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Bertolt Brecht

Contra la seducción

No se dejen seducir,
que después no habrá retorno.
El gran día se avecina, 
el viento trae la noticia:
ya no habrá otro amanecer.

No se dejen engañar
que la vida no es poca cosa.
Bébanla a grandes tragos:
que no quedarán hartos
cuando la tengan que dejar.

¡No se dejen conformar!
El tiempo no les va a sobrar.
¡Qué se pudran los redimidos!
Vivir aquí es decisivo:
Nadie dispone de más.

¡No se dejen seducir!
No admitan la explotación.
¿Qué miedo los va a conmover?
Morirán como las bestias.
¡Y después no hay nada más!

29 /

9 /

2015

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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