La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Paris-Austerlitz
Anagrama,
Barcelona,
160 págs.
A.R.A
No es, posiblemente, su mejor obra. Pero merece ser leída. El que ha sido el mejor analista literario de nuestra historia reciente parece despedirse con una obra que cierra el círculo que inició con Mimoun. Como aquélla, es curiosamente la novela donde la vivencia personal domina sobre la reflexión histórica. Y donde se pone de manifiesto la calidad de su obra, en la que las tramas personales tienen su autonomía pero el contexto está presente. Este es el caso de Paris-Austerlitz, una historia de amor entre dos hombres de distinta posición social ‒un obrero metalúrgico francés adulto y un joven artista español de clase alta, de paso por París‒. Amor, clase social, sida y diferencias generacionales construyen un relato corto pero intenso. Con ello se cierra la obra de un autor de lectura obligada para construir una memoria crítica de nuestro país y, a la vez, gozar con una buena escritura.
4 /
2016