La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
David Losa
Juan Diego: "Están gaseando ideológicamente a la gente"
El actor sevillano analiza frente a la grabadora de Números Rojos las vicisitudes de esta época, la “menos humana” y “más indigna” de todas las que le ha tocado vivir. Medio siglo de sublimes interpretaciones en teatro, cine o televisión contemplan a uno de los más grandes de este país, que estos días representa “La lengua madre”, un texto de Juan José Millás, en el Teatro Español de Madrid.
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Es de esas personas con las que te sientas a hablar y no percibes lejanía alguna. Ni por edad, ni por espacio vital, ni por las vivencias que han acompañado a la existencia de cada uno. Cuando uno se pone a charlar con Juan Diego (Bormujos, Sevilla; 1941) cuenta con la ventaja de saberse su rostro, de tener grabada su voz a fuego en la memoria de tantas películas, series, obras… Es, sin duda, una de las vacas sagradas de la actuación, pero también un ser humano que nunca ha renunciado a decir lo que pensaba, ni en los tiempos de la represión franquista ni ahora que expresa su impotencia ante un “adversario invisible”, que ataca con palabras vacías. De eso, entre otras cosas, va “La lengua madre”, el texto de Juan José Millás que se representa hasta el 10 de noviembre en el Teatro Español de Madrid.
Luchaste muchos años contra la dictadura. ¿No te parece más complicado hincarle el diente a este ‘enemigo’ tan disperso?
Sin lugar a dudas. Enfrentándote a la dictadura corrías peligro de muerte, inmediata y tangible. De hecho, cayeron compañeros en las manifestaciones. Ahora te matan de otra manera. El sistema anula las personalidades y las ideologías de una forma estudiada y sistemática. El problema es que no te das cuenta porque estás en una paranoia constante pensando en cómo sobrevivir. Pero te vas muriendo desde el momento en que te quitan la dignidad. Te llaman y te dicen pasa, miran tu currículum y te chulean, “¿con esto quieres trabajar aquí? ¿qué has hecho antes?”, –“Pero señor, tengo 20 años”, – “¿Y qué?”. Entonces sales de allí temblando, con tu carrera y tus ‘nosecuantos’ cursos… Te anulan, y por otro lado te distraen: que si Twitter, que si el fútbol… Eres un bulto democrático, no un ciudadano.
Dices que antes salir a la calle era más peligroso, pero ¿no hacía más daño al poder?
Es verdad que ahora no escuchan, pero sirve. No hagamos caso a la falacia del señor Rajoy y su mayoría silenciosa. Salir a la calle hace que no nos durmamos, crea conciencia de que hay que pelear, de que siempre hay una esperanza contra ellos, aunque no solucione nada a corto plazo.
Y la “mala imagen exterior” que da tanta gente manifestándose en las calles…
Eso es una enorme mentira. Ya lo tienen todo hablado, cuánto vamos a pagar, cuándo… Juegan al despiste. Sale cada dos por tres De Guindos hablando como si lo supiera todo, bla, bla, bla… y te cuenta que el año que viene ya no habrá crecimiento negativo y mamarrachadas de ese tipo. Y mientras la gente se queda pensando en eso ya te la han metido por otro lado.
Eso enlaza con la “La lengua madre”, donde se alude a la perversa maraña del lenguaje…
Es que no dejan de introducir expresiones como cash flow, activos tóxicos… Yo no tengo ni puta idea de economía, pero antes con cuatro nociones de Keynes entendías el periódico. Incluso podías leer entre líneas. Todo lo que había alrededor era humanamente descifrable, no programado por ‘máquinas’ que determinan el destino de un país. Lo de ahora es la globalización de esa elite que gobierna el mundo. Están dando órdenes a sus capataces, que son los presidentes del Gobierno, los encargados de que trabajemos 14 horas, de que cobremos cada vez menos. Y de vez en cuando les preguntan “¿qué tal?”; “bien, está hecho, van entrando …”.
