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Samuel Farber

El programa de Raúl Castro y sus contradicciones

I. Introducción

Raúl Castro ha implementado un gran número de cambios que han abarcado muchas facetas de la sociedad cubana. En el ámbito político, dichos cambios comparten ciertas características: una liberalización política (y cultural) significativa y muy bienvenida, pero sin democratización alguna; y la flexibilización de reglas administrativas y concesiones a las demandas populares, pero sin el reconocimiento de derechos ciudadanos independientes de la discreción del gobierno.

La nueva reforma migratoria, que tomó efecto en enero del 2013, es un ejemplo de una liberalización significativa que ignora el derecho de los ciudadanos de entrar y salir del país cuando lo consideren conveniente. Por un lado, ya no se les confiscan los bienes a los emigrados y no es necesario el permiso especial para salir del país. Bajo las nuevas reglas, basta con presentar un pasaporte vigente y el visado del país de destino para viajar al exterior. Pero, por el otro lado, los ciudadanos cubanos no tienen derecho al pasaporte. El artículo 23 del Decreto-Ley No. 302 del 16 de octubre del 2012 que estableció la reforma migratoria, explícitamente menciona que el gobierno puede negar el pasaporte a los ciudadanos que caigan en ciertas categorias, entre las que está la de cubanos contra quienes esté pendiente alguna “medida de seguridad”, la de cubanos para los cuales “razones de Defensa y Seguridad Nacional así lo aconsejen”, y la de los solicitantes que carezcan “de la autorización establecida, en virtud de las normas dirigidas a preservar las fuerzas de trabajo calificada para el desarrollo económico y social y científico-técnico del país, así como para la seguridad y protección de la información oficial.” Al mismo tiempo, el artículo 24.1 prohibe la entrada al país de varios tipos de personas, incluyendo a aquellas que hayan estado involucradas en “organizar, estimular, realizar o participar en acciones hostiles contra los fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado cubano” o “cuando razones de Defensa y Seguridad Nacional así lo aconsejen”. O sea que el gobierno cubano puede legalmente negar la entrada a la isla a cualquier cubano residente en el exterior que esté opuesto al régimen. Si bien la reforma extendió a 24 meses la permanencia legal en el exterior de los ciudadanos cubanos que viajan por asuntos particulares [1], los obliga a obtener el permiso del gobierno cubano para legalizar dicha estancia. De otra manera, serán considerados legalmente como “emigrados”, lo que implica, por ejemplo, la pérdida de sus pensiones. Los cubanos que hayan obtenido permiso del gobierno para residir en el exterior solamente pueden quedarse en Cuba 180 días cuando visiten la isla (90 días en el caso de aquellos legalmente considerados como “emigrados”). Por lo tanto, el nuevo reglamento, si bien liberaliza la política migratoria, de nuevo penaliza con pérdida de derechos a los que viajan al exterior, sean estos “emigrados” o no, e ignora por completo el principio democrático de que el derecho de libre movimiento reside en la ciudadanía y no en el Estado. Por otra parte, hay que reconocer que, hasta el momento, la ley se ha aplicado más liberalmente de lo que muchos, incluyendo este autor, esperábamos como, por ejemplo, es el caso de los médicos que ahora tienen muchas más posibilidades de viajar por cuenta propia. El gobierno también ha permitido que disidentes conocidos como Eliecer Dávila, Berta Soler, la líder de las Damas de Blanco, y especialmente Yoani Sánchez, a la cual se le había prohibido anteriormente salir del país en un sinnúmero de ocasiones, pudieran obtener sus respectivos pasaportes y viajar al exterior. Por otra parte, la disidente Gisela Delgado Sablón denunció que se le habia negado el permiso de salir del país con derecho a regresar porque su nombre aparecía en una “lista de personas que pertenecen a grupúsculos contrarrevolucionarios” [2].

