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Antonio Turiel

Cinismo en la era del declive

Es moneda común, desde hace muchos años, que las declaraciones públicas de diversos organismos internacionales e instituciones públicas con respecto a un posible escenario de escasez de energía sean desdeñosas. En muchos casos tal actitud refleja una ignorancia de algunos aspectos técnicos asociados a la llegada del peak oil, lo cual no es de extrañar ya que quienes rigen estos organismos suelen ser economistas, y ya sabemos por qué los economistas no entienden el Oil Crash (ni tampoco el problema específico que plantea la disminución de la TRE). En otros casos tenemos auténticos matones, expertos en fabricar la duda con fines completamente espurios (generalmente favorecer la liberalización administrativa y continuar con la fiesta como si nada pasase). En algunos casos, sin embargo, se encuentra tal oposición en medios gubernamentales, que se basan en una confusión de conceptos favorecida por aquellos organismos que tienen como función asesorarlos en materia de seguridad energética. El por qué estos organismos asesores actúan de esta manera es difícil de saber. Puede que tengan miedo de las consecuencias de hablar claramente, puede que a sus responsables se les impongan directrices políticas de no reconocer la verdad… Sea como fuere, el hecho es que ahora que el ocaso del petróleo ya está aquí estoy observando un incremento de declaraciones cada vez más estentóreas por parte de diversos responsables, sin que en realidad haya argumentos nuevos para negar que los recursos del mundo sean finitos y, lo que es más grave, que la oferta posible de los mismo tiene sus limitaciones. Al margen de sus motivaciones, está claro que su actitud es bastante cínica.

El caso es que algunos lectores me han preguntado repetidamente en los últimos tiempos por algunas de esas declaraciones de abundancia energética que sólo se soportan sobre el papel, y dada la recurrencia e impacto de las mismas he pensado que sería buena idea compilarlas en un post; aunque, como verán, no hay realmente nada nuevo bajo el Sol. He aquí mi somera relación:

No hay problema con el petróleo; queda tanto como el que se ha extraído hasta ahora: Esta afirmación la hizo un responsable de CORES en una reciente conferencia en ESADE, en Barcelona. Lo divertido del caso es que la segunda afirmación es factualmente correcta. Efectivamente, si pensamos en petróleo crudo se ha consumido poco más de un billón (español) de barriles de petróleo y las reservas restantes estimadas se estiman en otro billón, aproximadamente. Sin embargo a alguien que trabaja en CORES es imposible que se le escape que el problema es la producción, y no las reservas. ¿De qué me sirve tener 100 millones de euros en el banco si sólo me dejan sacar 100 euros al mes? Justamente el problema es que la primera mitad de las reservas —la que era más fácil de acceder— la hemos sacado en una fase de producción creciente (cada año se sacaba más petróleo que el anterior) mientras que la segunda mitad —la de extracción más difícil— saldrá a un ritmo cada vez más lento (cada año se sacará menos que el año anterior).

Por tanto, lo que pretende ser una afirmación optimista es en realidad una manera torticera de disfrazar la realidad; un argumento convincente para el no informado: mera propaganda.

El problema de la producción es meramente de inversión: Quien hace esta afirmación desconoce o finge desconocer qué es la Tasa de Retorno Energético (TRE) y las implicaciones que tiene. Porque la cuestión no es si es técnicamente posible extraer todo ese petróleo que hay en el subsuelo, sino si podemos extraerlo de forma rentable. Para el economista, que sólo ve el dinero, es meramente cuestión de mejorar las técnicas extractivas y con la suficiente inversión se podrá hacer. Sin embargo, la clave es la rentabilidad energética, la cual evoluciona lentamente y en realidad tiene tendencia a disminuir a pesar de las mejoras tecnológicas. Y si el negocio no es rentable energéticamente es imposible que lo sea económicamente.

