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Wu Ming

Hay un espacio vacío que el Movimento 5 Stelle ocupa… para mantenerlo vacío

Ahora que el Movimento 5 Stelle parece haber “estallado” en las elecciones, creemos que no se puede aplazar más una reflexión sobre el vacío, la ausencia, que el movimiento de Grillo y Casaleggio representa y administra. El M5S administra la ausencia de movimientos radicales en Italia. Hay un espacio vacío que el M5S ocupa… para mantenerlo vacío.

A pesar de las apariencias y de la retórica revolucionaria, creemos que en los últimos años el M5S ha sido un eficaz defensor de lo existente. Una fuerza que ha funcionado como “tapón” estabilizando el sistema. Es una afirmación contraria a la intuición, parece absurda, si miramos solo al contexto italiano y, sobre todo, si no vamos más allá de la primera impresión. ¿Cómo puede ser? ¿Grillo estabilizador? ¿Precisamente él, que quiere que se vaya la vieja clase política? ¿Precisamente él que, según dicen todos, se está preparando para ser un factor de ingobernabilidad?

Creemos que en los últimos años Grillo, conscientemente o no, ha garantizado la estabilidad del sistema.

En los últimos tres años, mientras en los otros países euromediterráneos y en general en Occidente se extendían, y en algunos casos radicaban, movimientos inequívocamente antiausteridad y antiliberales, aquí eso no ha pasado. Sí que ha habido luchas importantes, pero han quedado confinadas en territorios restringidos, o han durado muy poco. Muchas chispas, pero no las necesarias para encender el fuego, como sin embargo ha pasado en otros lugares. Nada de indignados aquí, nada de Occupy ni de primaveras de ningún tipo, nada de “Je lutte des clases” contra la reforma de las pensiones.

No hemos tenido una plaza Tahrir, ni una Puerta del Sol, ni una plaza Syntagma. No hemos luchado como se ha luchado —y en algunos casos se sigue luchando— en otros lugares. ¿Por qué? Las razones son múltiples, pero hoy queremos desarrollar una sola hipótesis. Puede que no sea la más importante, pero creemos tenga cierta relevancia.

Aquí, una gran cantidad de “indignación” ha sido interceptada y organizada por Grillo y Casaleggio —dos ricos sexagenarios provenientes de la industria del entretenimiento y del marketing— a través de una franquicia político-empresarial con grandes dosis de copyright y de marca registrada, un “movimiento” rígidamente controlado y liderado desde un vértice, que recoge y emula reivindicaciones y consignas de los movimientos sociales, pero mezclándolas con apologías del capitalismo “sano” y con discursos superficiales centrados en la honestidad del político/administrador individual, en un programa embarullado donde coexisten propuestas liberales y antiliberales, centralistas y federalistas, libertarias y de extrema izquierda. Un programa passepartout que recoge de aquí y de allá, típico de un movimiento diversivo.

Prestad atención: el M5S divide el mundo entre un “nosotros” y un “ellos” en un modo completamente distinto al de los movimientos mencionados anteriormente. Cuando Occupy propuso la separación entre el 1 y el 99% de la sociedad, se refería a la distribución de la riqueza, yendo directamente al centro de la desigualdad: el 1% son los multimillonarios. En caso de haberlo conocido, Occupy hubiese incluido también a Grillo. En Italia, Grillo forma parte del 1%.

Cuando el movimiento español retoma el grito de las caceroladas argentinas: “¡Que se vayan todos!», no se refiere solo a la “casta”, y no está añadiendo implícitamente: “Ocupemos nosotros su puesto”. Está reivindicando la auto-organización y la auto-gestión social: probemos a hacer lo máximo posible sin ellos, inventemos nuevas formas, en los barrios, en los puestos de trabajo, en las universidades. Y no por medio de los disparates tecno-fetichistas de Grillo ni de las cantidades ingentes de retórica de los pequeños roedores de tipo “parlamentario”: son prácticas radicales, juntarse para defender la comunidad de los excluidos, impedir físicamente desahucios y ejecuciones hipotecarias, etc.

Entre los que “se tienen que ir”, los españoles incluirían también a Grillo y Casaleggio (¡inconcebible un movimiento liderado por un millonario y por una empresa de publicidad!), y también a aquel Pizzarotti que en Parma hace meses que gestiona la austeridad ignorando las ampulosas promesas electorales hechas una tras otra.

Ahora que el movimiento de Grillo entra en el Parlamento, votado como último recurso por millones de personas que con razón encontraban repugnantes o en todo caso inadmisibles las otras opciones políticas, termina una fase y comienza otra. El único modo de comprender la fase que comienza es entender cuál ha sido el rol de Grillo y Casaleggio en la fase que termina. Para muchos se han comportado como pirómanos. Para nosotros, lo han hecho como bomberos.

¿Puede un movimiento que nació como diversivo convertirse en un movimiento radical que tenga como objetivo abordar cuestiones cruciales y que separe el “nosotros” del “ellos” a través de las justas líneas de fractura? Para esto, primero tendría que suceder otra cosa. Tendría que verificarse un Evento que introdujese una discontinuidad, una escisión (o más) dentro del movimiento. En pocas palabras: el movimiento de Grillo tendría que evitar ser su “prisionero”. Por ahora no ha sucedido, y es difícil que lo haga. Pero no imposible. Nosotros, como siempre, apoyamos la rebelión. Incluso dentro del Movimento 5 Stelle.

 

[Este artículo, en su versión en castellano, ha sido publicado por el periódico Diagonal]

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2013

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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