Si bien la liberalización debida a estos y otros cambios que incluyen un mejor trato de los gays, ha sido significativa, no se puede decir lo mismo con respecto a la democratización del sistema político. Continuando con una tradición de más de cincuenta años, el gobierno de Raúl sigue pretendiendo que la manipulación desde arriba puede hacerse pasar por democracia. Así lo demostraron los preparativos y realización del VI Congreso del Partido Comunista Cubano de abril 2011. En anticipación al congreso, Raúl Castro hizo un llamamiento para una “discusión abierta” de tres meses, de diciembre 1, 2010 a febrero 28, 2011 sobre los Lineamientos iniciales propuestos por el PCC. Estas “discusiones” pretendieron ser democráticas, pero fueron organizadas de manera tal que negaron y subvertieron la esencia de la democracia. La prensa oficial tuvo el control exclusivo de qué y cómo reportar sobre lo que ocurría en las discusiones en las oficinas, fábricas y centros comunitarios del país. Los participantes en estas discusiones no tenían organización propia ni podían comunicarse y organizarse para apoyar sus demandas con los participantes en las discusiones en otros lugares. Como resultado, los que participaban en una discusión en un lugar determinado se enfrentaban como un grupo aislado a la organización a nivel nacional de los gobernantes, el PCC. Es significativo que del 15 al 30 de noviembre de 2010, el período inmediatamente anterior a la “discusión abierta”, el Partido organizó seminarios en todos los municipios para preparar a los cuadros que iban a participar en las reuniones con los miembros de base del partido, los trabajadores y comunidades [3]. Eso quiere decir que el Partido tenía cuadros entrenados que iban a estar presentes en cada discusión para “guiarla” y transmitir las “orientaciones” que venían de arriba. Está claro que este proceso de discusión no fue un debate democrático, sino un proceso comparable a los buzones de quejas y sugerencias de las empresas capitalistas que los gerentes usan para apaciguar a sus empleados y, a veces, para afinar la administración de la empresa.

Todo proceso auténtico de reforma democrática implica necesariamente la apertura de los medios masivos de comunicación. Por ejemplo, en el proceso de Glasnost de Gorbachov hubo órganos de prensa muy críticos como Ogonyok Argumenty I Fakty que circulaban ampliamente entre la población y no estaban restringidos a grupos relativamente pequeños. Pero en la Cuba actual, estos medios siguen controlados por el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista Cubano encabezado por Rolando Alfonso Borges. Es un número muy limitado de cubanos los que tienen acceso —a través del Internet, que tiene una penetración muy escasa en la isla, y a través de publicaciones católicas de limitada circulación como Espacio Laical— a puntos de vista que difieren significativamente de la línea gubernamental. La inmensa mayoría de la población en la isla depende de la prensa y televisión oficial para informarse de lo que sucede en Cuba y en el resto del mundo. Aparte de la pequeña concesión que permite a los cubanos acceso a Telesur, la estación patrocinada por el gobierno venezolano, no ha habido cambios o reformas significativas que hayan ampliado los puntos de vista transmitidos por los medios masivos de comunicación.

II. Carácter de los cambios y reformas económicas

Al asumir el mando del Estado cubano en el 2006, Raúl Castro se enfrentó con una situación económica crítica [4] que requería medidas drásticas, lo cual ha llevado al gobierno a dedicarse principalmente a tratar de revitalizar la economía. Pero ha cometido errores e impuesto trabas que en la práctica han socavado y hasta negado muchos de sus supuestos propósitos. Algunas de éstas, como no anticipar las medidas necesarias para complementar las nuevas reformas en el empleo, podrían atribuirse a la ineficiencia burocrática y son, por lo menos en principio, remediables. Pero hay trabas que tienen un origen más profundo y estructural y son fruto de contradicciones que provienen principalmente del temor de los jefes políticos y burocráticos a perder su poder, control y privilegios como resultado de una reorganización del orden existente.

Las reformas agrícolas, esenciales para la economía cubana para poder alimentar a una población que depende en gran parte de productos importados, son un ejemplo. Hasta noviembre del 2012, el gobierno había distribuido 1,5 millones de hectáreas (58% del total de tierras baldías del Estado), a 174.271 personas [5], la gran mayoría de las cuales no tenían experiencia alguna en la agricultura. De acuerdo al Decreto-Ley 300 de 2012, que reemplazó al Decreto-Ley 259 de 2008, se amplió la cantidad de tierras entregadas a los usufructuarios privados a 67,10 hectáreas o 5 caballerías [6]. El gobierno también permitió, después de haberlas prohibido, las “bienhechurías”, tales como la construcción y mejora de las viviendas campesinas [7], y se comprometió a compensar al campesino por éstas en caso que no se renovara el contrato de usufructo. Pero el gobierno no estuvo igualmente dispuesto a garantizar el derecho al usufructo más allá de diez años, aunque en principio éste puede renovarse periódicamente al final del contrato por otro período similar. En contraste con la política mucho más liberal adoptada en China y Vietnam, la ley que limita la duración del usufructo de la tierra obviamente desalienta el esfuerzo individual de los campesinos y campesinas y sus familias y la inversión de capital. Además, aunque más de la mitad de las tierras entregadas están cubiertas con marabú, un tipo de maleza común en Cuba, el gobierno no provee créditos para ayudar a erradicarla [8]. El usufructario también está obligado a vincularse a una de las varias “cooperativas” agrarias oficiales y a vender al Estado la mayor parte de su producción a precios establecidos por Acopio, la agencia estatal a cargo de dicha tarea. Aunque en China y Vietnam, como en Cuba, la propiedad de la tierra quedó en manos del Estado, los usufructuarios chinos y vietnamitas, a diferencia de los cubanos, deciden qué plantar, a quién vender y a fijar el precio [9].

