¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Miguel Muñiz
Intereses inconfesables: la valoración de la energía atómica en los informe WEO
Desde mediados de la década de los 90, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publica su informe anual de situación y previsiones mundiales; el World Energy Outlook (en adelante WEO) es la versión oficial sobre proyectos e intereses de los que mandan en energía. A la hora de hacer pronósticos, lo que el WEO denomina «escenarios» suele ser citado, como referencia de autoridad, por todo tipo de expertos y analistas.
No está de más recordar que la AIE es un organismo autónomo dentro de la estructura de la OCDE, que incluye 28 de los 34 países de la misma, y que todos los miembros de la AIE lo son de la OCDE [1]. Curiosamente dos de los países más citados en los informes WEO, China e India, no son miembros de la AIE.
El WEO es un documento propagandístico. En documentos de esta naturaleza el lenguaje es cauto, rebuscado y extremadamente ambiguo. La exposición cumple una doble función, enunciar y enmascarar, por lo que se es muy cuidadoso en la manera de presentar los conflictos energéticos, que quedan reducidos a la categoría de “problemas”. Partiendo de estas consideraciones, es recomendable [2] una lectura crítica de los resumenes ejecutivos del WEO, publicados como separata gratuita en castellano desde el 2009, aunque solo sea para tener una referencia de aquello que los que mandan en el tema energético quieren que nos creamos.
Al margen de la repetición de una serie de dogmas, frases hechas y estereotipos al uso en el lenguaje neoliberal, los pronósticos se suelen reducir a tortuosas construcciones verbales que cambian de año en año, sin un mínimo análisis que explique el cambio del antiguo «escenario» al nuevo. Como en otros ámbitos de la gobernanza neoliberal, los errores que el paso del tiempo pone de manifiesto en los informes WEO no generan debates, reflexiones, ni contrastes públicos; son simplemente silenciados y sustituidos en el siguiente WEO por nuevas valoraciones y pronósticos, que siguen siendo citados como dogmas de fe por expertos y analistas. El caso de las menciones a la energía nuclear desde 2011, el año en que se inicia la catástrofe de Fukushima, hasta el WEO más actual, publicado el pasado 12 de noviembre, es ilustrativo.
En la edición 2011 encontramos las severas advertencias contra un cuestionamiento global de la energía atómica como resultado de los primeros síntomas de la catástrofe japonesa; se lanzan una serie de sombríos pronósticos: «se experimentaría una mayor presión al alza sobre los precios de la energía, surgirían nuevas preocupaciones sobre la seguridad energética, y resultaría más difícil y caro luchar contra el cambio climático», y se concluye con el recitado de uno de los mantras neoliberales al uso: «un cuestionamiento de la energía nuclear complicaría considerablemente el que las economías emergentes pudieran satisfacer su demanda de electricidad en rápido crecimiento».
En el WEO 2012, vista la reacción inicial de los tres países europeos que decidieron modificar su política atómica a raiz de Fukushima y acordaron un cierre ordenado de centrales (Alemania, Bégica y Suiza), se plantea una pregunta retórica en clave usted-no-sabe-de-lo-que-está-hablando: «Si la energía nuclear retrocede, ¿qué ocupa su lugar?», interpelan los redactores, lo que sirve para reiterar las mismas advertencias agoreras ahora en clave de resignación y razonamiento económico sesgado, ya que «ciertos países» han revisado sus políticas energéticas y, ademas, «la competitividad de este tipo de energía (la atómica) queda en entredicho en Estados Unidos y Canadá por el precio relativamente barato del gas natural», pero, ojo, «El alejamiento de la energía nuclear podría revestir considerables implicaciones para el gasto de los países en importaciones de combustibles fósiles, para los precios de la electricidad y para el nivel de esfuerzo requerido a fin de alcanzar los objetivos climáticos«.
Parecería que la defensa a ultranza de la energía atómica se relaja, impresión que confirma el WEO 2013, que en consonancia con el título del apartado, «El sector eléctrico se adapta a una nueva vida con viento y solar», las referencias son mínimas; una sola mención en el marco de los «pronósticos» sobre energías renovables y en clave defensiva: «Pese a la desaceleración en el ritmo actual de construcción de centrales nucleares debido a la revisión de las normas de seguridad, la producción nuclear acabará creciendo dos tercios, encabezada por China, Corea, India y Rusia». Como las menciónes de «China, Corea, India y Rusia» como centros de expansión atómicos se repiten en cada WEO la cosa no pasa de letanía rutinaria.
Pero llega ahora el WEO 2014, en que la tónica languideciente da paso a una proclama muy en la linea de lo que en su día fue el renacimiento nuclear.
Bajo un título en clave de advertencia «Un conjunto de elementos complejo para tomar decisiones sobre energía nuclear» se combinan enunciados elogiosamente combativos, «escenarios» de crecimiento agresivo, y las correspondientes cautelas.
