La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Manolo Monereo
En la muerte de Paco Fernández Buey
Porque los dioses perciben el futuro, los hombres, el presente y los sabios, lo que se avecina.
Filóstrato, citado por Cavafis
Se nos murió Paco en la tarde de ayer.
Morir en agosto debería estar prohibido; es tiempo para el descanso, para las buenas lecturas, para estar con las personas que se quieren y para dejarse seducir por los sentidos. Los dioses, siempre injustos con los mejores de los suyos, decidieron dejarnos sin Paco y le hicieron cruzar la Frontera: ¡buen viaje, amigo, hermano!
Sin él nuestras vidas serán más difíciles. Sus enfermedades, sus múltiples desgracias últimas (la muerte de Neus, de su madre) fueron minando su salud y agotando un cuerpo demasiado golpeado y dolorido.
Paco deja muchas lecciones de vida. Firme compromiso político-moral con las clases subalternas; lucidez analítica y sabiduría de castellano viejo y, sobre todo, autocontención que se fue convirtiendo con los años en una ética de “realismo discreto”: sabía callar, decía lo necesario y siempre, siempre, denunció a los poderosos. El tono fue algo muy característico de su estilo intelectual: dicción mesurada, serena, y cortes al servicio de un discurso siempre bien organizado y con sólidos fundamentos.
Sabía mucho más de lo que decía y aun escribía. Muchas veces te miraba y apretaba los labios, con un gesto suyo muy característico, para decirnos que no había que seguir por ahí y que el asunto no daba para más. Me gustaría pensar que existirán manuscritos donde lo sabido y no dicho quedará como reflexión de futuro. En los últimos tiempos lo leí en esa clave y casi siempre aparecían destellos cuando hablaba de los rusos (Platónov, Zinoviev), cuando hablaba de Gramsci o cuando se metía, con mano firme y segura, en los temas del choque entre culturas o, ya al final, en eso que él llamó «pérdida cultural» como el estado de ánimo de la época.
Lo escrito fue tan significativo y tan hondo que lo convertirá en un clásico de la filosofía de la emancipación de nuestro país y en nuestro idioma. Paco empleaba un excelente castellano.
A sus compañeros nos siguió en todas las aventuras con mayor o menor entusiasmo (su escepticismo creció con los años), siempre solidario y siempre amigo. La última, la de Socialismo XXI.
Un dato significativo. Cuando asistía como orador en mesas redondas donde, como casi siempre, faltaban mujeres, él nos recriminaba de aquella manera suya diciendo que le llamásemos Paca, sí: Paca Fernández Buey.
Como epitafio a la vida de Paco bien le podrían servir estas estrofas de Cavafis, uno de sus poetas favoritos: “Honor a quienes en su vida se han marcado el defender unas Termópilas sin apartarse nunca del deber; en todas sus acciones justos y equilibrados, y, sin embargo, con pena y con entrañas.” “Y aún mayor honor les es debido cuando prevén —y muchos lo prevén— que surgirá por último un Efialtes y los persas terminarán pasando”.
26 /
8 /
2012