Dadas estas limitaciones y dadas las dificultades que los campesinos privados afrontan para conseguir las herramientas e insumos básicos para limpiar, preparar y cultivar la tierra, así como para transportar y distribuir el excedente de sus cosechas [10], no es sorprendente que los resultados de la reforma agraria hayan sido mediocres. Los vaivenes recientes de la producción agrícola no cañera, que disminuyó 5% en 2010, aumentó 5% en 2011 y 1,7% en 2012, y decreció 7,8% en el primer trimeste de 2013 (en comparación con el primer trimestre de 2012), mientras que la ganadería decreció 4,3% en 2012 y aumentó 16,8% en el primer trimeste de 2013 (de nuevo en comparación con el primer trimestre de 2012), dejan a la producción agrícola cubana muy por debajo de la producción alcanzada en la inmensa mayoría de dichos productos en 1989 [11]. Mientras tanto, los precios de los productos agrícolas aumentaron un 20 por ciento en 2011, lo cual puede obedecer, en parte, al crecimiento de la demanda interna más allá de la oferta [12] así como al hecho de que Cuba importa 70% de los alimentos que consume, y está por lo tanto expuesta al aumento de precios en el mercado agrícola internacional.

III. ¿Por qué los cambios y reformas no han podido emular el modelo sino-vietnamita?

Desde ya hace un tiempo, el régimen de Raúl Castro ha mostrado una inclinación al modelo sino-vietnamita, en el sentido de crear un capitalismo de Estado que monopoliza el poder político a través del Partido Comunista, y que controla los sectores estratégicos de la economía como la banca, mientras comparte el control del resto de la economía con un sector capitalista privado tanto doméstico como extranjero. En el plano ideológico y político, Raúl Castro ha expresado su admiración por el modelo chino declarando, a la manera altermundista, que el éxito de China demuestra que “otro mundo es posible” [13]. Pero la implementación de dicho modelo se ha quedado a medias.

Cómo se explica esta situación? El propio Raúl Castro ha expresado en varias ocasiones su descontento con la lentitud de los cambios impulsados por su gobierno, atribuyendo la falta de progreso a “la barrera psicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulación o doble moral, la indiferencia e insensibilidad y que estamos obligados a rebasar con constancia y firmeza” [14]. Si bien estas barreras psicológicas existen, es necesario identificar las raíces socio-estructurales y clasistas que las estimulan y reproducen. En ese sentido es, sobre todo, el sistema burocrático que rige la economía cubana que sistemáticamente reproduce irracionalidades e ineficiencias económicas [15], y fomenta actitudes que socavan el sentido de responsabilidad de grupos e individuos tanto entre los gerentes como entre los trabajadores. No cabe duda de que, por ejemplo, la alta burocracia es responsable de no haber anticipado la necesidad de medidas complementarias a la legalización del trabajo por cuenta propia en las ciudades, como la creación de un sistema de créditos y precios al por mayor. Aunque esto se trató de remediar más tarde, lo que no parece tener remedio bajo las contradicciones del gobierno de Raúl Castro son las limitaciones programáticas a las reformas, que sistemáticamente limitan su éxito, tanto en el caso de la legalización del cuentapropismo mismo como en el caso de la falta de seguridad e incentivos a los usufructuarios de tierras distribuidas por el Estado. Asimismo, es el control desde arriba del partido único, y la carencia de derechos ciudadanos, lo que estimula y reproduce la “doble moral”, ya que la gente dice una cosa en privado y otra en público para no meterse en problemas con las autoridades, lo que pudiera seriamente afectar, como mínimo, sus posibilidades educacionales y de trabajo.

El análisis estructural aquí propuesto sugiere que muchos líderes del gobierno temen, con razón, que un cambio más decidido en la dirección del modelo sino-vietnamita los haga perder su influencia sobre sectores de la burocracia y hasta sus propios empleos. Por ejemplo, cualquier cambio mayor en la administración de la agricultura cubana que pudiera poner en peligro a la estructura burocrática de Acopio, la agencia encargada de colectar los productos agrícolas producidos por los campesinos privados.

En este contexto, hay que tener en cuenta la tensa relación con los Estados Unidos, especialmente dado que, a diferencia del gobierno chino, que tenía relaciones favorables con su diáspora capitalista [16], el gobierno cubano todavía no se ha vinculado con los capitalistas cubano-norteamericanos (aunque algunos de estos últimos, tales como el grupo Cuba Study Group, dirigido por Carlos Saladrigas, han mostrado su interés en invertir en la isla una vez que el gobierno provea ciertas garantías legales para sus inversionistas).

