La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Joan Busca
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Catalunya: resaca electoral
Uno no puede resistirse a completar sus reflexiones sobre la crisis con un comentario marginal sobre el resultado electoral. Empezando por lo obvio el batacazo de CiU, y de Artur Mas en especial. Puede convertirse en un caso de estudio de cómo un mal análisis de la realidad conduce a resultados desastrosos. Cuenta gente enterada que Mas no hace nada que no le propongan sus asesores (y posiblemente sin el permiso de la familia Pujol, a quien debe su ascenso político). Ello indicaría fallos de evaluación importantes, empezando por el Centre d’Estudis d’Opinió (el equivalente catalán del CIS), cuyas encuestas eran las únicas que vaticinaban mayoría absoluta para Mas.
El batacazo no puede sin embargo entenderse, como en cambio lo hace el gobierno Rajoy, en el sentido de que el fracaso de Mas sea el fin del “problema catalán”, pues gran parte de dicho fracaso se debe fundamentalmente a que el electorado nacionalista se ha movido hacia Esquerra Republicana de Catalunya (un partido que crece como la espuma cuando en España gobierna el PP). El número de votos perdidos por CiU es bastante menor que los ganados por ERC. Algo que no explica simplemente la desaparición de Solidaritat (con todo merecimiento, visto el discurso de su lider máximo), ya que en el haber independentista debe sumarse la llegada de la CUP, una formación asambleario-independista que ya había obtenido buenos resultados en las elecciones municipales. En términos de escaños a favor o no de una consulta, los partidarios siguen siendo claramente mayoritarios y reflejan un sentimiento bastante extendido en la sociedad catalana. En el plano político, la dependencia de CiU del apoyo que pueda darle ERC más bien podría forzar a un cierto radicalismo nacional, o bien colocar a CiU en un doloroso, y peligroso, proceso de vuelta atrás en sus planteamientos. La cuestión nacional seguirá ahí, complicando sin duda el escenario político (siempre es más fácil hacer política cuando hay una sola dimensión de debate que cuando hay más), y el panorama difícilmente cambiará a menos que en el resto de España se produzca un giro radical en el tratamiento de la cuestión.
Es cierto que el ascenso de Ciutadans, el modesto avance del Partido Popular y hasta el descalabro menor del PSC-PSOE (perder sólo 50.000 votos estuvo a punto de provocar que fluyera el cava) indican que parte de la población se movilizó por temor a la independencia. Pero a la vista de los resultados ni es mayoritaria ni dio el voto a las posiciones más radicales del PP. El ascenso de Ciutadans muestra que esta población le teme aún más al PP y a las políticas neoliberales, en la medida que el discurso de Ciutadans (su actuación está por ver, pues hasta ahora ha sido una fuerza marginal) aparece más centrado en cuestiones sociales. Hay también pistas de que algunos de sus votantes, especialmente entre las clases medias urbanas, respondían más al temor de una aventura independentista que a una adscripción españolista como la que realmente representa Ciutadans.
Es posible que donde haya habido un cambio mayor de posiciones sea en la izquierda. El PSC ha seguido con su descalabro (el affaire del Ayuntamiento de Sabadell añade otra vuelta de tuerca), también responsable del crecimiento de ERC y especialmente de Iniciativa Verds-Esquerra Unida y Alternativa. Por primera vez en muchos años esta última formación ha experimentado un crecimiento importante en los barrios y poblaciones de clase obrera. Las que hace años había perdido el viejo PSUC. En Barcelona ciudad, ICV-EUiA ha aventajado en la mitad de distritos al PSC, algo impensable hace dos o tres años. Su actitud en los conflictos sociales y su mayor capacidad de renovación de cuadros explica este crecimiento. Tiene que ver que en todo el largo recorrido de movilizaciones de los últimos meses siempre se haya visto a los dirigentes de la movilización. E incluso su defensa del derecho de autodeterminación, que les ha permitido penetrar en sectores nacionalistas. En la crisis, el PSC muestra todas sus carencias (de discurso, de política, de cuadros). Es una oportunidad para desarrollar una izquierda diferente. No sólo desde ICV-EUiA sino también en diálogo con la CUP. Una formación en la que coexisten diferentes almas, algunas muy fundamentalista en lo nacional, otras practicantes de un cierto asamblearismo simplista, pero también otras de personas que han trabajado para democratizar la vida local y cambiar las formas adulteradas de la política. Es incluoso paradójico que la CUP haya obtenido el voto de bastante gente joven procedente del 15-M, a pesar de que la propia organización vió con desagrado un movimiento que no ponía la cuestión nacional en primer plano. Es una muestra más de la complejidad y contradicciones que caracterizan esta difusa izquierda social.
Lo que sí es indudable es que la lucha contra los recortes, la Huelga General y un cierto ascenso del activismo político-social han creado un nuevo clima en la izquierda y han tenido un cierto peso electoral. Se abre un espacio nuevo, una oportunidad que requiere un trabajo complejo de enlazar propuestas, prácticas, de generar díalogo. El peor peligro es que los buenos resultados de ICV-EUiA y de la CUP les lleven a la tradicional política de tenderos, de propiciar el negocio propio en detrimento de la competencia. El voto contra Mas y el modesto, pero sustancial, avance del voto a la izquierda muestran que al menos una parte respetable de la ciudadanía demanda una acción alternativa a la altura de los tiempos.
El día 15 de Noviembre vivimos una jornada de huelga de mayor alcance del esperado, vista la reducida campaña de preparación. El dia 25 tuvimos un resultado electoral que significó un batacazo para la derecha neoliberal catalana y un reforzamiento de la izquierda. Pero queda mucho camino por recorrer para que esto cuaje en propuestas políticas y sociales fuertes, en un salto en la organización social, en un encaje de las diferentes cuestiones que condicionan la actividad política en Catalunya. De ahí que ahora toque arremangarse, trabajar, abrir canales entre los distintos sectores, desarrollar en suma un proceso que tiene, en suma, una oportunidad.
30 /
11 /
2012