Las reservas estratégicas de petróleo de los EE.UU. están en máximos de los últimos 5 años. ¿Peak oil? Perdonen que me ría: Este comentario, prácticamente literalmente, se lo leí hace semanas a un conocido gestor de fondos. Esta persona en concreto suele insistir sobre el tamaño de las reservas estratégicas de los EE.UU., cuando difícilmente se puede encontrar un peor termómetro de la situación del petróleo. Para empezar, expliquemos qué son las reservas estratégicas de un país. Se trata petróleo almacenado en grandes tanques en ubicaciones clave, y cuyo objeto es garantizar la continuidad del suministro a servicios y sectores clave en caso de una interrupción del suministro de petróleo. Se crearon en los años setenta justamente para amortiguar los efectos asociados a las interrupciones de aquella época (embargo árabe, guerra de Irak-Irán). Todos los países de la OCDE y algunos que no pertenecen a esta organización tienen las suyas. Por ley, tienen que cubrir al menos 60 días de consumo o 60 días de las importaciones típicas en esa época del año, la que sea mayor de estas dos cifras. Dado este mandato legal, lo habitual es que estas reservas se mueven alrededor de ese guarismo, 60 días (el petróleo entra y sale continuamente de estas instalaciones porque una vez extraído se degrada en contacto con el aire y por tanto no se puede dejar almacenado sin más). Así pues, estas reservas estratégicas varían poco, y si acaso tienden a disminuir al ir cayendo el consumo del país. En cada momento del año la variación del volumen de reservas estratégicas con respecto a la media de los 5 años precedentes en la misma fecha son insignificantes en porcentaje, siendo mucho más importantes las variaciones a lo largo del año (puesto que no se consume lo mismo en invierno o verano que en primavera o otoño). Y en todo caso, cómo varía esta cantidad no nos dice nada sobre la evolución futura de la producción, sino sobre los patrones actuales de consumo de los EE.UU.

En la misma línea, aparte de las reservas estratégicas la propia industria guarda petróleo para que le sirva de colchón en caso de contingencias comunes (un petrolero que se retrasa, una avería en un oleoducto…). Este colchón es, en el caso de los EE.UU., de unos 30 días, sin que exista un mandato concreto acerca de su tamaño. Sus variaciones porcentuales son más rápidas que las de las reservas estratégicas debido a que responden más a las previsiones que la industria hace sobre el mercado. En los EE.UU. durante los últimos meses estas reservas han tocado máximos de 5 años aunque ahora están cayendo cerca de los valores medios. Como antes, este indicador tampoco es significativo acerca de la producción (por más que el homo economicus pretenda que la producción responde a los cambios en demanda que se reflejan en estas gráficas; una absoluta falacia que se desmonta viendo la actual inelasticidad en la producción de petróleo, sobre la que ya hablamos).

En EE.UU. se está viviendo durante los últimos 5 años un boom de gas natural gracias a la producción de gas de esquisto, que es el combustible del futuro: Parece mentira que, con la abundancia de datos disponibles, se sigan diciendo estas tonterías. Al margen de que la producción de gas de esquisto es, simplemente, ruinosa desde un punto de vista económico, yo no veo ningún boom de gas natural en los EE.UU. Claro que eso depende de a qué llama uno «boom».

Veamos cómo ha evolucionado el consumo de gas natural en los EE.UU. (datos de la Energy Information Administration):

La gráfica nos enseña los consumos agregados de gas durante los 12 meses precedentes. Fíjense que, si bien el consumo de gas remonta algo desde 2005, en 2009 aún estaba por debajo de los niveles del año 2000. Sólo de 2010 a 2012 el consumo llega a subir a un ritmo significativo, de aproximadamente un billón de pies cúbicos de consumo adicional al año. Es tan pequeño que cuesta hablar de boom: sería de aproximadamente 1 billón de pies cúbicos en tres años, es decir, de menos de un 1,5% anual si lo miramos desde 2010, y del 0,3% si lo miramos desde 2000. En fin, que nuestros comentaristas están exagerando la importancia del crecimiento del consumo.