Es en este contexto de atrincheramiento burocrático donde el modo de funcionar político de Raúl Castro juega un papel crítico, reforzando o rompiendo ese estancamiento. Aunque ha criticado a la burocracia en numerosas ocasiones, siempre lo ha hecho de manera general y abstracta y jamás se ha atrevido a violar el consenso burocrático para señalar individuos o sectores de la alta burocracia específicamente responsables por decisiones erróneas o fallidas y así “sacudir la mata” (expresión ampliamente usada en Cuba a principios de la revolución, cuando el objeto era eliminar del poder a aquellos que eran percibidos como opuestos a la radicalización del proceso y/o la influencia comunista). Las críticas específicas se han limitado a funcionarios menores y medianos a través de las columnas del periodista José Alejandro Rodríguez en Juventud Rebelde y en la sección de quejas que aparece semanalmente en el Granma. Aunque ese silencio ha sido una tendencia general en los sistemas de tipo comunista, es especialmente notable en el caso cubano. En contraste, el líder comunista soviético Yegor Ligachev retó públicamente a Gorbachev y lo mismo sucedió en China, donde divisiones públicas entre los líderes llegaron al grado extremo de las confrontaciones que ocurrieron durante la Revolución Cultural de los sesenta, y donde más tarde varios líderes comunistas abierta y públicamente resistieron a Deng y su proyecto económico.

Esa ansia de Raúl y del alto liderazgo por mantener el consenso burocrático explica que Fidel Castro, el gran micromanager de la economía cubana, no haya opinado absolutamente nada en sus “Reflexiones” sobre los cambios económicos promovidos por su hermano. El comportamiento de Fidel demuestra por lo menos un pacto implícito con Raúl, conforme al cual limita sus opiniones a aquellos temas, como política extranjera y el medio ambiente, donde no haya diferencias con su hermano. Hay que tener en cuenta que desde muy temprano, Fidel Castro demostró una gran afinidad por el monolitismo político [17], que Raúl y otros asociados cercanos compartieron. Esa inclinación castrista por el monolitismo fue probablemente reforzado por las consecuencias negativas de las divisiones que ellos presenciaron entre los líderes de países como Argelia y Grenada, con quienes tenían relaciones muy estrechas.

Es posible que la mentalidad de Raúl Castro como un ejecutivo empresarial que afirma la delegación de poderes, refuerce en él un afán de consenso, especialmente con “su gente”: aquellos ministros y funcionarios que sustituyeron a los que habían sido nombrados por Fidel. También hay que tener en cuenta que, como la gestión empresarial puede fracasar por muchas razones aparte de la dedicación y eficiencia de los gerentes, el enfoque de Raúl en delegar el poder y juzgar por resultados pudiera tener el efecto quizás no anticipado de proveerle mucho más poder, autonomía y seguridad a los cuadros del aparato burocrático que la que tenían bajo Fidel Castro. Estas características del estilo de ejecutivo empresarial con el que Raúl gobierna puede impedir la solución de muchos de los problemas antes mencionados y por lo tanto dificultar el éxito de cambios estructurales y hacer de Raúl Castro un “reformador truncado”, en contraste con líderes como Deng y Gorbachev que concretaron muchas de sus decisiones, aunque en el caso de Gorbachev estas hayan fracasado. Raúl Castro no es ni parece ser ni el equivalente cubano de Deng ni de Gorbachev.

El estilo de ejecutivo empresarial de Raúl también corre el riesgo de establecer en la isla lo que el historiador de la URSS Robert V. Daniels llamó la “burocracia participativa” que caracterizó la URSS de Leonid Brezhnev. Conforme a Daniels, la “burocracia participativa” significó que expertos y funcionarios al nivel local adquirieron, junto con otros miembros de la burocracia, un nivel significativo de seguridad e influencia, a costa del alto liderazgo, o que por lo menos la vulnerabilidad era mutua [18]. Esta “burocracia participativa” debe haber jugado un papel importante en convertir la era de Brezhnev (1964-1982) en la “era del estancamiento”.

IV. ¿Qué tipo de comunista es Raúl Castro?

Resulta paradójico que Raúl Castro se haya convertido en el “reformador” que “ablanda” la línea dura de Fidel. En los primeros años de la revolución era al revés: Raúl era el de la línea dura, y Fidel era el pragmático y hasta el conciliador. ¿Cambió Raúl Castro su ideología política? En realidad, ni Raúl cambió ni ha sido más o menos comunista que Fidel. Lo que pasa es que fue y sigue siendo un tipo de comunista diferente del que Fidel Castro eventualmente llegó a ser.

