¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
El Lobo Feroz
Perlas
Sumario: Lingüística – ¿Quién paga el pato? – Cultura social – La Asamblea de Andalucía
Lingüística
El lingüista catalán Pau Vidal sostiene públicamente que el bilingüismo es socialmente malo, y teme que la lengua catalana se pierda «por disolución» (cosa que no ha sucedido con el náhuatl, quechua, aimara, mapuche, etc., también en contextos bilingües castellanos).
Es cierto que el catalán, como el castellano, está padeciendo cierto acoso: el de los anglicismos, importados por la aculturación de masas y el consumismo de masas. Y ese es su principal mal. Por lo demás, la lengua catalana jamás había contado con tantos hablantes como hoy, ni con tanta protección institucional. Eso sí: el catalán se ha desnaturalizado, por decirlo de algún modo: cada vez se habla más el catalán de las televisiones, que es el de los lingüistas de clase media, en detrimento de la lengua popular, que se contamina de aquel. Es el triunfo lingüístico de la burguesía urbana sobre los campesinos y los trabajadores (también a la lengua le afecta la lucha de clases, ¿qué os creíais?)
Apresuraos a buscar las viejas ediciones de Solitud, o de Salvat Papasseit, de Mercè Rodoreda, de Pla (sí, de Pla) o incluso de Pere Quart. Ese excelente catalán escrito pronto será sustituido, en las nuevas ediciones —lo está siendo ya—, por la catarata de mejoras que va introduciendo el laboratorio lingüístico del Institut d’Estudis Catalans.
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Hablemos ahora del castellano, cada vez más contaminado de anglicismos, con la Academia Española impasible el ademán: ni limpia, ni fija, ni da esplendor.
Que no fija es evidente: los últimos veinticinco o treinta años han contemplado un inusitado despliegue de cambios gramaticales, tantos que hacen pensar en una política de renovación continua de las ediciones del Diccionario de la Lengua y de las gramáticas, esto es, acaso, en el negocio, que no es menor. A diferencia de lo que ocurría en el pasado con la lengua escrita, definida por los grandes escritores, ahora quienes la definen son los técnicos y correctores de las empresas editoriales, talibanes que prescriben con mano de hierro las innovaciones sugeridas por la docta corporación.
De la limpieza de la lengua casi no es necesario hablar. Claro que no se puede poner puertas al campo del habla común, pero también es cierto que la Academia tiene cierta responsabilidad sobre la limpieza de los usos oficiales, por decirlo así, de la lengua. Por ejemplo: pase que en la simbología viaria el «Alto» fuera sustituido por el «Stop» en un país turístico. Menos pase tiene que los aparcamientos, señalizados en América latina con una «A», sean publicitados en España con una «P» (se supone que por «Parque de estacionamiento», pese a lo antinatural de la justificación, ya que todo el mundo sabe que esa «P» está por parking). Por otra parte levanta ampollas la proliferación de palabras terminadas en «ing» (puenting, por ejemplo), abandonando los usos tradicionales del castellano (en el ejemplo, sería puenteo). Las dobles consonantes finales aparecen frecuentemente en los términos técnicos sin que nadie se moleste en buscarles una acomodación correcta a nuestra lengua.
Aunque no todo es culpa de la Academia ni de las instituciones. La aculturación está en la calle. Podemos verla en la proliferación de nombres propios procedentes directamente de la adoración por todo lo anglosajón: ahí están los Kevin Costner, los Clever, las Jennifer, etc., con que padres aculturados adornan impunemente a sus hijos. No digo yo que haya que volver al santoral de los abuelos (aunque no estaría mal), pero sí que en los nombres propios procedentes de la Naturaleza o de la Antgüedad hay sabios depósitos de raíces culturales a los que recurrir. Desde las Rosa, Violeta, Margarita, Jazmín, Vera o Clara a los Alejandro, Héctor, Patroclo, Adriano, Saturnino, Jasón, etc. Dicho sea porque una población aculturada, que tiende a perder sus raíces, está lista para contribuir a la perdición de la belleza de la propia lengua.
La Academia española tampoco da esplendor. Lo haría si fuera capaz de sugerir de verdad usos castizos (de casta) del lenguaje. Ahí tenemos p.ej. el término «Led», en realidad un acrónimo, cuyo plural suele presentarse incorrectamente como «leds» (p. ej., en «televisión de leds»), aunque lo señalado por la Academia es castizamente ledes. El fracaso en el uso social de «ledes» muestra la incapacidad de la Academia para dar esplendor de veras.
De modo, hablantes, que estamos aviados.
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¿Quién paga el pato?
Resulta que el escándalo de Caja Madrid y el timo de la salida a Bolsa de Bankia los pagará el Estado, o sea, la Hacienda Pública, o sea, los contribuyentes, o sea, los que pagan el iva (que no siempre son ciudadanos) y el irpf (que también). Por mucho que el juez Andreu fije una elevada fianza solidaria a los responsables de la salida a Bolsa de Bankia, ésta no cubrirá todas las pérdidas ni el daño causado al Estado, a todos. Y de momento están quedando al margen de la exigencia de responsabilidades el Gobernador del Banco de España y los responsables económicos del gobierno. El de Rajoy parece un Robin Hood al revés, que despoja a los pobres para dárselo a los ricos.
Y Blesa, el amiguete y colocado por Aznar, el responsable con Rato de la mayoría de los desaguisados derivados de Caja Madrid, de momento casi de rositas.
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Cultura social
Que una parte sustancial de la base social de Podemos apoye la pena de muerte revisable es para echarse a temblar. Parece que esta parte substancial de Podemos tampoco tiene raíces culturales. Desilustrados es lo que son. Por suerte no podrán ir a ninguna parte sin el apoyo de las instituciones de las clases trabajadoras, aunque al parecer no lo saben.
Pero en realidad lo de Podemos no se aparta de lo que opina la mayoría de la población, ahora incapaz de distinguir entre castigo y venganza, y que además está de acuerdo en que el ejército español debe intervenir en el extranjero y olé.
Nadie se acuerda ya de las Tesis sobre Feuerbach de Marx, mencionadas aquí por aquello de que el educador ha de ser educado a su vez. Está por ver si el partido Podemos está por la educación de masas o por el politicismo puro y duro.
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La Asamblea de Andalucía
Es elogiable la Asamblea de Andalucía, que reiteradamente está realizando actividades importantes contra el TTIP, el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones que pretende crear la zona de libre comercio mayor del mundo. Y como es natural son los grandes lobbies empresariales norteamericanos y europeos los que deciden las posiciones de los gobiernos en unas negociaciones prácticamente a puerta cerrada, sin acceso para las poblaciones involucradas. Tratan de meter un gol importante a las personas que trabajan, y la izquierda andaluza parece ser la primera en tomarse muy en serio esa posibilidad.
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2 /
2015