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El Lobo Feroz

Quizá haya que dar las gracias...

A Carlos Dívar, gracias a quien nos hemos enterado de que existen las semanas caribeñas para altos cargos y que esos lujos entran dentro de lo normal.

Gracias a Torres Dulce, el fiscal general, que nos ha enseñado cómo hacer: se abre una investigación, se dice que no hay materia, se cierra la investigación, y cura sana culito de rana.

Al ministro Wert, quien con su simpatía ha conseguido poner de acuerdo a todos los rectores de las universidades en que no valía la pena hablar con él.

Hay que dar las gracias a los consejeros del Psoe y del PP en los consejos de administración de las cajas de ahorros: no vieron, no oyeron, no tocaron. Seguramente se llama a eso triple ciego.

Hay que dar las gracias a la prensa y a su sensibilidad ecologista: gracias a ella la gran masa del elefante ha tapado el asunto de quién paga los viajes privados del rey y para qué.

Puesto que los departamentos universitarios no pueden renovar el profesorado en pocos años se habrá acabado, a dios gracias, la universidad. Gracias: todos a la FP.

Demos gracias al gobierno de Rajoy y a Rajoy mismo por su golpe de estado económico y laboral: gracias a él, se ha deslegitimado incluso un poco más para las mayorías el sistema político amañado en la transición, que ya iba siendo hora. Ahora todo el mundo sabe que los derechos y libertades son hasta cierto punto.

Demos gracias a Zapatero y a Rubalcaba, porque entrambos muestran la inanidad del Psoe y de sus políticas neoliberales. Gracias a ellos se hará la luz en otra parte. Pero también gracias a ellos vamos camino de la gran coalición, y la izquierda en la luna de Valencia.

Demos gracias a la política económica de la Unión Europea: como no tiene pies ni cabeza, la crisis durará aquí más que en ningún lado y nos curtiremos en la adversidad.

Demos gracias a esos políticos racistas y xenófobos de la derecha española y de la derecha nacionalista catalana: gracias a ellos estaremos en guardia.

Postscriptum: Por la boca muere el pez. Suele decirse que la cara es el espejo del alma. En el caso de Carlos Dívar, sin embargo, el espejo es la boca.

26 /

5 /

2012

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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