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J.F.Aranda

Libre albedrío

Al contrario que a los animalitos

Dios nos ha dado la libertad

Para que escojamos renunciar a ella

Discernimiento para que no juzguemos

Memoria, pidiendo que olvidemos todo

Menos el Pecado Original

Ojos para arrancárnoslos si nos escandalizan

Sexo para que seamos castos

Deseos imposibles de satisfacer

Inteligencia que no reconozca nada

Pero fabrique objetos rentables

Dictadores que faciliten la vida: basta obedecer

Terremotos sagazmente distribuidos

Para nuestra edificación

Brazos para la guerra fratricida

Muerte para el merecido descanso

Los designios del Señor son impenetrables

Cúmplenos, por ende, alabar Su nombre

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2016

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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