¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
El gran engaño
Crítica,
Barcelona,
382 págs.
María Rosa Borrás
Recopilación de artículos publicados, la mayoría, en The New York Times entre el 2000 y el 2003. El autor, gran especialista en economía internacional, explica cómo se ha visto obligado a comentar temas de política interior, dadas las circunstancias por las que atraviesa Estados Unidos. La obra se divide en cinco partes, con sus correspondientes introducciones, que agrupan los artículos en función de grandes temáticas (16 capítulos) según indican los títulos de síntesis. Incluye también un detallado índice alfabético de nombres y temas que resulta muy útil. Dos escritos iniciales inéditos extensos (Prefacio e Introducción) sitúan la recopilación como crónica de la historia explicativa de cómo y por qué se ha apoderado de la gestión política y económica el pensamiento grupal de la extrema derecha americana. Sobre todo la Introducción general resulta muy interesante por la detallada descripción de los mecanismos que han hecho posible la ruptura con la legitimidad del sistema: objetivos no declarados de la extrema derecha. Krugman considera que los ejes de ese envolvente gran engaño para la toma y ejercicio del poder son la mentira sistemática, la generalización de la corrupción y la incompetencia (irresponsabilidad) del extenso y rígido equipo del gobierno de Bush. Algo muy podrido ha de haber en el estado del capitalismo norteamericano, dice Krugman, que ha hecho posible la imposición de la ineficacia y de la deshonestidad en la actual política de la guerra sin que haya habido ni tan siquiera la percepción de lo que estaba ocurriendo. Y a ese gran engaño ha de sucederle una «gran reacción» que ponga fin a esta ofensiva de destrucción. Ver y contar la verdad de lo que está pasando, por parte de todos, ha de ser el modo de recuperar el clima de tolerancia, generosidad y antimilitarismo que termine con el gran engaño.
Se aprende mucho leyendo autores como éste. Aunque sus críticas se sitúan dentro de la aceptación del sistema capitalista, no por ello dejan de ser ciertas e instructivas acerca de mecanismos de fracaso social (mentira, corrupción e incompetencia) que también se han señalado como característicos de otros procesos de autodestrucción social. Y además presenta mucho interés su reflexión sobre las insuficiencias en la percepción de lo que desde hace mucho tiempo se estaba gestando en la extrema derecha americana.
5 /
2004