Así entre los primeros, «El trato que se dispense a la energía nuclear seguirá constituyendo un rasgo esencial de las estrategias energéticas nacionales, incluso en países que se han comprometido a eliminar progresivamente esta tecnología y que deben proporcionar alternativas», o «Pese a los desafíos a los que actualmente se enfrenta, la energía nuclear tiene características específicas que respaldan el compromiso de algunos países a mantenerla como una opción futura«, sin olvidar las falacias clásicas, en esta ocasión repetidas con más énfasis: «La energía nuclear es una de las pocas opciones disponibles para reducir las emisiones de CO2 a la vez que se proporciona o reemplaza otras formas de producción de base«.
El nuevo «escenario» no tiene desperdicio, es un eco de las proclamas triunfantes de los buenos tiempos del «renacimiento nuclear»: «La capacidad nuclear mundial aumenta casi un 60% en nuestro escenario central, desde 392 GW en 2013 hasta más de 620 GW en 2040″, o «En el crecimiento de la generación nuclear de aquí a 2040, China representará el 45%, mientras que la India, Corea y Rusia representarán colectivamente un 30%. La generación aumentará un 16% en Estados Unidos, se reactivará en Japón (aunque no hasta el nivel previo al accidente de Fukushima Daiichi) y caerá un 10% en la Unión Europea,« u otro clásico de los eufemismos: «El crecimiento se concentra en mercados en los que la electricidad es suministrada a precios regulados, las instalaciones tienen apoyo estatal o los gobiernos facilitan las inversiones privadas”.
Las cautelas se mezclan con reproches a los potenciales elementos díscolos: «Casi 200 reactores (de los 434 operativos a finales de 2013) se retirarán de aquí a 2040, la mayor parte en Europa, Estados Unidos, Rusia y Japón; el reto de compensar el déficit de generación será especialmente peliagudo en Europa.», formulaciones retóricas vacías de contenido: «Las preocupaciones públicas acerca de la energía nuclear deben oírse y abordarse. La experiencia reciente ha mostrado hasta qué punto la opinión pública sobre la energía nuclear puede cambiar rápidamente y desempeña un papel determinante para su futuro en algunos mercados«, y referencias tecnocráticas a angustiosos problemas ambientales: «El total acumulado de combustible nuclear usado se duplica para superar las 700.000 toneladas durante el período previsto, pero, hasta la fecha, ningún país ha abierto una instalación de almacenamiento permanente para aislar los desechos más duraderos y de alta actividad producidos por reactores comerciales. Todos los países que han producido alguna vez desechos radiactivos deberían tener la obligación de desarrollar una solución para su almacenamiento permanente«.
El WEO 2014 es un toque de atención para los analistas y expertos sometidos a sus dictámenes: el «lobby» nuclear se ha pronunciado con rotundidad, la energía atómica no debe ser olvidada y se vuelve a la retórica del «renacimiento nuclear». Supone, asimismo, un estímulo para reanudar el «debate nuclear» en el punto en que se dejó y en los términos fijados: sólo economía y tecnología; nada de fastidiosas y «sentimentales» referencias a seres humanos, o impactos sociales, sanitarios y ambientales.
El WEO 2014 nos indica claramente que el «lobby» atómico considera que las consecuencias sociales de la catástrofe nuclear de Fukushima, a tres años y medio de su inicio, están debidamente controladas y que puede volverse a hablar como si no hubiese pasado nada.
De hecho, algunos analistas y expertos críticos ya han desempolvado las viejas proyecciones sobre la imposibilidad material de desarrollar el «escenario» en las economías de «mercado» y se aprestan, animados, a reanudar el «debate».
En realidad, el WEO 2014 no dice nada nuevo: los «mercados», entendidendo por dicho término lo que realmente significa (los intereses económicos del complejo bancario e industrial que manda en el mundo), siempre han defendido la energía atómica, y siempre la defenderán. El futuro de dicha energía, como el de los propios «mercados», no tiene nada que ver con ninguna clase de lógica económica. Serán las personas, conscientes de los efectos dañinos que provoca en sus organismos y en el medio en el que viven, las que, organizadamente, irán cerrando las centrales atómicas que funcionan, o impedirán que otras nuevas se construyan.
Notas:
[1] Los países miembros de la AIE son Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Corea del Sur, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Japón, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, República Eslovaca, Suecia, Suiza, Turquía, la Comisión Europea también participa en el trabajo de la AIE. Por otra parte, los 34 países miembros de la OCDE son Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Corea del Sur, Dinamarca, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Islandia, Israel, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, República Eslovaca, Suecia, Suiza y Turquía.
[2] El informe completo puede descargarse de la web de la AIE http://www.iea.org/publications/ . El resumen ejecutivo en castellano en http://www.worldenergyoutlook.org/publications/weo-2014/
Miguel Muñiz es miembro Tanquem les Nuclears – 100% EER, y mantiene la página de divulgación energética:
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