La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
¡Banca pública! Rescatemos nuestro futuro
Icària,
Barcelona,
112 págs.
La bancarización de las cajas
Ricard Ribera Llorens
¡Banca pública! Rescatemos nuestro futuro ayudará a entender cómo el sector bancario y las cajas de ahorros olvidaron su función básica para buscar el negocio en el corto plazo, llevando a una situación de insolvencia a la mayoría de las entidades. Editado por Icària en el seno de la colección Asaco, es un libro divulgativo al alcance de lectores con nociones básicas de economía, impulsado por la Plataforma por la Nacionalización de las Cajas de Ahorro y por una Banca Pública con el patrocinio de la organización ATTAC. Los distintos autores están vinculados a movimientos sociales y a la economía crítica, entre ellos miembros del Consejo de Administración de la extinta Caja Madrid.
El sector bancario tiene una función básica que parece haber pasado a un segundo plano: recoger el excedente de ahorro de una parte de la sociedad para dejarlo a aquellos que lo necesitan, para que sea invertido en la economía productiva a través de inversiones empresariales (micro, pequeña y mediana empresa), o bien a través del consumo (familias). Según los autores, esta función tradicional ha sido sustituida por el afán de las entidades de maximizar los beneficios a corto plazo, con productos de inversión muy peligrosos o con la especulación urbanística.
A este cambio de función de todo el sector hay que añadir una agravante: las cajas de ahorros, a diferencia de los bancos, no tienen ánimo de lucro y su objetivo es el desarrollo social y territorial, reinvirtiendo en la sociedad aquel dinero resultante al cerrar cada ejercicio. Por el contrario, la realidad de los últimos años niega la definición de las cajas, puesto que se ha dado una bancarización de las mismas en todos los sentidos: las cajas de ahorros han apostado por el negocio, ganando mucho terreno a los bancos a la hora de captar clientes y dinero, aumentando sus créditos y depósitos, y superando a los bancos en cada faceta (el lector encontrará los porcentajes en el primer capítulo del libro).
Todo el sector bancario, con su objetivo principal de obtener unos buenos rendimientos, se centró en las inversiones especulativas, muy principalmente en el sector de la construcción. Con la quiebra del ladrillo y la consiguiente disminución del conjunto de la economía real, aumentó la morosidad, principalmente en aquello que financiaba a constructores y en menor medida en los particulares, por lo que ahora tenemos unas entidades bancarias muy endeudadas y en situación de insolvencia. Todo ello es especialmente grave teniendo en cuenta la función original de las cajas de ahorros y que muchas de ellas estaban participadas por el sector público.
Después de años de hacer la vista gorda con las inversiones de las entidades por parte del Gobierno, del Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la respuesta ha sido igual de grave: primero, dando por buenos los datos de los balances de las entidades, lo que ha llevado a reaccionar tarde y mal, y después, responsabilizando a las cajas de ahorros cuando el problema es de todo el sector, y obligándolas a tener un elevado número de provisiones si querían seguir adoptando la forma de cajas. Ello ha llevado a que se convirtieran en bancos controlados por las grandes empresas y fortunas del país, sin haber consultado a los impositores de las cajas si querían pasar a ser clientes de bancos privados.
Se ha incentivado una política de fusiones, con el objetivo de que las entidades más saneadas asumieran los agujeros de las entidades más insolventes a cambio de quedarse con sus clientes y la parte de su negocio. En la práctica han surgido entidades que muchas veces siguen siendo insolventes y que han pasado a ser demasiado grandes para dejar que se hundan; en palabras de los autores, “entidades sistémicas”. Una de las aportaciones más interesantes del libro es precisamente la clasificación de las entidades resultantes en función del capital que necesitan y de la urgencia.
La propuesta principal del libro es la nacionalización de las cajas de ahorros para crear un sector financiero público potente que influya en la economía productiva, que facilite crédito estable, que combata la evasión fiscal y que tenga un funcionamiento guiado por los objetivos sociales y no por el negocio a corto plazo de los bancos privados. El libro explica brevemente por qué es necesaria la banca pública, pero no profundiza en ello, y, a mi entender, dedica poco espacio a explicar su funcionamiento, qué dificultades le supondría al Estado optar por esa vía y qué ventajas tendría para el propio Estado y los ciudadanos.
Sin embargo, comparto la reflexión y la propuesta sobre la banca pública, a la vez que recomiendo la lectura del libro para entender la bancarización de las cajas y su crisis, siendo el capítulo estrella el que relata el caso de Bankia. Además, merece la pena destacar los datos que aporta el libro y también el glosario que lo cierra, una herramienta muy útil para los no acostumbrados a la terminología del sector financiero.
[Ricard Ribera Llorens es politólogo; Twitter: @RicardRibera]
25 /
8 /
2012