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Miguel Muñiz

Fukushima, cinco años de catástrofe nuclear de alcance mundial

Para comprender la situación actual de Japón hay que recordar las imágenes inmediatamente posteriores al 11 de marzo de 2011.

En medio de un paisaje devastado por el terremoto y el tsunami se veían colas de personas de todas las edades, silenciosas, disciplinadas, esperando pacientemente su turno para obtener agua potable, alimentos, medicinas; para ser atendidas, analizadas, escaneadas. Las cámaras de televisión recorrían filas de personas y recogían algún que otro testimonio. Se narraban hechos, se daban opiniones, y la tónica general en todas las declaraciones era la contención. Una catástrofe que en otros países hubiese provocado llantos incontrolados, convulsiones, desmayos, gritos, imprecaciones o protestas airadas…, en Japón era sobrellevada con autocontrol y dignidad.

Mientras la sociedad japonesa mostraba su férrea disciplina, las élites ejercían ese mismo valor para asegurar sus privilegios. La industria nuclear y sus aliados políticos estudiaban y aplicaban, metódica y diligentemente, las enseñanzas obtenidas de Chernóbil, aquella primera catástrofe atómica que les cogió desprevenidos [1]. Hoy, cinco años más tarde, los frutos de su trabajo pueden observarse en todo el mundo, y especialmente en la situación que se vive en Japón.

La sociedad japonesa está tan desarticulada socialmente por las políticas neoliberales aplicadas por las clases dominantes como la de cualquier país del mundo, pero la disciplina individual se mantiene. Esa disciplina se aplica a diversos campos, al gran objetivo que constituye la Olimpíada de Tokio 2020, al incremento del orgullo nacional frente a China y Corea, a la solidaridad con los campesinos de zonas afectadas por la radiación que hace que niños y jóvenes consuman diariamente alimentos que provienen de zonas contaminadas… Paralelamente el gobierno presiona para incrementar la presencia internacional de Japón en asuntos militares, y el control de la información es mayor que nunca.

La cultura del respeto es la gran aliada de los que mandan. Y el resultado en Japón es una sociedad profundamente dividida. El miedo y el desconcierto se disimulan, los esfuerzos por aparentar normalidad se multiplican, y una parte de esa normalidad es vivir en un país con niveles legales de radiación veinte veces superiores a los establecidos para el resto del mundo y hacer como si no pasara nada… Los que gobiernan ya saben, los políticos que hemos votado no nos pueden mentir, los líderes dicen que no pasa nada grave; ¿por qué no hemos de creerlos? ¿Hasta que punto pesa la historia en las respuestas de una sociedad que sobrevivió a los crueles bombardeos incendiarios y al único bombardeo atómico en la historia de la Humanidad durante la Segunda Guerra Mundial? Una sociedad acostumbrada a convivir con los terremotos, adaptada a las catástrofes, con una inaudita capacidad de resiliencia. Fukushima ha dejado de ser importante, todo está controlado, lo dicen las autoridades.

El miedo y el desconcierto aparecen en la abstención política, la de las últimas elecciones fue la más elevada en la historia de Japón. La resistencia a la política pronuclear se integra en el movimiento por la paz, en la oposición al auge militarista, y muchas personas que tienen conocimiento de lo que pasa, y contactos y recursos, abandonan discretamente Japón y se instalan en el extranjero. Mientras, las enfermedades y los problemas de salud aumentan, los rumores se multiplican, pero el control de la información funciona.

El 11 de agosto de 2015, entró en funcionamiento la Central Nuclear de Sendai, finalizando el período llamado Japón sin Nucleares. Durante 23 meses se ha demostrado, una vez más, que la energía atómica es innecesaria. Pero pese a esta demostración el proceso de puesta en marcha de reactores continua.

