¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Carta de la redacción
Paco Fernández Buey (1943-2012): in memoriam
El pasado 25 de agosto falleció Paco Fernández Buey, fundador y dinamizador de mientras tanto durante más de dos décadas, tras una larga enfermedad y apenas once meses después de la muerte de su querida esposa, Neus Porta. Nuestro primer recuerdo es para el hijo de ambos, el escritor Eloy Fernández Porta, y para Charo y Nieves, las hermanas de Paco, a quienes acompañamos en el dolor y con quienes compartimos un luto que sabemos se extenderá en el tiempo.
Nos resulta complicado trazar un retrato compacto y unitario de Paco, porque hablamos de una personalidad rica, fascinante y poliédrica que nos aportó mucho desde diferentes puntos de vista. Dicho de otro modo, es como si se hubieran muerto muchos Pacos a la vez, pero todos complementarios e indispensables.
Desde luego, ha muerto Paco, el militante de la izquierda. Si es cierto lo que afirman muchos historiadores sobre aquello de que hacer la historia de la izquierda revolucionaria es hacer una historia a contrapelo de los relatos oficiales que han codificado el pasado reciente de España, entonces es probable que quienes quieran investigar la trayectoria vital de Paco tendrán que hacer una historia a contrapelo de la misma izquierda. Porque Paco fue un militante tan fiel como crítico. Sus inicios políticos se remontan a principios de la década de los sesenta, cuando entró en el sector estudiantil del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), desde el que participó como protagonista en la constitución del Sindicato Democrático de Estudiantes de Barcelona (SDEUB). Pero su vínculo con el PSUC comenzó a ablandarse a partir de los años setenta, siguiendo en esto a su maestro, Manuel Sacristán, que dimitió del Comité Ejecutivo del partido en 1969. Poco a poco, sus críticas al pragmatismo tacticista que, en su opinión, estaba caracterizando la praxis de la dirección del PSUC, fueron distanciándole de la organización hasta que en marzo de 1977 comunicó su baja del partido. Más que un crítico del proceso de transición a la democracia, que también, Paco fue crítico con un PCE/PSUC que aceptó el posfranquismo juancarlista con un optimismo insensato y que acabaría diezmando una base social laboriosamente construida en la clandestinidad. A partir de entonces, intensificó su trabajo político a través del Comité Antinuclear de Cataluña y del análisis teórico en revistas como Ozono, El Cárabo, Zona Abierta, El Viejo Topo y, sobre todo, Materiales y mientras tanto. Justo cuando una parte mayoritaria de la izquierda española creía estar construyendo un país más conforme a sus ideales, Paco, junto a Sacristán y otros intelectuales de su entorno, se volcó en la dura tarea de contribuir a reconstruir las bases teóricas de la izquierda española. Se trataba de reconstruir, no de construir, porque el punto de vista desde el que partía, y que a la postre resultaría exacto, era el de una derrota histórica de la izquierda europea salida de la Segunda Guerra Mundial que se producía paralelamente a una “recomposición de la hegemonía ideológico-cultural burguesa” (carta de la redacción de mientras tanto, n.º 1, 1979). En suma, el panorama político que permitió al capitalismo neoliberal dominar la escena de los últimos treinta años y contra el que tanto Paco como el resto de los compañeros de mientras tanto se enfrentaron conscientes de que el rearme ideológico de la izquierda costaría años de trabajo paciente y molecular.
Ha muerto Paco, un intelectual en tiempos de crisis del intelectual. Porque Paco era un intelectual que reunía muchas de las características de esta figura social tal y como fue emergiendo oficialmente a finales del siglo XIX: una persona culta, portadora de valores universales y que se inserta críticamente en los ámbitos del saber y de la cosa pública a través del pensamiento y la acción. La misma figura que entró en crisis a finales de los años setenta, cuando una plétora de sedicentes pensadores consiguió afianzar en el sentido común del país un relativismo posmoderno que debilitó tanto al intelectual como conciencia crítica de la sociedad como sus mensajes, ahora ya tachados de anacrónicos y desfasados. En un momento en que los mismos medios de comunicación que potenciaron a aquellos relativistas se preguntan dónde están los intelectuales, conviene recordar que las respuestas para salir de la actual crisis capitalista no se improvisan, y menos después de treinta años de siesta ideológica y cabaret mediático. Pues bien: Paco fue uno de los pocos intelectuales que nunca dejó de buscar respuestas racionales para alcanzar una “humanidad más justa en un tierra habitable”.
Ha muerto Paco, el profesor universitario. Nunca se insistirá lo suficiente en destacar su lucha por una universidad democrática, participativa, dirigida a fomentar en los estudiantes un humanismo integral a través de contenidos rigurosos. En definitiva, un ágora de aprendizaje que formara a estudiosos sólidos y ciudadanos maduros. Éste fue el objetivo que le empujó a involucrarse en la creación del SDEUB, en el movimiento reivindicativo de los Profesores No Numerarios y en una constante batalla intelectual-política que terminó en 2009 con la publicación del libro Por una universidad democrática y el apoyo que brindó a los estudiantes que protestaron con motivo de la aplicación del Plan Bolonia. De cómo ejerció su papel de docente, dan fe los testimonios que han publicado en las redes sociales muchos de sus antiguos alumnos, quienes destacan su magisterio académico, su oratoria elegante y su disponibilidad para el diálogo. Y para significar su talento investigador, bastaría con leer las decenas de libros y los centenares de artículos que escribió a lo largo de cuarenta años.
Y por último, pero no por ello menos importante, ha muerto Paco, el compañero de mientras tanto y amigo. Su salida del núcleo redaccional se remonta a principios de la década del dos mil y respondió a discusiones políticas y divergencias editoriales que seguramente no supimos gestionar de la mejor manera posible. Así se lo comunicamos a Paco antes de morir, y así queremos que conste públicamente; de la misma manera que afirmamos ahora que nunca olvidaremos su trabajo para la revista, su entrega intelectual, su amistad fraternal y sutil ironía desplegados durante tantos años. Paco no sólo nos hizo mejores personas y activistas sociales, sino que nos ayudó a entender lo que estaba pasando en nuestro país y a allanar el camino para dar con una alternativa política esperanzadora y viable. Por todo ello, mientras tanto se compromete a poner de manifiesto y difundir su legado humano e intelectual. Podemos anunciar ya un número monográfico de la revista impresa dedicado a su memoria.
Gracias y hasta siempre, querido Paco.
Cordialmente,
la redacción de mientras tanto
2 /
9 /
2012