Veo que compartes una desafección política casi generalizada. Pero, ¿crees que es momento de no votar?
Eso es más complicado. No votar ha dado la mayoría absoluta al PP. Y, ¿cómo manejas los tiempos en que te toca vivir? La vida se pasa rapidísimo y la barbaridad que están haciendo estos, con total impunidad, es muy grande. Si no hubiese ganado el PP así habría sido más difícil para los mercados dar este golpe de Estado. Pero les hemos dado carta blanca.
¿No empezó antes ese ‘golpe de Estado’?
Claro, empezó en los años 70, cuando los bancos centrales dejaron de hacer su función y comenzaron a plegarse a los mercados. Ahí los mercados empezaron a crecerse, hasta que se hicieron con el poder absoluto de las economías nacionales. La globalización y la libertad de capitales ha precipitado todo, y cada día hay menos Estado. Parecíamos un país que iba a remontar el vuelo, con gente preparada, y nos están obligando a ser un país de camareros cultísimos, donde el que te sirve el café es licenciado y encima tiene que ocultarlo para que le den el trabajo.
Ahora que la valoración de los políticos es pésima, se tiende a destacar a los que hicieron la transición. ¿No se les ha idealizado?
Sí, la correlación de fuerzas políticas en la transición se hizo para que la izquierda no interviniese en los asuntos del país. Cuando se abre el melón democrático se produce una desideologización de los políticos. La mayoría deja de hablar de lucha de clases, de plusvalía… se entierran conceptos de la izquierda transformadora que no aparecen más, y que también van muriendo entre los ciudadanos.
Otro tema delicado es el de las identidades frustradas dentro del Estado…
Se falta al respeto continuamente en ambas direcciones, y mientras no se están cubriendo las necesidades básicas de la gente. ¿Es importante el tema? Sí, importantísimo, pero si no hay ciudadanos no hay nacionalidad. También hay mucho chovinismo, claro. Viajando se cura eso de “como Sevilla no hay ná”.
Dice Julio Anguita que un país con un 57% de paro juvenil no tiene futuro.
Con razón. Es que van directamente al matadero, sin haber empuñado el arma de la defensa ideológica, porque ya ni siquiera creen en los partidos. En nuestra época la situación era tan manifiestamente injusta que cuando te ponías enfrente te cargabas de razón. Ahora hay una mano invisible que te detiene en tu desarrollo humano y profesional. Están cometiendo uno de los mayores crímenes que se pueden hacer. Están gaseando ideológicamente a la gente.
¿En qué tienes fe?
En casi nada. En la razón, si acaso. Pero vamos, soy agnóstico de casi todo, hasta que me tocan los cojones y me hago ateo.
¿Ni siquiera en la política?
En la política en serio, no en esto que se está haciendo, que solo trae desgracias.
¿Haberte señalado ideológicamente desde joven te ha perjudicado?
Ya me lo decía mi madre, “no te metas en política”… Supongo que sí, pero otros no han hecho nada y les ha ido peor. Son decisiones que se toman y hay que ser coherentes.
¿Ha cambiado tu percepción del dinero?
En los últimos años sí, porque apareció un hijo, que ahora es adolescente, y me dije “hostia”, tú ya tienes una edad y un hijo, y hay que darle de comer, déjate de tanta bohemia.
Parece que la derecha disfruta llamando “estómagos agradecidos” a los artistas.
Ese discurso ha calado en un grupo determinado de la derecha. No hay nada en el mundo que no esté subvencionado. ¿A mí qué me enseña la Iglesia Católica más que a joderme la vida, y se le dan 3.600 millones de euros al año? Es una barbaridad que suban el IVA al 21% en los teatros y que en los toros y en el fútbol sea del 10. Pan y circo.
Fuente: Números Rojos (diario Público)
15 /
10 /
2013