Es muy significativo el hecho de que Raúl, cinco años más joven que Fidel, se unió inicialmente a la Juventud Socialista (JS), el grupo juvenil del PSP (Partido Socialista Popular), los comunistas cubanos que seguían la línea política de Moscú. A diferencia de los grupos de acción político-gangsteril, y más tarde del Partido Ortodoxo —un partido demócrata populista opuesto al Comunismo— a los que Fidel se unió, la JS y el PSP eran organizaciones de cuadros disciplinados que cumplían fielmente las tareas asignadas por una organización verticalista, nada democrática y con tendencias marcadamente burocráticas, y nada caudillista. Aunque sectarios y dogmáticamente estalinistas, los comunistas cubanos eran también pragmáticos y oportunistas. El PSP/JS no compartía la tendencia a la violencia tan enraizada en el populismo revolucionario, lo cual no excluyó que estuvieran dispuestos a sacrificarse especialmente dadas las persecuciones de las que habían sido victimas desde el comienzo de la Guerra Fría a finales de los cuarenta.

Si bien Raúl Castro dejó atrás la disciplina organizacional de la JS/PSP, que era opuesta hasta 1957-58 a la lucha armada contra Batista, aún cuando se unió, en 1953, a su hermano Fidel en el ataque al Moncada, y estuvo con él en la cárcel y durante el exilio posterior en México, preservó sus ideas y orientaciones políticas. Antes de que la expedición del Granma saliera de México con rumbo a Cuba a fines de 1956, Raúl Castro preparó un testamento político no con su hermano Fidel, sino con otro expedicionario, Antonio López Fernández (mejor conocido como Ñico López, que murió más tarde cuando fue apresado y ejecutado por el ejército de Batista), cuya procedencia política era igual a la de Raúl. Dicho testamento abogaba por “un gobierno de Liberación Nacional como realmente lo interpreta el Partido de los obreros cubanos [una clara alusión al PSP y no al Movimiento 26 de Julio] y en un mañana no muy lejano, por ideas más avanzadas todavía en lo económico y social, en la forma gradual que requieran los procesos de los pueblos” [19]. Ya en la Sierra, Raúl Castro demostró sus inclinaciones y talentos organizativos, confirmando su “afinidad electiva” con el tipo de organización y disciplina férrea del JS/PSP cuando en marzo de 1958, salió con un grupo de rebeldes de la Sierra Maestra y estableció un nuevo frente de guerrillas, el II Frente Oriental Frank País. En ese Frente, Raúl estableció una organización más desarrollada y eficiente que la de Fidel Castro en la Sierra Maestra, con la creación de varios departamentos como los de Guerra, Sanidad, Justicia, Educación, Finanzas, Propaganda y Construcciones y Comunicaciones. También creó la Escuela Política José Martí, el Buró Agrario y el Buró Obrero, aunque estos tres últimos estuvieron subordinados a la Comandancia Central en la Sierra Maestra [20].

Continuando la orientación política que había manifestado en su testamento político escrito en el exilio mexicano, Raúl Castro se unió después de la victoria del 1° de enero de 1959 a Ernesto “Che” Guevara (cuyo rompimiento con Moscú comenzó a finales de 1960) y otros líderes revolucionarios afines al comunismo de tipo soviético, para encabezar, en 1959, la tendencia a la que mucha gente llamó de “los melones” (“verde por fuera, roja por dentro”) dentro del Movimiento 26 de Julio. Esta tendencia colaboró con el PSP para combatir no sólo a la derecha conservadora opuesta a la revolución, sino también a los liberales y a los revolucionarios anti-imperialistas independientes —David Salvador, Marcelo Fernández, y Carlos Franqui entre otros— que desde las filas revolucionarias se opusieron a un curso pro-comunista, mientras que Fidel Castro se mantenía por encima de dichas polémicas en esa época [21]. Es importante recordar que cuando Fidel Castro visitó los Estados Unidos en abril de 1959 y públicamente se distanció del comunismo, Raúl Castro se alarmó y lo llamó por teléfono para decirle que se estaba diciendo en Cuba que los yankis lo estaban seduciendo [22]. Conforme a documentos soviéticos desclasificados, Raúl Castro, durante un breve tiempo, pensó en crear un cisma en el Movimiento 26 de Julio para convencer a su hermano de que no podría gobernar sin los comunistas [23].

Como consecuencia de su política, Raúl Castro siguió una línea más dura que la de otros líderes revolucionarios. De hecho, cuando Fidel Castro nombró a Raúl como su sucesor, a finales de enero de 1959, parte de su propósito fue comunicar el mensaje político de que si lo asesinaban, el líder que vendría después sería aún más duro y radical que él. En las décadas que siguieron, numerosos ejemplos confirmaron la disposición de Raúl a jugar el papel del “duro”, desde 1968, cuando presentó el largo informe acusatorio contra la “microfacción” de viejos comunistas cubanos encabezados por Aníbal Escalante [24], hasta 1996, cuando encabezó el ataque contra el Centro de Estudios sobre América (CEA), un think-tank del Partido Comunista Cubano que había agrupado a un número significativo de los académicos e intelectuales cubanos más importantes, que estaban realizando una serie de estudios con un espíritu crítico y creador [25].

