¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Habitaciones exiguas
Piel de Zapa,
Barcelona,
182 págs.
Sexo tórrido y proscrito
J.-R. C.
Hace un par de años Piel de Zapa, uno de los sellos de Editorial Montesinos, publicó este libro de James Purdy que al parecer ha pasado inadvertido. Se trata, sin embargo, de una novela espléndida y espléndidamente escrita, a cuyo lado pueden resultar descoloridas, por poner un ejemplo, las novelitas de Radiguet. Purdy sitúa su novela en el norte de Virginia, en uno de esos lugares norteamericanos de decadencia, pero donde hay un college con sus fiestas de graduación, donde se canta el himno americano y se invoca a Dios con una mano sobre el corazón, con granjas dispersas cerca de un mínimo núcleo de población, donde no hay nada que hacer ni nada que pensar.
Purdy hace vivo el ardor y el deseo de tres o cuatro jóvenes, los personajes principales, capaces de la mayor crueldad mental sadomasoquista —y también de la otra—, en un medio donde ciertas jerarquías vienen dadas por las posiciones de clase, por un resto remoto de ideología sureña, en un modo de vida de lo más tradicional. Los personajes, oscuros, infernales, viven la voluntad de posesión del otro como una pasión sin freno que lleva a la crueldad y a la humillación.
Esta novela de perversión y amor es lo más parecido a una tragedia, o al menos a un mecanismo trágico puesto en marcha, que se puede dar en un relato contemporáneo. James Purdy (1924-2009) fue sin ningún género de dudas un gran maestro de la literatura del mal.
7 /
2015