¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
El Lobo Feroz
España cañí
Las grandes multitudes lo saben todo sobre, pongamos por caso, Belén Esteban. Pero nadie sabe nada sobre las actuales tendencias de la poesía española, por ejemplo.
Resulta curiosa la veloz adaptación de un nuevo cuerpo de policía a la imagen tradicional de la policía. Paradigma: el cuerpo catalán de los mossos d’esquadra, que se ha ganado a pulso su universal reputación.
Por la lengua vehicular son capaces de matarse.
En España hay más chorizos que longanizas.
Lo que pasa es en cierto modo natural. Hubo una guerra civil. Durante años anduvimos cruzándonos en la calle con personas que habían matado a otras y con personas que llevaban en la cabeza a un pariente asesinado en una cuneta. Y de eso no hemos hablado todos nunca.
Cada dos por tres me tropiezo con un torturador de la Brigada Político-Social del franquismo, un jubilado que vive en mi barrio. Tampoco hablamos de esto.
La llamada «memoria histórica» está pobremente subvencionada pero correctamente orientada: ¡miren que fortín de la guerra hemos descubierto! ¡Miren qué bunker hemos reconstruido! Y visitas guiadas: ¡George Orwell pasó por aquí!
Los empresarios saben muy bien que los trabajadores, en general, no tienen la cabeza demasiado amueblada: ellos son los que se encargan de desamueblar al quedarse con todo.
Pero eso no les impide a los trabajadores distinguir entre ellos y los otros. Por eso existe la policía, para qué nos vamos a engañar.
En España hay larga experiencia de ver las cosas al revés. Por ejemplo: «¿Cuándo será que pueda / libre de esta prisión / volar al cielo?». El cuerpo como prisión, y no como sustrato del intelecto libre (entre otras cosas, algunas muy placenteras). Si eso decía una mujer de tanto carácter como Teresa de Jesús, ¿cómo pensarán las infinitas lolitas de Lancôme, por decir algo?
Con el abandono primaveral de las prendas de invierno, y con el vestirse, o desvestirse, con las prendas del verano, los españoles (sobre todo los varones) empiezan a ganar la primacía del mal gusto europeo, superando incluso a los franceses, lo que es mucho superar. La piel de toro es un país de ética y antiética, pero la estética parece importar muy poco.
Aquel abogadillo del estado que alcanzó la presidencia del gobierno de los zaplanas, trillos o acebes, por no hablar de las loyolas, y que metió al país en un fregado que nadie quería, reaparece ahora en mítines para sacarse del bolsillo millones de asesinados «por los marxistas». Hay que decirle a ese pájaro, para empezar, que Stalin era tan marxista como él (esto es, ambos nacionalistas de lo suyito), y que los asesinados por Stalin son nuestros muertos, como los asesinados por Franco también lo son. Y que si quiere desenterrar muertos empiece por apoyar una ley que permita dar una sepultura decente a los que hay en las cunetas. ¿Habrase visto la caradura del tipejo?
Un pelín irritado por todo eso, el Lobo recoge una información del diario digital Público: «la empresa de la que es consejero José María Aznar Botella, el hijo del expresidente y Ana Botella, y que preside Juan Hoyos Martínez de Irujo, el íntimo amigo de infancia del expresidente, «está directamente relacionada» con el fondo buitre Blackstone y las sociedades instrumentales que compraron las 1.890 viviendas públicas que vendió Ana Botella como alcaldesa de Madrid a través de la EMVS por 128,5 millones de euros en noviembre de 2013». Ale ya.
Debería darle vergüenza a Iberdrola y a su galano presidente, Sánchez Galán, haber denunciado a Greenpeace por acciones no pacíficas respecto de la central de Cofrentes. Los tribunales no le han hecho caso: la acción de Greenpeace fue pacífica, como siempre. Eso sí: obligan a la ong a reparar desperfectos en pintura. Sánchez Galán va de listísimo: primero segregó de la empresa principal su sector de renovables y lo sacó a Bolsa con el nombre de Iberdrola Renovables: gran negocio; luego, cuando la Bolsa cayó en picado, volvió a comprar Iberdrola Renovables mediante una opa. Nuevo negocio. O sea que todos sabemos —salvo, quizá, los tribunales— cómo funciona ese caballero (lo deben saber, sobre todo, los inversores que picaron). Gran prestigio para la renovable Iberdrola le habrá reportado denunciar a Greenpeace.
¿Habría que nacionalizar las grandes compañías eléctricas? Bueno, yo sólo lo haría cuando hubieran pagado el cierre de las nucleares que poseen, el almacenamiento de los residuos y todo eso, que a la que nos descuidemos acabará pagando la hacienda pública. Pero sí, sería una gran cosa tener una gran compañía eléctrica estatal que abaratara la electricidad, compatible con la producción ecológica de quien quisiera fabricarse la suya.
«Embustero en mítines» tendría que ser una categoría común en el castellano, algo así como «tonto en vísperas».
22 /
5 /
2015