Mientras jugaba el rol del “duro” represivo, Raúl Castro siguió aportando su talento organizativo y pragmático, especialmente como Ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Después del colapso de la URSS, cuando la falta de recursos materiales forzó al gobierno cubano a reducir las fuerzas armadas de un total de 297.000 personas en 1991 a solamente 55.000 en 2005 [26], el ejército, bajo la dirección de Raúl, se dedicó a desarrollar sus actividades económicas, a través de la corporación económica GAESA y sus gerentes y técnicos, las que se convirtieron en las empresas más importantes en la isla. Anteriormente, en 1987, a pesar de que Cuba pasaba por el “Período de Rectificación” de corte guevarista, Raúl Castro comenzó a implantar su sistema de “Perfeccionamiento Empresarial” dentro de las empresas del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias [27] que él presidia. Con esto introdujo elementos de racionalidad económica, copiados del mundo capitalista, con respecto a la organización, disciplina y eficiencia.

V. Conclusión

El comunismo de Fidel Castro se caracterizó por un componente muy fuerte de “voluntarismo caudillista”. El comunismo de Ernesto “Che” Guevara fue aún más voluntarista que el de Fidel y también más ideológico, y lejos de ser caudillista, fue casi impersonal. El comunismo de Raúl Castro está muy influido por su formación temprana en el JS/PSP y su profunda “afinidad electiva” con el funcionamiento de esa organización como un órgano altamente disciplinado, nada democrático y frecuentemente represivo, y al mismo tiempo poco voluntarista y eminentemente pragmático. Pero Raúl Castro también tiene temor a la division, y su deseo de mantener el consenso burocrático perpetúa el atrincheramiento de la burocracia gubernamental, lo que obstaculiza la reorganización del sistema hacia el modelo sino-vietnamita que tanto le “gusta” a él.

Afortunadamente, el régimen de Raúl Castro ha extendido significativamente la liberalización cultural y hasta cierto grado, la liberalización política que ya había comenzado en los noventa bajo el impacto del desastre económico provocado por el colapso de la URSS. Queda por delante, ni más ni menos, la democratización económica y política de la sociedad cubana.

¿Que está ocurriendo en ese sentido? Por un lado, la Iglesia Católica, la única institución independiente de importancia, en su afán hegemónico, está auspiciando a un grupo de personas con “procedencias ideológicas disímiles” que proponen una larga serie de medidas democratizadoras para la sociedad cubana, que aunque bienvenidas no especifican ni la agencia de cambio, ni el sistema económico que debe reemplazar al sistema imperante en la isla [28]. Por el otro lado, cuando la Iglesia habla en nombre propio, su portavoz laico proclama abiertamente que hubiera querido que Raúl Castro reformara el PCC para “hacer transitar el país hacia un régimen bipartidista de oposición leal” y facilitar, entre otras metas “la inexorable inserción de Cuba —desde lógicas autóctonas— en las redes de producción de la economía mundial capitalista.” Pero como, según este portavoz, es demasiado tarde para que el liderazgo histórico de la revolución lleve a cabo esta tarea, se dirige a las Fuerzas Armadas (a las que caracteriza como la única otra institución aparte de la Iglesia Católica que va a continuar “incólume” por “doscientos años más”) y tácitamente las invita a entrar en un pacto político, indicando que “las Fuerzas Armadas, como la Iglesia Católica, tienen la responsabilidad patriótica y moral de velar y facilitar el mejor de los futuros posibles para Cuba.” Como de costumbre, ni este ni otros portavoz del catolicismo oficial cubano mencionan la movilización popular ni la creación de nuevas instituciones democráticas de base como agentes del cambio, y reiteran, una vez más, sus perspectivas desde arriba [29].

Una buena parte de la naciente izquierda crítica democrática, aunque con mucho menos peso político que la Iglesia, está proponiendo la autogestión obrera y campesina como la vía hacia la democratización de la sociedad cubana. La decisión reciente del gobierno de crear unas 230 cooperativas experimentales en varios sectores como el transporte, la gastronomía, y la construcción, han creado algunas expectativas entre estos partidarios de la autogestión. Es imposible predecir cómo se desarrollarán esas nuevas cooperativas, aunque si nos guiamos por la experiencia de las cooperativas agrícolas oficiales en Cuba, controladas desde arriba por el Estado, no hay por qué esperar mucho de las nuevas por lo menos en cuanto a la autogestión [30].

