La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Juan-Ramón Capella
Principio de un orden nuevo
Mucho tenemos que agradecer a quienes se han manifestado en Madrid los últimos días de septiembre. Son portadores de una idealidad democrática absolutamente necesaria en este país. España ha sido entregada a los especuladores. Todo lo que el estado ahorra en recortes sociales lo da a quienes especulan con una deuda pública que crece y crece por una política neoliberal que nos hunde en la crisis más y más. No somos golpistas: sólo estamos cabreados.
Con su rechazo del orden existente los manifestantes son portadores de un orden nuevo. Lo dicen, lo corean, muy bien: han violado la Constitución. Es una trampa; no es una crisis. Lo que en 2008 fue una crisis es en 2012 una tremenda trampa financiera. Le llaman democracia y no lo es. Y las consignas políticas de fondo, abiertas al futuro: Abrir un proceso constituyente. Rescatar la democracia.
El gobierno ha elevado el listón de la abyección moral al tratar de provocar la violencia. Bien lo corean los manifestantes: Son la policía, los encapuchados. Y las filmaciones, que sólo pueden seguir los privilegiados con acceso a internet pero que toda la población debería conocer, lo confirman: así, vimos a unos antidisturbios detener a un encapuchado violento; cinco o seis de ellos le rodean y le inmovilizan en el suelo; entonces se le oye decir, bien claro en la grabación: Que soy compañero, coño, que soy compañero, y los antidisturbios le sueltan. ¿No hay un sistema judicial en España? ¿No hay acción de oficio contra este excederse de la policía y de quienes la mandan contra lo que disponen la ley y los reglamentos? No es democracia, es una mafia. Más allá del gobierno, las instituciones del régimen actual están no se sabe si cruzadas de brazos o maniatadas. Además el gobierno engaña: Luego diréis que somos cinco o seis. O Rajoy declara en los Estados Unidos que felicita a los que no se manifiestan, esto es, a los que se desentienden y evaden, que escribía Gabriel Celaya; un presidente deslegitimado por hacer sistemáticamente todo lo contrario de lo que se comprometió a hacer; sus votos no eran para esto.
Un orden nuevo. Lo precisamos las personas de este país para sobrevivir, para dar vida a proyectos sociales que no nos hundan en la miseria durante generaciones. Un nuevo sistema institucional que encabece la transformación económica, ecológica y social de nuestra vida en común. Un proyecto en libertad, que haga imposible la demagogia populista de quienes gobiernan pro domo sua y de sus patrones.
Nuestra tarea hoy no es todavía trazar el dibujo constitucional que quedó aplazado sine die en la transición debido al peso del franquismo incrustado en potentes instituciones del Estado. Nuestra tarea hoy es comunicar al conjunto de la sociedad española la convicción de que juntos podemos. Es imprescindible contar para este proyecto con las personas que viven de su trabajo y con quienes no consiguen trabajar. Podemos en paz. Mostrando sus manos abiertas los manifestantes de Neptuno lo coreaban: Nuestras armas éstas son. Vivimos el momento de arranque hacia un orden nuevo constitucional y social capaz de satisfacer las necesidades colectivas, confrontándonos a un régimen que no nos representa y nos lleva a veinte años de miseria.
29 /
9 /
2012