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El Lobo Feroz

Esto se desmorona

 

La Otan quiere Ucrania. La Merkel quiere Ucrania y la Unión Europea, por consiguiente, quiere Ucrania. Resulta que nosotros queremos Ucrania.

(Pueden ser cosas de la edad, pero cada vez que el Lobo quiere escribir Ucrania el ordenador se empeña en escribir Ucracia. ¿Ucracia? Tal vez el ordenador sabe más que él.)

En Ucracia mandaba un déspota pro-ruso electo: lo sustituyeron tras unos tiros de esos de quién ha sido por un neo-nazi pro-occidental. Ahora el gobierno está en manos de neonazis, pero son nuestros neo-nazis.

El gobierno ruso, naturalmente, no contaba con que le echaran de Crimea. En Crimea son pro-rusos (con razón: los alemanes les han invadido varias veces), incluso prosoviéticos. Ahora Crimea se ha integrado democráticamente en la federación rusa.

Otras zonas pro-rusas de Ucracia quieren hacer lo mismo: la máquina ocidental de crear conciencia falsa trata a esas gentes, claro, de terroristas. Los gobiernos occidentales le dicen al gobierno ruso que no intervenga si no quiere ser sancionado. El gobierno ruso interviene ayudando a los pro-rusos, según dicen los occidentales. Los occidentales imponen sanciones a Rusia. Rusia impone sanciones a la Unión Europea. Total:

Las frutas y verduras de Murcia pagan el pato. La Unión Europea aportará aportará aportará y tal vez aporte algo: algo previamente esquilmado via impuestos a los rutilantes ciudadanos europeos

Esto de la Unión Europea es un buen negocio, sí señor. Pero no para nosotros.

Rusia envía unos camiones cargados de ayuda humanitaria a las zonas en que los pro-rusos se defienden de los neonazis. El gobierno ucracio no permite su entrada en el país (ya no se sabe bien en cuál), pero los camiones entran y empiezan a repartir la ayuda. El Gobierno de Moscú insiste en que la población necesita ayuda urgentemente porque carece de agua y electricidad desde hace semanas.

(¿Alguien más se acuerda finalmente de la población?)

La democrática y occidental Lituania toma una vela en este entierro y considera el paso de los camiones, mira por dónde, un incidente merecedor de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. Lituania, tomad nota. Los camiones se van. Los lituanos reaparecerán, y si no, al tiempo. Políticamente son como los neoliberales polacos, pero en su propio estilo.

(continuará, si hace al caso)

 

En realidad la política internacional es muy sencilla. Algunos ejemplos:

Tú armas a Bin Laden para que dirija a los talibanes para que echen a los soviéticos de Afganistán. Y echan a los soviéticos de Afganistán. Ahora que tienes talibanes allí en vez de soviéticos, lo lógico es bombardearles.

Tú armas a Saddam Hussein para que entre en guerra con los ayatollahs de Irán. Le das hasta gases —que has fabricado tú— para que pueda gasear a placer a los iraníes. Pero la guerra entre Iraq e Iran no hace más reforzar a los ayatollahs de Irán… Aunque si un objetivo político era tener un casus belli permanente para seguir fabricando armas a costa del erario público americano, la cosa ha salido bien.

E incluso ha salido mejor porque Saddam Hussein invade Kuwait y pasa a ser el enemigo ansioso del petróleo kuwaití. Los norteamericanos quieren el petróleo kuwaití y el iraquí, de modo que tienen un par de guerras allí. Guerras asimétricas: Estados Unidos pone las armas y la población de Iraq pone los muertos.

Luego está el caso de Siria: se monta la de Dios sobre un estado autoritario pero donde hay paz y orden. Ese estado no es como el de la prooccidentalísima Arabia (donde cortan manos, etc.). Los jeques de Arabia Saudí, los de algún emirato y algunas democracias europeas, quieren «poner orden» en la parte del norte de África que los americanos aún no consideran suya. Una buena guerra en Siria. Muy tarde, muy tarde, los occidentales advierten que han estado echándole una mano a la Yihad, que ha aparecido un Califato peor que Al Qaeda, y piden bombardeos a los americanos.

Los americanos, claro, bombardean. El Assad se lo agradece.

Entretanto Israel desbarata una vez más la posibilidad de un estado palestino unificado. A bombazos, claro. Envuelto en la Shohah, después del Holocausto, el estado de Israel puede hacer lo que quiera. La población europea ¿siente vergüenza?

Los bombazos hacen estragos sobre las poblaciones afgana, palestina, iraquí, libia, siria, ucrania… Los muertos los contará, si puede, la Cruz Roja. Como hizo en Serbia y en Kosovo. ¿Nos acordamos además del África subsahariana?

Hoy cientos y cientos de miles, millones de personas corren a campos de refugiados que ya no son refugios para nadie. No tienen discotecas allí. Nadie puede comprar crema Nivea.

Un día de éstos, Otan mediante, nos va a llover a nosotros. A nuestros paisanos. Por supuesto, nadie, ni nosotros, se lo merece. Pero parece que a estos ingenieros del orden mundial no les acaban de salir bien los trucos de la política. ¿En qué estarán pensando?

28 /

8 /

2014

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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