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Ferran Puig Vilar

Estado de alarma climática: se han superado los +2 ºC

Nunca hubiera querido publicar este post. Nunca había pensado que, de tener que hacerlo, iría a ocurrir tan temprano. Lo que está ocurriendo es realmente extraordinario.

Antes que nada, una cierta “buena” noticia. En los dos últimos años las emisiones no han aumentado. Algunos creen que las emisiones han llegado al máximo, que estamos superando el “pico de emisiones”. Es posible que estemos entrando en terreno desconocido: ni un solo economista había previsto esta situación en los escenarios de futuro que el IPCC les solicitó en su día. Tranquilos por ahí, las emisiones, o sea el crecimiento económico, no cesarían de aumentar… decían. O decían que una cosa no tiene que ver con la otra.

Ahora las malas noticias. La concentración de CO2 en la atmósfera ha experimentado el mayor aumento nunca registrado: de +3,76 ppm, de febrero 2016 a febrero 2015. En este punto hay que ir con cuidado de no confundir flujos con acumulaciones, y creer que una reducción de las emisiones equivale a menor forzamiento climático. No es así. Lo que fuerza el clima es la concentración, no las emisiones. Y es lógico que la concentración atmosférica de CO2 siga aumentando al nivel de emisiones actual. Por mucho que disminuyan las emisiones la concentración seguirá aumentando, salvo que fueran tan ínfimas que la biosfera y los océanos pudieran absorberlas todas ellas.

Pero ¿por qué ha aumentado tanto la concentración? ¿Cómo es posible que ambas cosas —detención del crecimiento de emisiones, y récord en aumento de la concentración— sean ciertas simultáneamente? Pues el problema real es que, con emisiones constantes, o incluso disminuyendo en 2015, la concentración haya aumentado como nunca. Esto nos sugiere la presencia de alguna otra fuente de GHG vertiendo a la atmósfera, además de nosotros. ¿Cuál puede ser?

¡La propia Tierra! Si amigos, la realimentación positiva es esto. Ya no podemos evitar que la Tierra emita, y que esas emisiones propias sean ahora ya superiores a su propia capacidad de absorción por parte de la biosfera. Lo normal, lo que estabilizaba el clima, era esta autorregulación que se ha perdido, al parecer.

¿Tiene dudas? Pues esta semana ha sido publicado en Nature, y firmado por 23 autores, todos ellos los mejores especialistas mundiales en el ciclo del carbono, un paper con el título: “The terrestrial biosphere as a net source of greenhouse gases to the atmosphere”. De confirmarse esta tendencia, todo apunta a que habríamos perdido ya el control de la situación —si es que alguna vez lo tuvimos. Runaway climate change, le llaman.

Además el hielo del Ártico ha alcanzado su mínimo invernal desde que se mide. Claro, se han registrado temperaturas hasta 16ºC superiores a lo habitual. El nivel del mar está aumentando por encima de lo previsto en los peores escenarios. Son ya +3,2 mm/año en lo que va de década, y aumentando. En la década anterior fueron +2 mm/año.

Espeluznante dato de temperatura de febrero

Todos estos datos palidecen frente al dato de temperatura de febrero que ayer publicó la NASA. La temperatura media de la Tierra del mes de febrero fue superior en+1,35 ºC a su referencia, que es parte de la segunda mitad del siglo XX. De febrero a enero ha habido un salto de nada menos que +0,21 ºC. Por cierto que de octubre de 2015 a septiembre de 2015 ya hubo un salto de 0,24 ºC, pero todos esperábamos que fuera pasajero, un outlier. Por el contrario, ha ocurrido otra vez. O sea casi medio grado en seis meses. Lo que hasta ahora requería entre dos y tres décadas: lo nunca visto.

La peor de todas las noticias es que hemos alcanzado virtualmente los +2 ºC. En rigor, estamos a más de +1,95 ºC. Pues para convertir el dato mensual a la referencia de 1880, que es el año en que la NASA comenzó a registrar la temperatura mundial, hay que añadir +0,6 ºC. Y algo más, que nadie sabe exactamente muy bien cuánto, para referirnos a la era preindustrial (entendida previa a 1750, al iniciarse las emisiones fósiles fuertes en UK). A todos los efectos, hemos superado técnicamente los temidos +2 ºC. Si es por primera vez, o es para siempre, está todavía por ver.

Si todo esto a alguien le sugiere que lo que se vivió en Paris hace solo unas semanas fue una auténtica farsa y un magnífico paripé es que se acaba de dar cuenta de cuán mal equipados estamos para lidiar con la que se nos viene encima. Vendrá bien también para darse cuenta de cómo uno es abducido por los medios de comunicación al uso si se ha quedado con la imagen general que de la conferencia de París se ha hecho llegar al público: ha habido acuerdo. Todo bajo control. Mientras tanto, procuren apagar las luces que no usen, así ayudarán a salvar el planeta. Pero no dejen de crecer, ahora pintando en verde. Y, al cabo de dos meses de nada, +2 ºC.

¿Pero en qué mundo vivimos?

¿Y subiendo?

¿Podría la temperatura disminuir en el futuro, siquiera levemente, o como mínimo cesar de aumentar? Si, esto podría ocurrir a partir de 2017, o incuso a finales de 2016, al cesar el fenómeno de la corriente oceánica del Pacífico Sur El Niño. También podría disminuir el mes que viene. Puede ser, pero nadie lo sabe.

Niños de la intensidad de éste no hay muchos, y se asegura que el cambio climático los potencia. En el Niño fuerte anterior la temperatura no había alcanzado, ni de lejos, niveles como los actuales. De hecho, en febrero de 1998, el máximo anterior con un Niño de intensidad similar, la temperatura fue 0,846 ºC inferior. Desde luego, el efecto invernadero aumentado se hace sentir. Pero en marzo de 1998 había disminuido más de 0,3 ºC respecto al pico del mes anterior, y esto podría volver a ocurrir.

O no. Porque si la Tierra ya emite por su cuenta, si el Ártico está ya tan recalentado que las emisiones de metano están fuera de toda medida, si la situación actual es tal que ya hemos superado los tipping points más peligrosos, entonces…

Entonces estar en este punto es realmente desconcertante, y profundamente perturbador. El sistema climático podría estar muy bien ya en overdrive, runaway, abrupt climate change. Nadie puede asegurar que no es así, y la evidencia que vamos teniendo hasta ahora va mucho más en esta dirección que en la de la moderación. Allá quien quiera moderarse para mantener la estética.

Al mismo tiempo, por lo menos a día de hoy, es también arriesgado proclamar con seguridad suficiente que el ritmo actual de calentamiento vaya a proseguir, pues reaccionar a los datos mes a mes, incluso año a año, siempre constituye una cierta osadía.

O tal vez sea el vértigo interior lo que me hace detenerme aquí.

 

[Fuente: Usted no se lo cree]

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2016

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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