4 /

2016

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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