Keiko N, ciudadana japonesa residente en España, escribe en su crónica-resumen de 2015:

“Mientras mucha gente pasa los días con ansiedad, los que creen que está todo controlado son mayoría en la zona contaminada. En las escuelas los niños comen la comida que está hecha con ingredientes locales. Reciben clases de natación en una piscina donde se excede el nivel de 1µSv/hora, los alumnos andan descalzos por el suelo de hormigón (la dosis de la zona controlada de radiación son 0,6µSv/hora). La polémica Ruta Nacional N º 6, que atraviesa la zona de exclusión fue reabierta en septiembre de 2015 (la distancia más cercana de la ruta a la central es 2,5 km). Estudiantes voluntarios locales realizan la limpieza de esta ruta.

Una consecuencia del accidente nuclear ha sido que muchas personas han reconocido cómo amaban su tierra. Algunos salen de ella porque la aman, otros se quedan porque también la aman. Los que quedan quieren creer, y se convencen de que la contaminación no está tan mal, y critican a los que denuncian el peligro. Temen que ese tipo de manifestaciones produzca «rumores dañinos» que impidan la reconstrucción. Hay poca comunicación entre los dos grupos sociales. Parecen existir dos mundos paralelos en Japón después de cinco años de catástrofe nuclear. Viven en el mismo país, pero con una conciencia totalmente diferente” [2].

Pero las consecuencias de Fukushima no se limitan a Japón.

Los impactos ambientales, sociales y de salud de Fukushima se extienden por el mundo [3], como se extiende por el mundo el control de la agenda informativa y política. Día 8 de enero de 2016.

“Los alimentos y piensos procedentes de la prefectura japonesa de Fukushima, afectada por contaminación radiactiva por el accidente en una planta nuclear en 2011, hacen frente desde hoy a requisitos menos exigentes para ser importados desde la Unión Europea (UE).

El Comité Permanente de Vegetales, Animales, Alimentos y Piensos de la UE concluyó el pasado 25 de noviembre la revisión de las condiciones especiales impuestas a las importaciones de alimentos y piensos desde Japón a raíz de ese incidente, recordaron fuentes comunitarias.

Esa revisión supuso un «alivio significativo de las medidas», en particular en lo que se refiere a los alimentos y piensos de la prefectura de Fukushima, así como en una «reducción considerable» de la carga administrativa para los operadores y autoridades japoneses, indicaron las fuentes a Efe.

La regulación para aplicar esa decisión fue publicada en el Diario Oficial de la UE el pasado día 5 y entró hoy en vigor.” [4]

Las preguntas se acumulan, las respuestas sólo pueden surgir de la reflexión colectiva.

Por eso, desde Tanquem Les Nuclears–100% Renovables (TLN-100%EER), se ha organizado un coloquio-debate abierto al público, el viernes 11 de marzo, fecha del quinto aniversario del inicio de la catástrofe de Fukushima, a las 19 horas, en las Cotxeres de Sans de Barcelona.

No se trata de realizar grandes gestos mediáticos, se trata de reflexionar y actuar desde la base, desde la resistencia colectiva a los que mandan y se benefician del caos programado que imponen.

 

Notas

[1] Véase resumen del documento “La responsabilidad Occidental sobre las consecuencias para la salud de la catástrofe de Chernobyl en Bielorrusia, Ucrania y Rusia”, por Bella Belbéoch (1998), en http://www.sirenovablesnuclearno.org/txernobil/responsabilidadoccidentalChernobil.pdf.

[2] Crónica completa en: http://www.sirenovablesnuclearno.org/fukushima/fukushima2015.html#BALANCE2015.

[3] Comprobarlo semanalmente en el blog Resúmenes desde Fukushima: http://resumenesdesdefukushima.blogspot.com.es/.

[4] Noticia completa: “Se relajan los requisitos para importar a la UE los alimentos de Fukushima”, en http://www.lavanguardia.com/politica/20160108/301274741150/se-relajan-los-requisitos-para-importar-a-la-ue-los-alimentos-de-fukushima.html.

 

[Miguel Muñiz es miembro de Tanquem les Nuclears–100% Renovables y mantiene la web www.sirenovablesnuclearno.org]

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2016

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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