Además, aún dentro de la nueva izquierda crítica, las propuestas de autogestión tienden a subestimar, y hasta ignorar, la necesidad de un planeamiento a nivel nacional y que será el PCC quien monopolizará ese planeamiento a menos que se elimine su monopolio. La experiencia yugoslava del siglo pasado demostró que una auténtica autogestión a nivel local sólo puede funcionar cabalmente si hay planeamiento a nivel nacional y si éste es democrático, en vez de originarse en los dictados del binomio partido único/mercado. Después de todo, las decisiones con respecto a cuestiones vitales como la tasa de acumulación y consumo, política salarial, impuestos y prestaciones sociales afectan a toda la sociedad y economía y por lo tanto limitan significativamente lo que se puede decidir en cada centro de trabajo. Finalmente, hay que notar que la autogestión requiere una motivación e involucramiento por parte de sus integrantes. Es precisamente un movimiento demócratico, desde abajo, lo que puede generar en la gente la motivación para controlar democráticamente tanto su centro de trabajo como todo el país.

 

Notas

[1] “Actualiza Cuba su Política Migratoria,” Diario Granma, 16 de octubre de 2012, Año 16, Número 286. http://www.granma.co.cu/2912/10/16/nacional/artic11.html.

[2] Samuel Farber, “Flexibilización Sí, Movimiento Libre de Ciudadanos No,” Havana Times, octubre 22, 2012, http://www.havanatimes.org, Haroldo Dilla Alfonso, Inmigración. Del Anuncio a la implementación: ¿qué ha cambiado en la reforma migratoria? Cuba Encuentro, 18 de febrero de 2013, http://www.cubaencuentro.com Redacción CE, “Niegan la salida a Gisela Delgado”, Cubaencuentro, 8 de febrero de 2013, http://www.cubaencuentro.com.

[3] “El Sexto será un congreso de toda la militancia y de todo el pueblo”, Diario Granma 14, no. 314 (9 de noviembre de 2010), p. 4, www.granma.co.cu/2010/11/09/nacional/artic03.html.

[4] La crisis económica que Raúl ha confrontado desde 2006 tiene varias dimensiones que incluyen un nivel muy bajo de productividad, problemas muy serios creados por la dualidad monetaria, la reducción dramática de la producción azucarera, la ineficiencia y desorden en el transporte y distribución de la producción agrícola, y la creciente desigualdad económica, especialmente entre blancos y negros.

[5] Carmelo Mesa-Lago, Cuba en la era de Raúl Castro. Reformas económico-sociales y sus efectos, Madrid: Editorial Colibrí, 2012 y “Los Cambios en la Propiedad en las Reformas Económicas Estructurales de Cuba,” Espacio Laical, Suplemento Digital No. 223/febrero 2013, p. 5. https://blu162.mail.live.com/default.aspx?id=64855.

[6] “Decreto-Ley 300 sobre entrega de tierras entra en vigor,” Juventud Rebelde, 10 de diciembre de 2012. http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2012-12-10/.

[7] Carmelo Mesa-Lago, “Los Cambios en la Propiedad en las Reformas Económicas Estructurales de Cuba”, p. 3.

[8] Ibid., p. 4.

[9] Ibid., p. 6.

[10] Ver la discusión de varios de estos problemas de la agricultura cubana en mi libro Cuba Since The Revolution of 1959. A Critical Assessment, Chicago: Haymarket Books, 2011, 59-66.

[11] Carmelo Mesa-Lago, “Los Cambios en la Propiedad en las Reformas Económicas Estructurales de Cuba,” 5-6, y ONE [Oficina Nacional de Estadística e Información. República de Cuba] “Sector Agropecuario. Indicadores Seleccionados Enero-Diciembre 2012, 3. http://www.one.cu/mensualprincipalesindicadoresagropecuario.htm ONE, “Sector Agropecuario. Indicadores Seleccionados Enero-Marzo 2013. 1-Comentarios. http://www.one.cu/mensualprincipalesindicadoresagropecuario.htm.

[12] Carmelo Mesa-Lago, “Los Cambios en la Propiedad en las Reformas Económicas Estructurales de Cuba,” p. 6.

[13] “Raúl en Shanghai,” Granma, jueves 21 de abril de 2005, p. 8.

[14] Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y Ministros en el Séptimo Período Ordinario de Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 1 de agosto de 2011, “Año 53 de la Revolución” Diario Granma, Martes 2 de agosto de 2011, Año 15/Número 214. http://www.granma.co.cu/2011/08/02/nacional/artic03.html.

[15] Para una discusión más detallada de estos procesos, ver el capítulo 2 de mi libro Cuba Since the Revolution of 1959. A Critical Assessment, especialmente las pp. 52-62.