Exageraciones varias sobre el futuro de la producción de petróleo en los EE.UU.: Ésta fue otra de las afirmaciones del responsable de CORES en ESADE. Seguramente usted ha leído que los EE.UU. serán el primer productor de petróleo del mundo hacia 2020 y exportará petróleo a partir de 2035; en algunos sitios, haciendo la ola a tan rocambolescas afirmaciones, llegan a afirmar que exportará petróleo el año que viene; en realidad EE.UU. comercia con petróleo de diversos tipos y procedencias, y con la disminución de calidades de los petróleos disponibles y los problemas con las refinerías (que también discutimos aquí) se pretende exportar excedentes de petróleo pesado hacia otros sitios donde se pueda refinar, aunque se mantengan o incluso aumenten las importaciones de otros tipos de petróleo. 

Todas las exageraciones que circulan actualmente sobre el futuro energético de los EE.UU. se basan en afirmaciones o informes de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que hizo el pasado Noviembre en su informe anual y hace poco ha renovado con motivo de su informe semestral. Sin embargo, del dicho al hecho media un gran trecho (pueden leer la traducción de un excelente post de Matthieu Auzanneau sobre este tema en este mismo blog). Cuando analizamos el último informe anual de la Agencia Internacional de la Energía destacábamos esta gráfica:

La gráfica muestra cómo evolucionarán las importaciones de petróleo en los EE.UU. (curva azul inferior) de acuerdo con el escenario central que maneja la AIE. Como ven, incluso en 2035 EE.UU. seguiría importando más de 3 mb/d (sobre los más 18 mb/d que consumen los EE.UU. ahora mismo), pero aquí la AIE hace un divertido maquillaje contable. Según la AIE, EE.UU. será autosuficiente de manera neta porque los excedentes del gas natural que producirá equivaldrán a los faltantes de petróleo. Poco importa que a igualdad de contenido energético el petróleo valga más del doble que el gas natural y que posiblemente no tengan suficiente mercado para su gas: este salto al vacío sirve para crear una narrativa estimulante. Con todo, lo verdaderamente grave de esa gráfica (como comentamos en su día) es que se asume como una hipótesis natural que los EE.UU. reducirán su demanda exterior (lo que en la gráfica llaman «Demand-side efficiency») en 4 mb/d, es decir, en más de un 20% del su consumo actual. Tomando el conjunto del consumo de petróleo, la AIE prevé un descenso del consumo de petróleo en los EE.UU. del 31%, lo cual es bastante grave si se tiene en cuenta que grandes caídas del consumo, y no tan importantes, sólo se han visto acompañadas de una recesión económica profunda. Ciertamente, si la industria de EE.UU. se hunde el país puede acabar por exportar petróleo, pero no estoy muy seguro de que eso sea una buena noticia… Como tampoco lo es, en realidad, que EE.UU. pudiera llegar a ser el primer productor de petróleo del mundo antes de 2020, ya que lo sería con una marca similar a la actual de Arabia Saudita y Rusia, y si EE.UU. ocupase el primer lugar sería por el declive de esos dos países. En suma, que se maquillan como buenas noticias lo que en realidad son noticias horribles, en la máxima expresión del cinismo.

Sin duda los lectores identificarán ahora o en los próximos meses informaciones del mismo jaez. Si quieren saber qué hay de cierto y qué de exageración en una promesa de abundancia energética, mi recomendación es que busquen los datos originales en los que se basan las declaraciones originales (en la prensa, particularmente española, las noticias llegan a veces muy desvirtuadas por una cierta dejadez o falta de rigor de algunos periodistas, que no comprueban los datos originales). Y una vez con los datos en la mano, tiren de calculadora, y comparen los datos: si hablamos de nuevas reservas de petróleo, compárenlas con el consumo del planeta (90 mb/d), a ver si son tan grandes; si hablamos de mejoras presuntamente fundamentales verifiquen si al final no tienen más que un impacto marginal en el consumo o producción de tal país; si se habla de tal tecnología revolucionaria, verifiquen si ésta ya está en fase comercial o si sólo hablamos de prototipos o, peor, experimentos aún en el laboratorio; etc. En muchos casos sin gran esfuerzo verán cómo se abusa del anumerismo del lector. Lo cual es preocupante en el caso de un periodista, y es prácticamente una traición a los intereses generales en el caso de los gestores públicos. Y es que en algunas circunstancias tanto cinismo no es disculpable.

 

[Fuente: The Oil Crash]

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2013

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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