La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Obras diversas
Reseña napolitana
J.-R. C.
Nápoles es una ciudad única en el más fuerte de los sentidos de la palabra. Horroriza o fascina. Si se la ama, se la ama como a pocas. Es una ciudad densa, con las capas y las costras que le ha impuesto su historia. Nápoles ha sido la capital de un reino y ya no lo es, y esta decadencia imprime su huella. Manifiesta alguna hibridación hispánica, también de la España negra. Con cultura y carácter propios, y excepcional en Italia; es una ciudad-masa cuyo protagonista es la multitud.
Por otro lado, es la ciudad de Eduardo de Filipo, de Totó, de actores más jóvenes como el llorado Massimo Troisi o Toni Servillo. La ciudad de iglesias bellísimas; o la ciudad donde se amontonan las basuras cuando la gente se niega a pagar a la Camorra. Donde la postmodernidad no consigue entrar buenamente. Como me recuerda Giaime Pala, Nápoles no es sólo popular: fue también un centro de la Ilustración, y entre sus grandes intelectuales hay que mencionar a Vico, a Guido de Ruggiero, a V. Cuoco y F. de Sanctis; el napolitano de adopción Benedetto Croce creó allí un instituto de estudios históricos envidiable. Nápoles tuvo un alcalde comunista, M. Valenzi, en los años setenta, y otro en los noventa: Antonio Bassolino.
Y he aquí que, para los amantes de Nápoles, me he propuesto recopilar una lista de lecturas y de películas que la mantengan viva en nuestras cabezas.
Películas:
Carrossel Napoletano (Carrusel napolitano), de Ettore Giani, 1954: un «musical» divertido con las legendarias canciones populares napolitanas y una temprana presencia de Sophia Loren; puede dar paso a:
Mani sulla città, de Francesco Rosi, 1963, con guión de F. Rosi y R. La Capria, una película extraordinaria sobre la obscena especulación inmobiliaria padecida por Nápoles; un clásico del neorrealismo. Este excelente cineasta, poco recordado en los gustos de los críticos cinematográficos neoliberales, Francesco Rossi, ha filmado otras pelis más o menos cercanas a Nápoles; recordemos: Cadaveri eccellenti (Excelentísimos cadáveres), 1976, Tre fratelli, (Tres hermanos), 1981. Pero retrocedamos a:
L’oro di Napoli (El oro de Nápoles), de Vittorio De Sica, 1954. Una comedia de episodios con un reparto sensacional (Silvana Mangano, Sophia Loren, Eduardo De Filippo, Paolo Stoppa, Totó…) que nos introduce en pequeñas historias napolitanas muy características; seguimos aún en el neorrealismo puro.
Morte di un matematico napoletano, de Mario Martone, 1992. Narra los últimos días de Renato Caccioppoli, un importante e inventivo matemático napolitano, nieto de Bakunin, activamente antifascista y afiliado en la posguerra al Pci. Con problemas psiquiátricos, acabó suicidándose en 1959. Conviene ver esta película en contacto con los libros de La Capria y Ermano Rea que se mencionan más abajo.
Macarroni, de Ettore Scola, 1985. Con dos actorazos, Mastroianni y Lemmon, un enredo que introduce al espectador en la vitalidad, las creencias y las supersticiones de los napolitanos, en un film de uno de los grandes directores de esa gran cinematografía que es la italiana.
Libros:
Sebastiano Vassalli, Io, Partenope, 2015: Un libro que remite al Reino de Nápoles del siglo XVI, y a la vida de una popular mística napolitana que sufre un proceso inquisitorial para acabar inspirando a Bernini en su Éxtasis de Santa Teresa. Escrito en un italiano transparente y bellísimo.
Raffaele La Capria, Ferito a morte, 1961: La Nápoles de los americanos y de Achille Lauro, la de los trapicheos en los difíciles años de la postguerra, la ciudad que hiere de muerte en sus sueños al protagonista de la novela.
Anna Maria Ortese, Il mare non bagna Napoli, 1994: Despiadado retrato napolitano. Un libro duro: la Ortese llega hasta el hueso.
Ermano Rea, Mistero napoletano. Vita e passione di una comunista negli anni della guerra fredda, 1995; tema sobre el que vuelve en La comunista. Due storie napoletane, 2012: Estos libros remiten a las vidas de los jóvenes comunistas napolitanos que vivieron la guerra y la inmediata posguerra. Es el mundo en el que se movieron en su juventud varias personas muy queridas de mientras tanto: Giulia Adinolfi, Renzo Lapiccirella, Rosa Rossi.
Ermano Rea, La dismissione, 2002: Descripción del desmantelamiento de la gran acería napolitana, y de la historia de las luchas y las vidas de sus trabajadores. Una grandísima novela que, como casi todas las antes citadas, no ha sido traducida al castellano. La acería había sido el centro de la potente clase obrera napolitana. Se desmanteló por exigencias de la Unión Europea; sus mejores instalaciones han ido a parar a China.
Roberto Saviano, Gomorra, 2006: Una incursión en el mundo de la Camorra, la mafia napolitana; un libro de verdadero valor en los diversos sentidos de la palabra. Como es sabido, Saviano ha tenido que cambiar de identidad para escapar a la venganza de la Camorra.
Fabio Ciaramelli, filósofo napolitano, me señala que a destacados escritores foráneos (en realidad Vassalli también lo fue) les ha fascinado Nápoles y han escrito más o menos brevemente sobre ella: de Goethe a Benjamin y a Freud, por una parte; por otra, cabría mencionar también La piel de C. Malaparte o Nápoles 1944, de Norman Lewis, interesante libro, traducido al castellano, sobre la época del armisticio, escrito por un oficial de inteligencia británico.
Y, por acabar cambiando de registro, un recetario de cocina popular napolitana para chuparse los dedos: Gleijeses, A Napoli si mangia cosí, 1981; más completo, la biblia de la cocina de Nápoles, Jeanne Carola Francesconi, La cucina napoletana, 1965 y numerosas ediciones sucesivas.
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2016