[16] Conforme al especialista Ezra Vogel, apróximadamente dos terceras partes de la inversión directa extranjera en China entre los años 1979 y 1995, provino de Hong Kong, o por lo menos a través de la “Puerta Sureña” entre Hong Kong y la China continental. No cabe duda de que los chinos de ultramar jugaron un papel muy importante en estas inversiones. Ezra Vogel, Deng Xiaoping and the transformation of China, Cambridge, Ma. and London, Inglaterra: The Belknap Press of Harvard University Press, 2011, p. 403.

[17] Para una discusión mas detallada de esta característica de Fidel Castro, ver mi libro The Origins of the Cuban Revolution Reconsidered, Chapel Hill, N.C.: The University of North Carolina Press, 2006, pp. 66-67.

[18] Robert V. Daniels, The Rise and Fall of Communism in Russia, New Haven y Londres: Yale University Press, 2007, p. 301.

[19] Heberto Acosta, “Hacia Tuxpan”, Granma, Jueves, 23 de noviembre de 2006, p. 5. Con respecto a la militancia de Ñico López en las filas del PSP, ver Angelina Rojas Blaquier, “La Unidad Como Factor de Triunfo. El PSP entre 1952 y 1961. Una Visión desde la Historia,” Calibán, octubre-noviembre-diciembre, 2008, p. 3. http://www.revistacaliban.cu/articulo.php?article_id=34.

[20] Eduardo Pinto Sánchez, “II Frente Oriental: 55 años de victorias,” Juventud Rebelde, 9 de marzo de 2013, p. 2. http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2013-03-09.

[21] Samuel Farber, “The Cuban Communists in the Early Stages of the Cuban Revolution: Revolutionaries or Reformists,” Latin American Research Review, Vol. XVIII, No. 1, 1983, especialmente pp. 71-73.

[22] Rufo López Fresquet, My 14 Months with Castro, Nueva York: World, 1966, pp. 111-112 y Edward González, “The Cuban Revolution and the Soviet Union, 1959-1960” Ph. d. dissertation, University of California en Los Angeles, 1966, pp. 376-379.

[23] Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali, “One Hell of a Gamble”: Khrushchev, Castro and Kennedy, 1958-1964, Nueva York: Norton, 1997, pp. 18 y 359.

[24] Informe Raúl Castro, “Porqué están Presos Aníbal Escalante y Otros Ex-Dirigentes del P.C. Cubano”, La Habana (?): Edición Documentos Latinoamericanos, 1968.

[25] Por ejemplo, el tipo de “socialismo de mercado” propuesto por Julio Carranza, Luis Gutiérrez, y Pedro Monreal en La Restructuración de la Economía, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1995.

[26] Hal Klepak, Cuba’s Military 1990-2005, Nueva York: Palgrave Macmillan, 2005, p. 254.

[27] El escritor exiliado Carlos Alberto Montaner, un defensor entusiasta del neoliberalismo económico, sostiene que Raúl Castro fue inspirado por los cambios económicos propuestos por Gorbachov, al grado que hizo traducir su libro Perestroika, y lo repartió entre muchos de sus oficiales. Carlos Alberto Montaner, “Raúl Castro y el dilema de Gorbachov”, Exteriores, 24 de mayo de 2010. http://exteriores.libertaddigital.com/raul-castro-y-el-dilema-de-gobachov-1276237819.html.

[28] Ver Laboratorio Casa Cuba, “Cuba soñada – Cuba posible – Cuba futura: propuestas para nuestro porvenir inmediato”, Espacio LaicalSuplemento Digital No. 224/marzo 2013. https://blu162.mail.live.com/default.aspx?id=64855.

[29] Lenier González Mederos, “Las Fuerzas Armadas y el Futuro de Cuba,” Espacio LaicalSuplemento Digital No. 224/Marzo 2013. https://blu162.mail.live.com/default.aspx?id=64855.

[30] O. Fonticoba Gener, “Cooperativas No Agropecuarias. Camino a la actualización del modelo económico”, Granma, 11 de diciembre de 2012, p. 8. Varios autores, “Se buscan socios”, Juventud Rebelde, 15 de diciembre del 2012. http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2012-12-15 Oscar Espinosa Chepe, ¿Nuevas cooperativas, otras camisas de fuerza? Cubaencuentro, 10 de abril de 2012. http://cubaencuentro.com.

 

[Publicado en Herramienta, República Argentina, noviembre de 2013. El autor nació y se crió en Cuba y ha publicado muchos artículos y libros sobre este país. Su ultimo libro es Cuba Since the Revolution of 1959. A Critical Assessment, Chicago: Haymarket Books, 2011.]

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La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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